Poniendo el acento en el papel

Portorriqueños haciendo de argentinos, mozas de Alcobendas cambiando el cheli por el portugués de Brasil…
Poniendo el acento en el papel
Poniendo el acento en el papel
Poniendo el acento en el papel

BENICIO DEL TORO

Le vimos en: Che: El argentino y Che: Guerrilla (Steven Soderbergh, 2008)

Acentos: Argentino, cubano y revolucionario.

El impresionante trabajo de Del Toro en el díptico de Soderbergh sobre el famoso guerrillero figura por derecho en el primer puesto de nuestra ensalada de lenguas. Repasemos: un portorriqueño interpretando a un argentino al que, conforme avanza la historia, se le va pegando ligeramente el acento de Cuba… Si a eso sumamos el rodaje en la manigua, la duración de la empresa y el camaleónico trabajo de transformación del actor para convertirse en Ernesto Guevara, sólo podemos quitarnos el sombrero y pedirle la dirección de su coach (si lo tuvo).

ANTONIO BANDERAS

Le vimos en: Evita (Alan Parker, 1996)

Acento: Argentino, pero en inglés.

De Che Guevara Che, y tiramos porque nos toca hablar de uno de los musicales más excesivos y polémicos de Broadway. Aunque en las representaciones teatrales el papel encarnado por Banderas en este filme es claramente el del político y guerrillero, la versión fílmica respeta la intención original del compositor Andrew Lloyd Webber, convirtiendo al personaje en un individuo cualquiera (en el país austral, “che” es un vocativo similar al “tío” español) que comenta cínicamente la acción. Y ahí tenemos al malagueño Antoniou, recién emparejado con su Melanie Griffith, mientras Madonna le canta No llores por mi, Argentina a sus descamisaditos. Sea en el idioma que sea: qué bien canta este hombre… Y cómo baila el vals.

PENÉLOPE CRUZ

La vimos en: Woman On Top (Fina Torres, 2000)

Acento: Brasileño de Alcobendas.

Esta historia calentorra de cocina y seducción no es precisamente la mejor entrada en la filmografía de nuestra Pe más universal. Pero su peculiar argumento (que nos lleva de Brasil a Nueva York) y sus diálogos nos permiten escuchar a la oscarizada Penélope demostrándole a los anglosajones que, en las lenguas romances como el portugués y el español, sólo hay cinco vocales (el inglés tiene doce). Aunque ni el guión ni la dirección estuviesen de su parte, la Lingüística General sí lo estuvo. Las hay con suerte…

VIGGO MORTENSEN

Le vimos en: Alatriste (A. Díaz Yanes, 2006)

Acento: Danés-argentino-neoyorquino-madrileño.

Nacido en Nueva York, con familia en Canadá, criado entre Venezuela, Argentina y Dinamarca… Además de un grandísimo actor, Viggo Mortensen es un políglota consumado que se licenció en Hispánicas porque, según él mismo explica, no necesitaba estudiar mucho para aprobar. Tanto los detractores de esta adaptación de Arturo Pérez-Reverte como sus apologistas coinciden en una cosa: el peculiar ceceo del hombre que fue Aragorn puede resultar algo artificial, pero contribuye a aportar un punto más de mal rollo a un personaje de por sí turbio.

AITANA SÁNCHEZ-GIJÓN

La vimos en: Un paseo por las nubes (Alfonso Arau, 1996)

Acento: Mexicano, californiano, seducido y abandonado.

Comedida como siempre, la mejor actriz española de su generación (con permiso de todas las demás), no cargó su acento de inflexiones de telenovela en este drama californiano-mexicano, rural y viñatero. Y, pese a ello, sus lágrimas y su dulce entonación consiguieron quebrar la inexpresividad de todo un Keanu Reeves, falso padre del bombo cargado por Aitana durante la película. Eso sí: en el video de arriba puedes comprobar la pronunciación, cuanto menos peculiar, que los anglosajones aplican a su apellido compuesto.

ANDY GARCÍA

Le vimos en: Muerte en Granada (Marcos Zurinaga, 1996)

Acento: Cubano-norteamericano-granadino.

Aunque el sobrino matón de Al Pacino en El Padrino III no era el primer actor foráneo en encarnar a Federico García Lorca, sí fue el primero en hacerlo en una película dialogada en inglés. Mucho más histriónico que Nickolas Grace (quien diera vida al granadino en Lorca: Muerte de un poeta –serie, 1988-), García aporta inflexiones caribeñas a su contundente declamación del Llanto por Ignacio Sánchez Mejías.

JOSÉ LUIS DE VILALLONGA

Le vimos en: Desayuno con diamantes (Blake Edwards, 1961)

Acento: Madrileño-brasileño-aristocrático.

Mujeriego y bon vivant, el Barón de Segur, Maldá y Maldanell era ya de por sí un personaje digno de la pluma de Truman Capote. De ahí que Blake Edwards le pusiera a tiro de la cazafortunas Audrey Hepburn y sus artes predatorias, camuflado como el millonario brasileño (pero con banderillas) José Silva Pereira. Tras renunciar a la divina anoréxica, probablemente espantado por el acento japonés de Mickey Rooney (otro que tal), el futuro biógrafo de Juan Carlos I sería adoptado por el linaje nobiliario más ilustre del cine español: los Leguineche de Luis García Berlanga (Patrimonio nacional, 1981).

JORGE PERUGORRÍA

Le vimos en: Volavérunt (Bigas Luna, 1999)

Acento: Cubano-aragonés (y sordo).

Verde veronés, violeta de cobalto, azul de arsénico… Aunque conozca los colores venenosos de su paleta, Jorge Perugorría (cubano convertido en aragonés por gracia de Francisco de Goya) no está inmunizado contra el viboreo que derraman aquí Aitana Sánchez-Gijón(aristocrática) y Penélope Cruz (arribista) en este delirio histórico de un Bigas Luna siempre retorcido en la cosa carnal. Y en la lingüística, porque aunque le falte el deje mañico del original, el actor cubano porta aquí un elegante e indefinido acento que hubiese causado sensación en la corte de Carlos IV.

ALBERTO AMMANN

Le vemos en: Lope (Andrucha Waddington, 2010)

Acento: Argentino-español, muy prometedor.

Viéndole en Celda 211, confrontado con el gallego apandador Luis Tosar, uno juraría que aquel funcionario de prisiones que se desmayó donde no debía era tan de Alcobendas como Penélope Cruz. Pero en realidad Alberto Ammann, al que ahora vemos como el autor más taquillero del Siglo de Oro, es cordobés. De la Córdoba de Argentina, eso sí, aunque no se le note. Su Goya al Actor Revelación por la película de Daniel Monzón queda revalidado por un acento que el propio Cervantes (enemigo mortal del Lope histórico, todo sea dicho) hubiese envidiado: con esa voz, Ammann puede recitarnos todos los sonetos que quiera.

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