Muere Dick Miller, el señor Futterman de 'Gremlins'

Cuando uno piensa en Dick Miller, el veterano actor de carácter que ha fallecido en Toluca Lake un mes después de su 90 cumpleaños, uno recuerda su cara de pasmo al ver cómo una horda de bichejos verdes entraba en su casa a bordo de un bulldozer. Porque el papel más conocido de Miller, un profesional con 182 créditos en su filmografía, siempre será el del señor Futterman, ese vecino facha y xenófobo de Billy (Zach Galligan) en Gremlins (1984) que acababa teniendo un tête à tête con las criaturas en la accidentada Nochebuena de Joe Dante. 

Nacido en el Bronx (Nueva York) en 1928, Miller sirvió en la Marina de EE UU durante la II Guerra Mundial para después alternar sus primeros pinitos en la interpretación con su trabajo como enfermero en un psiquiátrico. Tras mudarse a California en 1962, intervino en numerosos filmes de Roger Corman (Un cubo de sangre, El hombre con rayos X en los ojos, El terror), así como en teleseries como El Virginiano y Mannix. Después, sus tarifas asequibles y su talento para encarnar individuos excéntricos le hicieron cruzarse en el camino de cineastas tales que Steven Spielberg (1941), Robert Zemeckis (Locos por ellos), James Cameron (Terminator) y ese Joe Dante del cual fue inseparable. Ambos coincidieron por primera vez en Piraña (1978) y desde entonces Dante contó con Miller para todos y cada uno de sus filmes, incluyendo clásicos mayores o menores como Aullidos, Gremlins, No matarás… al vecino y Exploradores, entre muchas otras. El cineasta ha llorado su muerte en dos tuits donde se refiere a él como "uno de mis mejores amigos y de mis colaboradores más valiosos". 

Prolífica e inclasificable, la carrera del actor fue conmemorada en 2014 con el documental That Guy Dick Miller, que pasaba revista a sus películas. Miller deja una viuda, una hija y una nieta, las cuales estuvieron presentes en el momento de su muerte. Nosotros nos despedimos recordando que, en Gremlins 2: La nueva generación (1990), su personaje tuvo la ocasión de desquitarse de aquellos seres tan feos, dándole a uno de ellos un baño de cemento.