Nuestros 10 abuelos favoritos del cine

Al igual que los protagonistas de 'Plan en Las Vegas', estos señores saben que la tercera edad conlleva más cosas que acordarse de tomar el Sintron. Por YAGO GARCÍA
Nuestros 10 abuelos favoritos del cine
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Nuestros 10 abuelos favoritos del cine

Los Hermanos Coen, Tommy Lee Jones y Cormac MacCarthy están de acuerdo: más a menudo de lo que sería deseable, el cine no es país para viejos. De ahí que esta semana nos sorprenda ver cómo llegan dos estrenos centrados en la tercera edad. Por una parte, Una familia de Tokio retrata a un matrimonio de jubilados que visitan a su familia en la capital japonesa, con su director Yoji Yamada siguiendo el libro de estilo del gran Yasujiro Ozu. Por otra, Robert De Niro, Morgan Freeman, Kevin Kline y Michael Douglas se apuntan a un Plan en Las Vegas, dispuestos a enseñarle a ese jovenzuelo de Zach Galifianakis cómo se hacen las cosas. Ante este plan, hemos recordado a esos personajes de cine para los cuales la ancianidad no significa sólo acordarse de tomar el Sintron, sino transmitir su saber a las generaciones futuras. Con todos vosotros, nuestros abuelos favoritos del cine.

Don Marcelino (Paco Martínez Soria)

Le conocimos en... Abuelo Made in Spain (Pedro Lazaga, 1969)

Y le queremos porque... En realidad, casi cualquier filme protagonizado por el actor aragonés (desde la inolvidable La ciudad no es para mí en adelante) nos hubiera valido para este informe. Pero, sin salirse de las coordenadas pirenáicas y con boina, don Marcelino resulta especialmente entrañable: tras desplazarse a la traicionera urbe, este pastor de ovejas demuestra que para él no hay apertura ni desarrollismo que valga cuando se trata de meter en cintura a sus descendientes. Para la historia queda el momento (puedes verlo en el vídeo) en el que su melenudo nieto le introduce en los misterios del pop psicodélico.

Edwin Hoover (Alan Arkin)

Le conocimos en... Pequeña Miss Sunshine (J. Dayton, V. Faris, 2006)

Y le queremos porque... Una vez llegado a la senectud, el patriarca de una familia numerosa (y cinematográfica) puede escoger entre dos caminos. El primero, basado en la moderación y la sabiduría, le condenará a dar con sus huesos en el asilo a poco que se despiste si sus descendientes no están a la altura. El segundo, elegido por Edwin, puede resumirse con las palabras "para lo que me queda en el convento...". Ante la recua de depresivos (Steve Carell), majaras (Paul Dano) y pelmazos (Greg Kinnear) que le rodea, este yayo opta por darse al vicio, las drogas opiáceas y el fornicio, cosa comprensible y que le permite llevarse un Oscar al actor de reparto.

El abuelo terminal (Pololo)

Le conocimos en... El día de la Bestia (Álex de la Iglesia, 1995)

Y le queremos porque... "Dicen que es falta de riego, pero yo no me creo nada", decía Santiago Segura, el nieto jevimetalero de este ancianito. Nosotros, a qué mentir, estamos de acuerdo: puestos a aguantar a una hija tan satánica como Terele Pávez, qué mejor plan que deambular semidesnudo por el domicilio familiar, experimentando visiones místicas gracias a la 'medicación' (básicamente, tripis de alto octanaje) suministrada por su descendiente. Y si gracias a ello se convierte en una one scene wonder del celuloide español, pues miel sobre hojuelas.

Jesús Gris (Federico Luppi)

Le conocimos en... Cronos (Guillermo Del Toro, 1993)

Y le queremos porque... Recuperar la juventud perdida, hallarse de nuevo en plenitud de facultades e incluso recordar lo que es el amor: cuando la vejez llama a la puerta, estas tentaciones son difíciles de resistir. Que se lo digan al señor Gris, relojero bonaerense expuesto a ellas por mor de un artefacto arcano y de un director debutante, pero que apuntaba muy alto. Ante los atónitos ojos de su nieta (Tamara Shanath) y con el villano Ron Perlman pisándole los talones, este abuelo descenderá a las simas del horror hemoglobínico convirtiéndose en una figura muy poco común en el cine: un vampiro de la tercera edad.

El abuelo lector (Peter Falk)

Le conocimos en... La princesa prometida (Rob Reiner, 1987)

Y le queremos porque... A estas alturas, ¿hace falta decir que William Goldman se lució de lo lindo adaptando su propio libre al cine? Bueno, nunca está de más recordarlo. Para enmarcar la historia de Wesley, Buttercup e Íñigo Montoya, el guionista se sacó de la manga a este vejete tan cariñoso como mordaz, gracias a cuyo cuento su nieto (Fred Savage, el chaval de Aquellos maravillosos años y ahora director televisivo) acaba mandando la videoconsola a hacer puñetas. No es por nada, pero a más de un chaval de nuestros días le vendría bien tener un yayo así.

Don Vito Corleone (Marlon Brando)

Le conocimos en... El Padrino (Francis Ford Coppola, 1972)

Y le queremos porque... ¿Que es un señor del crimen? Vale. ¿Que corrompe -a su pesar- al pánfilo de su hijo Al Pacino, convirtiéndole en un ser aún más maligno que él mismo? También está claro. Pero todos sentimos un nudo en la garganta cuando este viejo mafioso juega con su nietecito entre las tomateras de su huerto, usando una (ominosa) cáscara de naranja para asustar al crío. Irónicamente, un hombre que se convirtió en bestia para sobrevivir (véase El Padrino II) pasa sus últimos instantes de vida fingiendo ser un monstruo de película.

John Hammond (Richard Attenborough)

Le conocimos en... Parque Jurásico (Steven Spielberg, 1993)

Y le queremos porque... Cuando nosotros éramos críos, nuestros abuelos estiraban cual chicles sus magras pensiones. No es que nos quejemos (ahora, seguramente, tendrían que dar de comer a toda la familia), pero entonces sentíamos envidia de Lex (Arianna Richards) y Tim (Joseph Mazzello), los nietos de este multimillonario. En lugar de hacer que le acompañen al hogar del jubilado, el yayo se lleva a los críos de excursión a un parque temático con dinosaurios clónicos (y digitales), aventuras épicas y Sam Neill, Laura Dern y Jeff Goldblum como tutores a su pesar.

El abuelo Sawyer (John Dugan)

Le conocimos en... La matanza de Texas (Tobe Hooper, 1973)

Y le queremos porque... La juventud está en el ánimo, no en el físico, y cuando hay vocación uno siempre está listo para hacer su trabajo. Dos topicazos enormes, es cierto, pero que se vuelven válidos cuando uno contempla al abuelo de 'Caracuero' y familia. De edad provecta, confinado en una silla de ruedas y alimentándose únicamente con sangre de excursionista (cosas de la dentadura), este patriarca de la América profunda no se priva de empuñar el mazo de matarife para acogotar a la víctima de turno durante las cenas familiares. Y es que, cuando uno ha sido el mejor en el oficio, cuesta asumir la jubilación.

Don Rodrigo de Arista (Fernando Fernán Gómez)

Le conocimos en... El abuelo (José Luis Garci, 1998)

Y le queremos porque... Con permiso de otros compañeros de generación, Fernán Gómez ejerció durante mucho tiempo como abuelo cascarrabias, pero sabio, para una generación o dos de cinéfilos españoles. Por ello, este papel le vino como un guante: indiano sin fortuna, don Rodrigo pasa su vejez tratando de averiguar cuál de las hijas de su nuera (Cayetana Guillén Cuervo) es legítima, y cuál debe ser desposeída de su herencia por ser fruto de un adulterio. Todo, en fin, muy de esa España negra y cerril que tan bien se le daba retratar a Benito Pérez Galdós.

Norman Thayer (Henry Fonda)

Le conocimos en... En el estanque dorado (Mark Thayer, 1981)

Y le queremos porque... No es sólo su señorial continente, ni que su matrimonio con Katharine Hepburn sea un modelo de amor que aguanta los envites de la edad. Tampoco es por su forma de espabilar a ese nieto adolescente, logrando que se deje de angustias paternofiliales y lea La isla del tesoro hasta el final. Todo lo anterior le haga merecedor de nuestra estima, pero lo que más nos impresiona del señor Thayer es que la gorra de pescar que luce en casi todas sus escenas perteneció a Spencer Tracy. En un gesto tan entrañable que hasta duele, la Hepburn se la regaló a su compañero de reparto antes de comenzar el rodaje, y este honró la prenda llevándola puesta sin parar. Algo que se vuelve todavía más impactante si recordamos que Fonda ganó su único Oscar, tras tres nominaciones y un premio honorífico, gracias a este filme, y que por entonces estaba tan enfermo que no pudo acudir a la gala. El actor falleció en 1982.

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