Nicolás Alcalá, director de 'El cosmonauta': "El 'crowdfunding' es una opción realista"

Esta película independiente española ha amasado 131.850 euros, casi 90.000 más de su demanda inicial, gracias a 3.600 internautas generosos. Desde el rodaje, hablamos con su director. Por YAGO GARCÍA
Nicolás Alcalá, director de 'El cosmonauta': "El 'crowdfunding' es una opción realista"
Nicolás Alcalá, director de 'El cosmonauta': "El 'crowdfunding' es una opción realista"
Nicolás Alcalá, director de 'El cosmonauta': "El 'crowdfunding' es una opción realista"

A estas alturas del año, en Riga (Letonia) ya hace el buen tiempo. Y el director de cine Nicolás Alcalá, que rueda por esos pagos su película El cosmonauta, tiene buenas razones para disfrutar del aire del Báltico: la iniciativa de crowdfunding (financiación a través de donaciones) que hizo famoso a su filme antes se ha saldado con una cifra de 131.850 euros. Una respuesta muy superior a los 40.000 euros que el colectivo Riot Cinema pidió en marzo de 2009 para sacar adelante su obra.

"Estamos alucinando en colores", confiesa Alcalá a CINEMANÍA. El director, que dentro de dos semanas marchará al campo de despegue de Star City (Rusia) para rematar su filme, parece entusiasmado ante la forma en la que su público potencial ha contribuído a El cosmonauta. Pero  no quiere echar las campanas al vuelo. "Esta cantidad representa sólo parte de nuestro presupuesto, que está en los 850.000 euros", explica, recordándonos que su iniciativa de suscripción Save the Cosmonaut comenzó tras el abandono de un inversor una semana antes del inicio del rodaje. "Ahora hemos recuperado un 30% de financiación, pero aún quedan cosas por cubrir entre los salarios y la posproducción".

Aunque aún queden números rojos en el balance, el 'efecto El cosmonauta' ha sido más que positivo: "Hemos pasado de pensar que no podíamos terminar la película a saber que llegaremos al final, y todo ello demostrando que el crowdfunding es una opción realista", afirma. Esta no ha sido la primera inyección presupuestaria de altura, eso sí: durante las primeras 72 horas de su campaña, El cosmonauta acumuló cerca de 60.000 euros, 50.000 de ellos a través de un inversor particular, y los 10.000 restantes a través de donativos sui generis.Y es que, para convertirte en productor de esta película, un internauta sólo ha necesitado gastar un mínimo de 2 euros.

"Tenemos un sistema mixto", comenta Alcalá. "Los productores son la gente que ha hecho donativos pequeños comprando merchandising en nuestra web: así figuran en los créditos, y entran en el sorteo de un traje de cosmonauta ruso auténtico". Por otro lado, la película también cuenta con inversores privados, que han aportado "entre 100 y 50.000 euros", y con los que se ha suscrito un contrato de cuentas en participación que da derecho al reparto de los beneficios en taquilla. En total, entre inversores y productores, han participado unas 3.600 personas. "Estamos pensando en repartir los títulos de crédito entre varios pases, para que quepan todos", ríe el director.

¿Demuestra el caso de El cosmonauta que el crowdfunding es viable? Nicolás Alcalá piensa que sí, pero se esfuerza por ser realista: "Si nosotros valemos como caso de estudio, está claro que sí", declara, pero dejando claro que "esto no sirve para todas las películas, ni decimos que pueda ser una norma". En todo caso, y más allá de los números, lo mejor ha sido "saber que esta locura es realista y posible". Todo eso sin contar, claro está, apoyos ilustres (y desinteresados) como el del compositor Eduard Artemiev, el hombre que puso música al Solaris de Andrei Tarkovski. Marina Tarkovskaia, la hermana del cineasta ruso, también ha manifestado su apoyo a la película.

Sin embargo, el aumento en su capital asegura que El cosmonauta tendrá efectos digitales. Un asunto este más serio de lo que parece, dado que algunos miembros del equipo amenazaban (en tono jocoso, y en la web de la película) con ponerse en huelga de hambre si en el filme sólo se veían maquetas. Alcalá ríe cuando se le recuerda este dato, y puntualiza: "Habrá efectos digitales", afirma, "pero muy minimizados, porque nos gustan las cosas que se pueden tocar".

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