Muere Isao Takahata, maestro de la animación universal

El cineasta japonés, cofundador de Studio Ghibli, dirigió bellas cimas de la animación como 'La tumba de las luciérnagas', 'Pompoko' o 'El cuento de la princesa Kaguya'.
Muere Isao Takahata, maestro de la animación universal
Muere Isao Takahata, maestro de la animación universal
Muere Isao Takahata, maestro de la animación universal

La muerte de Isao Takahata, que ha fallecido a los 82 años en Japón, supone una pérdida enorme para el mundo de la animación y el cine en general. Con una filmografía de cinco décadas, la obra del cineasta japonés es uno de los mayores triunfos artísticos del cine de la animación, al que también contribuyó de forma decisiva como cofundador de Studio Ghibli junto a su amigo Hayao Miyazaki en 1985. Allí no solo dirigiría varias obras maestras, sino que participaría como consultor y colaborando en diversos ámbitos en las de sus compañeros.

Antes de eso, tras licenciarse en Literatura francesa en la Universidad de Tokio en 1959, empezó su carrera profesional dentro de la productora Toei Animation. Su primer largo como director, el filme de aventuras La princesa encantada (1968), fue un rotundo fracaso comercial que marcaría el cariz inconformista del resto de su carrera. También fue así como conoció a Miyazaki, con quien viajó hasta Suecia con la intención de preparar una adaptación de su querida Pipi Calzaslargas para terminar siendo rechazados por la autora Astrid Lindgren.

Sería la serie de animación Lupin III lo que les ayudaría salir a flote a principios de los 70. El cineasta trabajó en un puñado de episodios hasta que, de nuevo junto a sus antiguos compañeros de Toei, Miyazaki y Yoichi Kotabe, se embarcó en la realización de Heidi (1974), un proyecto personal que Takahata capitaneó como revulsivo del chasco de Pipi Calzaslargas. Todos salimos ganando.

Otro proyecto frustrado, la adaptación del legendario cómic Little Nemo de Winsor McCay, acabó desembocando en la fundación de Studio Ghibli, quizás la compañía de animación más importante del mundo para los cinéfilos. Con Miyazaki y Takahata supervisando el control creativo, pudieron florecer algunas de las mejores películas de las últimas décadas. El durísimo relato de postguerra La tumba de las luciérnagas (1988) fue el primer filme de Takahata en Ghibli, una historia con la sensibilidad a flor de piel imposible de olvidar una vez vista.

Eso último solía suceder con el cine de Takahata. No se olvidaba. Por supuesto, por su virtuosismo técnico y hondura emocional, marcas de la casa Ghibli, pero en su caso también por un espíritu curioso e intrépido que le llevaba a cambiar de registro y estilo visual en cada nuevo proyecto. ¿Qué hay más alucinante que pasar del costumbrismo familiar de Recuerdos del ayer (1991), no muy distante de Ozu Naruse, a la fábula político-medioambiental con mapaches Pompoko (1994), quizás una de las películas más originales que se han hecho nunca?

Takahata también experimentaba con la animación, llegando a extremos minimalistas en los trazos de Mis vecinos los Yamada (1999) o la cima expresiva que supone El cuento de la princesa Kaguya (2013). Esa última joya, a la vez declaración de intenciones y rúbrica de una obra artística irrefutable, terminaba asumiendo que su protagonista, igual que su autor, no estaba hecha para reinar en este mundo, porque el suyo eran todos los demás.

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