Por qué 'Cisne negro' no debería ganar el Oscar

Hoy nos apetece algo de ave para comer, así que hemos preparado este asado a costa del pájaro bailarín de Darren Aronofsky y Natalie Portman. Por DAVID BERNAL
Por qué 'Cisne negro' no debería ganar el Oscar
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Por qué 'Cisne negro' no debería ganar el Oscar

Nos hemos cargado La red social, The Fighter, Winter's Bone, Valor de ley, El discurso del rey y hasta Toy Story 3. Bajo nuestro serial '¿Por qué no debería ganar el Oscar?' y, haciendo de abogados del diablo, te hemos dado suficientes razones para que todas y cada una de las nominadas a mejor película en la presente edición de los premios se vuelvan a casa con las manos vacías. Ahora, tras haberle dado lo suyo al buenrrollismo lésbico de Los chicos están bien, cedemos el paso a un canadiense loco y a su prima ballerina: nada menos que Darren Aronofsky y Natalie Portman, cuyo Cisne negro desplumamos a continuación.

1 .- Sábado, cuatro de la tarde, Antena3, una buena manta… y Cisne negro.

Fallo médico, Encuentro letal, Compromiso para matar, Madre de alquiler, Relación fatal… ¿Les suenan? Son algunos de los títulos de esas obras maestras que emite Antena 3 los sábados en la sobremesa. Telefilmes de dudosa calidad y contenido, comprados al por mayor cual bragas de salgo, sobre todo tipo de tragedias domésticas: adulterios, enfermedades terminales, amores obsesivos, amistades puñeteras, madres posesivas, asesinatos rocambolescos… Pues bien, Cisne negro -con sus rivalidades, acosos, dúos lésbicos, madres castradoras y autolesiones- no deja de ser un telefilme con tutú artie. Un thriller psicológico de saldo para los chachis, los guays, los gays, los heterogays, los gafapastas y los pagafantas. Así que cojan su manta y prepárense a roncar.

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2 .- Blanco & Negro Mix: Metáforas de Barrio Sésamo.

Color blanco, Natalie buena. Color negro, Natalie mala. Ahora repitan conmigo. Y no, no es un capítulo de Barrio Sésamo. Son las elaboradísimas metáforas que emplea Darren Aronofsky en Cisne negro. Toda la película es un incesante juego entre el negro y el blanco digno de aquellos recopilatorios de bakalao que vendían en las gasolineras. ¿Aún no han tenido suficiente? Pues ahí va otra metáfora: una bailarina de caja de música con la pierna rota. Como la autodestructiva protagonista. ¿Lo pillan? Vamos, que no es tan difícil. Ni Aronofsky es, ni mucho menos, Bergman, Tarkovski o Antonioni. ¡Impostor!

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3 .- ¡Alerta SGAE! Aquí huele a plagio…

Si Tchaikovski viviera y los derechos de autor no tuvieran fecha de caducidad Aronofsky estaría sentado en el banquillo con la SGAE como acusación particular. El ex marido de Rachel Weisz ha cogido el argumento, calcaito, de El lago de los cisnes y se ha montado una peliculita que, encima, va de original. Clint Mansell (el músico fetiche del cineasta) también estaría en el banquillo, porque lo que ha hecho en la banda sonora con la partitura de Tchaikovski es lo que se dice un corta y pega de tomo y lomo. Menos mal que no está nominado, porque si le dieran el Oscar, tendría que haber peregrinado a la tumba del compositor ruso para reparar el plagio. Dentro de la parte acusatoria, por cierto, también estaría el Polanski de Repulsión o el Michael Powell de Las zapatillas Rojas. Eso por no hablar de Gore Vidal y su Muerte en la quinta posición (publicada en 1954 bajo seudónimo de Edgar Box), una novela negra ambientada en el mundo del ballet a la que Cisne negro se parece más de lo que la mayoría de mortales saben.

4 .- Natalie, avariciosa, que no cuela.

No tuvo suficiente con ganar el Globo de Oro, el BAFTA, con liarse con el coreógrafo del filme, Benjamin Millepied, con quién se ha comprometido y va a tener un retoño… y ahora quiere el Oscar. Hablamos de Natalie Portman, que bajo su aspecto de mosquita muerta, intelectual, vegetariana y estudiante de psicología, esconde a una ambiciosa como su personaje. Todo el mundo alaba su interpretación y lo bien que baila, pero, ¿cuántos de los que lo hacen han ido al ballet en los últimos años? ¿Cuántos sabrían distinguir un paso arabesco de un montado? En ese sentido, el prestigioso crítico de ballet de El País, Roger Salas, dijo en un artículo reciente que “la realidad del ballet no le interesa a Aronofsky y se le puede decir aquello de la novela de Vidal: -Usted no sabe mucho sobre bailarinas-, lo que probablemente le dará igual, pues hasta pone a bailar (con un resultado patético) a la Portman”. Y prosigue: “Cisne negro roza la caricatura, con unos arreglos coreográficos lamentables hechos por el francés Benjamin Millepied, a la sazón primer bailarín del NYCB y coreógrafo de la producción cinematográfica”.

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5 .- Un “retrato” del mundo de la danza…. sin el beneplácito del mundo de la danza.

Todos los críticos, guiados por nuestra rentable ignorancia, hemos dicho que Cisne negro retrata con fidelidad el ballet. En el fondo somos tan impostores como el propio Aronofsky, porque, a decir verdad, la película no ha sentado nada bien dentro de sus círculos. “El rechazo del mundillo de la danza ha sido prácticamente unánime” comenta Roger Salas en su artículo. “No es película sobre el ballet, siendo un thriller medio gótico con pretensiones psicológicas que ha levantado revuelo en el mundo del ballet y fuera de él con varios frentes temáticos: la anorexia, la vida interna de las compañías de ballet y la compleja personalidad de la protagonista”. Salas comenta que “la crítico de ballet Célida P. Villalón desde Nueva York no ha dudado en calificar la película como cercana a lo pornográfico y poco edificante para la danza en general”. Y reproduce un elocuente párrafo que el director del Ballet de Hamburgo, John Neumeier, pronunció en una entrevista en el diario alemán Hamburger Abendblatt, donde dice:

"No me gusta Cisne Negro ni en su forma ni en su contenido. Como una película de suspenso, es bastante aburrida. En cuanto al contenido se refiere, me choca. Se pretende abrir una puerta a un mundo desconocido, el del ballet, y retratar lo que realmente ocurre allí. Sin embargo, sólo muestra un mundo de fantasía, donde hay un cliché barato tras otro".

“Lleva razón” apostilla Salas. ¿Hacen falta más argumentos? Parece que el cisne hace honor a su nombre

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