[Opinión] Fuera 'cuñaos' de mi 'Star Wars'

Según revela el caso de Kelly Marie Tran, el fandom de la saga galáctica está volviéndose cada vez más cerril e intolerante. ¿Ha llegado la hora de que nos volvamos 'trekkies'?
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Imagen: The Rogstar

"El Emperador es un político, y su nombre es Richard Nixon": así le explicaba George Lucas al director Richard Marquand, en 1981, cómo debía presentar al malo supremo de la saga Star Wars en El retorno del Jedi. Y, si te sorprendes al leer sus palabras, no deberías, porque con esta y otras declaraciones (aquella que comparaba a los Ewoks con el Vietcong fue posiblemente la más sonada), el patriarca galáctico dejaba claro por entonces que las raíces de su serial seguían estando en la contracultura de los 60 y en el ideario del Nuevo Hollywood. Lo cual le daba, en lo político, un color tirando a rojeras que apenas se ha desteñido con el tiempo: al fin y al cabo, por mucha Disney que rija sus destinos, el tema central de Star Wars sigue siendo la rebelión de los excluidos contra un orden autoritario. Y, con tales premisas, estará claro que su fandom es de signo progresista, enemigo del racismo, del sexismo y de la homofobia. ¿Cómo podemos dudarlo?

Pues dudémoslo, porque la realidad parece cada vez más empeñada en mostrarnos justo lo contrario. Eso es lo único que cabe pensar tras conocer la bochornosa historia sufrida por Kelly Marie Tranquien abandonaba ayer su cuenta de Instagram harta de recibir insultos. Al igual que su compañera Daisy Ridley, quien incluso necesitó terapia para sobreponerse a tanto acoso, la actriz se ha retirado de la red social como reacción a unos ataques que en parte obedecían al odio contra su personaje, Rose Tico, en parte al rechazo que parte de la comunidad warsie siente por Star Wars: Los últimos Jedi y en parte (esto sí que lo tenemos claro) al placer sentido por ciertos infraseres al arremeter contra una mujer joven de origen asiático y de físico tirando a rechoncho.

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Como recuerda Birth Movies Death, los ataques contra Kelly Marie Tran no han tenido lugar sólo en su cuenta de Instagram: la enciclopedia online Wookiepedia se vio obligada a bloquear las ediciones en la página dedicada a Rose Tico para evitar que el perfil del personaje se llenara de groserías. La misma fuente también señala que otros participantes en Los últimos Jedi, como Rian Johnson y John Boyega, han sufrido bombardeos de improperios muy similares. Claro que uno de ellos es un director que sigue en nómina de Lucasfilm y el otro es un actor cotizado, con lo que se han tomado las cosas con mucha más calma (Boyega no se corta un pelo en responder a los agresores). Ah, y también se trata de dos hombres, lo cual (suponemos) habrá ayudado a matizar el tono y la virulencia de los ataques.

Cuando a uno le gusta Star Wars desde que tiene uso de razón, casos como los que hemos señalado en este artículo le resultan preocupantes. O deberían. No tanto por su signo político como porque revelan que el fandom de la saga galáctica está adquiriendo a pasos agigantados un cariz cada vez más cerril, agresivo e intolerante. El único argumento que se nos ocurre contra esta afirmación es que los casos de fanatismo agresivo vienen de lejos: ahí está el caso (rememorado por The Daily Beast) de Jake Lloyd, el actor que interpretó al joven Anakin Skywalker en La amenaza fantasma y que, debido a ello, fue hostigado de formas que dañaron para siempre su salud mental.

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Dentro de lo malo, podemos añadir, Lloyd (y Hayden Christensen, otro actor mediocre que también se llevó lo suyo) tuvo la relativa suerte de que las redes sociales aún no hubiesen llegado a su máxima ebullición en 1999. De unos años a esta parte, las plataformas online se han convertido en el vehículo perfecto para aquellos fans que quieren ponerse galones a base de agredir y humillar a aquellos que, en su opinión, 'arruinan' la saga de sus amores.

Ahora, bien: ¿hemos dejado aparte el sesgo político de estos acosos? Pues retomémoslo, y con fuerza. Es cierto que la identificación del varón blanco y cisgénero como supervillano de los tiempos modernos puede dar pereza (o al menos se la da, por razones obvias, al autor blanco y cisgénero de este artículo). Y también es verdad que periodistas estadounidenses como la crítico Jen Yamato (Los Angeles Times) acaban resultando cansinos por su insistencia en identificar a este tipo de haters con machitos ebrios de testosterona y votantes de Donald Trump. Pero, como dicen en Tatooine, "cuando la Fosa de Carkoon suena, Sarlacc lleva". O algo así. El caso es que aquí los sonidos son, a veces, estruendosos, y llevan consigo un tufillo ultraderechista que ríete tú de los pantanos de Dagobah.

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Más allá de aquel crítico español que despachó al Boyega de El despertar de la Fuerza como "un negro" incluido "para agradar a Obama", es verdad que muchos detractores de la deriva reciente de Star Wars no se han centrado en los defectos de las películas, sino en la presencia en ellas de personajes femeninos o de pieles con tonos distintos al blanco anglosajón. Cuando esta web publicó aquel artículo sobre las reacciones contra Los últimos Jedi, le dio la bienvenida a las opiniones negativas... siempre y cuando estas fuesen razonables y con ánimo constructivo. Cualidades que no adornan precisamente a esas bochornosas campañas online, al montaje 'libre de mujeres' o al empeño por retorcer hasta la última declaración de Mark Hamill para convertirla en una prueba incriminatoria contra Johnson, contra Kathleen Kennedy y hasta contra Obi-Wan Kenobi, si hubiese menester.

¿Estamos exagerando? Ni por asomo: ahí están los artículos en webs de fans, los vídeos y los podcasts para probarlo. Y si preferimos no enlazarlos es para no regalar páginas vistas a sus autores. Porque, aunque ellos lo negarán, el ánimo de muchas de estas pataletas no es defender una causa sino llamar la atención en internet, un ámbito en el que (como en el senado de la antigua Esparta) los debates no los gana quien ofrece mejores argumentos, sino el que grita más fuerte.

Como decían en aquella película, "así muere la democracia: con un estruendoso aplauso". A lo que nosotros añadimos que esta deriva amenaza con tornar Star Wars en el coto privado de esa subespecie a la que, en España, solemos describir con el término "cuñao": aquellos individuos (casi siempre de género masculino y rozando la treintena de edad) que prefieren  despacharlo todo a base de generalidades antes que razonar, autoproclamándose como enemigos de la corrección política para justificar sus esputos verbales. Estrategias, si nos preguntan, no tan distintas a las de los Lores del Sith cuando defienden su alianza con el Reverso Tenebroso y su oposición a los Jedi, esos 'social justice warriors' con sable de luz.

Aunque algunos puedan dudarlo a estas alturas, a un servidor le encanta el fandom de Star Wars. O le encantaba hasta ahora. Y eso se debía, no a la cerrazón en defensa de una presunta pureza original (los fundamentalismos, del signo que sea, le merecen una simpatía más bien escasa), sino a su disposición a intercambiar ideas, imaginar realidades alternativas, dotar de significado hasta al detalle más efímero de las películas y reírse de sí mismo cuando tocaba. Virtudes todas ellas que, a estas alturas, parecen destinadas a desaparecer. Así que ya lo sabéis, fans: o ponéis vuestro granito de arena para evitar que estos círculos se conviertan en un hervidero de trolls y flipados o este que lo es se pasa al bando enemigo con armas y bagajes. O, lo que es lo mismo, se hace trekkie sin mirar atrás. Estáis avisados.

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