'Onward': Así es como Pixar sale adelante

En el mundo del cine se idealiza muy a menudo la figura del creativo. Hay una concepción reverenciada del concepto de genio auteur, sacando adelante proyectos por sí mismo y con una visión única a través de una idea enteramente personal. Pero, más allá del claro hecho de que el cine es un arte colaborativo en el que cada individuo aporta su grano de arena, a menudo olvidamos el camino que hay que recorrer para llegar hasta ahí.

Dan Scanlon no parece olvidarlo, cosa casi inevitable teniendo en cuenta que se ha forjado una carrera entera alrededor de adaptarse a lo que tenía a mano. Sus inicios en el mundo de la animación fueron el polo opuesto de todo aquello que solemos glorificar, dedicando años al departamento de storyboard de las infames secuelas directas a vídeo de la Disney de principios de siglo. Fue allí donde Pixar le descubrió, incorporándole para su primer proyecto como director: un corto de Cars.

Una vez más, Scanlon se adaptó a lo que tenía, y así fue como le asignaron su primer proyecto de largometraje: la infravaloradísima Monstruos University, una tarea claramente "de encargo" que logró hacer suya de una forma 100% personal centrando su tesis en su propia experiencia.

Quizá lo más interesante de Monstruos University sea su estatus de precuela. Incluso resultando divisiva, es la única precuela existente por la que se suele guardar genuino cariño, y eso se debe a un elemento clave: es la única que usa su estatus de precuela a su favor. Muchas de ellas se limitan a explotar guiñitos a lo que sabemos que va a suceder en la entrega original, mientras que University juega sus cartas dentro del sistema para saltárselo a la torera.

Su tesis entera, infinitamente más realista y sincera de lo que acostumbran a ser los típicos mensajes de "¡cree en tus sueños!" en el cine infantil, logra salir adelante dentro de una industria gigantesca como Disney por una sencilla razón: es muchísimo más fácil vender una resolución relativamente dura a tu película si tu audiencia objetiva, los niños, ya saben de antemano que los personajes van a acabar bien.

Y esa resolución no solo resulta sincera por mera ejecución, también por lo personal que claramente es para Scanlon. Mike Wazowski no entra por la puerta grande a la compañía de sustos, fracasa por completo en lo que quería hacer inicialmente con su vida y llega poco a poco a otro puesto en el que se siente satisfecho a través de adaptarse a lo que se va encontrando por el camino.

Es por todo esto que surgían dudas en si Onward, el primer proyecto de Scanlon que surge de una idea original suya y no de un encargo, iba a resultar igual de sincera y personal. Gran parte de esas dudas, sin embargo, se disipan nada más oír acerca de sus orígenes: la película entera se basa en la relación de Scanlon con su hermano tras la muerte de su padre, cuando eran demasiado pequeños como para siquiera recordarle; y surge de una grabación en forma de cassette que recibieron de un pariente cuando eran adolescentes, en la que escucharon su voz por primera y última vez, pronunciando solo las palabras "hola" y "adiós".

En su gran mayoría, la película está a la altura de esto. Muchísimo más intimista que todo aquello a lo que Pixar nos tiene acostumbrados a día de hoy, gran parte de Onward se forja alrededor del pilar que forman sus dos hermanos protagonistas, llegando incluso a concederles una gran cantidad de escenas conversacionales en solitario y un reparto de secundarios limitadísimo que únicamente sirven para ensalzar esto.

Junto a un guión tan ingeniosamente construido como estructurado y a un tercer acto cuya mayor baza es la misma que en University, ser lo suficientemente valiente como para darte lo que necesitas en vez de lo que quieres; lo más fresco y satisfactorio de Onward es sin duda esa forma de abrazar lo más personal sin dejar de lado todo el camino que ha llevado hasta ahí.