¿Por qué 'Mudo' no le ha gustado a nadie?

Duncan Jones ha estrenado su cuarto largometraje, un proyecto personal ambientado en el universo de 'Moon' que ha sido respaldado por Netflix... y recibido con cuchillos en alto.
¿Por qué 'Mudo' no le ha gustado a nadie?
¿Por qué 'Mudo' no le ha gustado a nadie?
¿Por qué 'Mudo' no le ha gustado a nadie?

SPOILERS DE 'MUDO'

El pasado 23 de febrero, Netflix estrenó en todo el mundo Mudo, el cuarto largo dirigido por Duncan Jones. La película cuenta cómo un barman mudo (Alexander Skarsgard) busca a su novia desaparecida (Seyneb Saleh) por las calles de neón de una Berlín con aspecto Blade Runner mientras dos cirujanos (Paul Rudd y Justin Theroux) se buscan problemas con la mafia local. El cineasta británico ha pasado ocho años intentando mover el proyecto, que desde un principio consideró secuela espiritual a su aclamada ópera prima, Moon, y cuya historia está ambientada en el mismo universo.

Las dificultades para sacar adelante en Hollywood una historia de ciencia-ficción original, sin vinculación a franquicias o propiedades intelectuales ya sobadas, hicieron que Mudo permaneciera atascada en fase de desarrollo mucho tiempo. Etapa durante la cual Jones se desvirgó en los grandes presupuestos del cine corporativo con la peculiar Warcraft (2016) hasta que consiguió que Netflix produjera su sueño personal.

Cuando el director logró que su guion por fin echara a rodar, la intervención de Netflix se recibió enmarcada dentro de ese sentir generalizado según el cual la plataforma, sedienta de contenido y con mucho dinero para invertir en ello, acudía al rescate del tipo de proyectos de presupuesto medio o planteamientos arriesgados que los grandes estudios de Hollywood ya no se atreven a producir. Basta recordar las hipérboles críticas con las que se recibió en el pasado Festival de Cannes Okja, una película estupenda pero también el título con más concesiones de la filmografía de Bong Jong-hoo, para saber cómo eran los tiempos en los que las producciones de Netflix aparecían sobre corceles blancos dispuestas a salvar el cine de género.

Sin embargo, cuando Mudo ha llegado a la plataforma de contenidos, el discurso ha cambiado.

¿Por qué 'Mudo' no le ha gustado a nadie?

Quizás todo empezara el diciembre pasado con Bright, la primera producción de Netflix con espíritu (y cazurradas) de blockbuster. El filme de David Ayer, todo un éxito de espectadores según la compañía (una secuela ya está en marcha), fue vapuleado por un consenso crítico dispuesto a hacer sangre del director de la desastrosa Escuadrón Suicida y demostrar su ojeriza ciencióloga a Will Smith tomando las rudimentarísimas y desnortadas alegorías raciales del guion de Max Landis como punto de apoyo para lanzar sus mandobles.

O quizás haya sido el reciente estreno de The Cloverfield Paradox. Una jugada maestra de márketing (la película se estrenó en todo el mundo el mismo día en que fue anunciada durante la Super Bowl) capaz de rentabilizar los 50 millones de dólares que supuestamente pagó Netflix a Paramount Pictures por hacerse cargo de la distribución de un filme que, siendo suaves, diremos que queda muy por debajo de las anteriores entregas de la saga Cloverfield. Muy, muy por debajo. A una profundidad abisal.

El caso es que el recibimiento de Mudo se ha enmarcado en este nuevo estado de la situación: Netflix percibida como una especie de desguace para películas de dudosa calidad. Que Paramount también haya acordado con ellos la distribución internacional de Aniquilación, el nuevo filme de Alex Garland protagonizado por Natalie Portman, ha aportado su granito de arena; a pesar de que la película, estrenada en cines en EE UU, haya sido alabada por la crítica.

Mudo, estrenada directamente en Netflix, no ha corrido la misma suerte. Su puntuación en IMDb es de 5,4 y en Rotten Tomatoes exhibe un aterrador 9% en el tomatómetro (para que te hagas una idea, Cincuenta sombras liberadas tiene un 12%); en el agregador de críticas profesionales Metacritic saca un 35/100. "Lenta", "ridícula", "arbitraria", "escabrosa" o "inverosímil" son algunas de las lindezas que se le dedican en los textos. "Tiene tan poco que decir como su protagonista [mudo]. Quizás incluso menos", sueltan en The AV Club. "Una versión de Blade Runner catastróficamente mal concebida con una actuación tremendamente sosa de Alexander Skarsgard", sentencian en The Guardian.

¿A qué viene tanta tormenta de odio hacia Mudo? ¿Es que alguien se la tenía guardada?

¿Por qué 'Mudo' no le ha gustado a nadie?

Mudo está lejos de ser una película perfecta y, de hecho, hay muchas pegas que se le pueden poner a su caída indiscriminada en mil y un clichés del neonoir (la desaparición o muerte de la pareja del protagonista como motor catalizador de la historia la primera de ellos) sin mayor reparo ni comentario, pero la saña crítica con la que ha sido recibida parece exagerada. El diseño de producción, la ambientación urbana y el manto musical de Clint Mansell contribuyen a crear un mundo distintivo donde Duncan Jones expande un relato lineal y simple, pero con ramificaciones fascinantes.

Como dice William Gibson, uno de los escasos defensores del filme, consigue que sean los detalles de la historia los que nos transmitan el mundo fuera de campo donde se desarrolla, y no al revés.

Los personajes interpretados por Paul Rudd y Justin Theroux, cada uno con registros radicalmente opuestos a aquellos sobre los que han levantado sus respectivas carreras, también han levantado bastantes sarpullidos. En realidad, su participación en la historia es completamente coherente con el resto de la obra de Jones. Igual que hizo en Warcraft, en Mudo dedica tanta atención al héroe de la historia como a sus villanos. Por eso pasamos tanto tiempo con Cactus y Duck (no, los nombres de los personajes no es un apartado que vayamos a defender, la verdad); por eso sus escenas cotidianas se alternan con las de comportamientos violentos o reprobables.

Sin duda, el papel que juega la pederastia en una de las subtramas ha contribuido a enturbiar la recepción de Mudo. Son detalles así, junto a la plasmación de cierta muerte cruelmente explícita mientras que otros momentos de violencia más "espectacularizable" se solventan con elipsis, los que denotan la firma detrás de las cámaras de un creador consciente de lo que quiere hacer. Mudo es una película 100% de Duncan Jones (dedicada a su padre David Bowie y su niñera Marion Skene) y su grado de compromiso en el proyecto se nota en decisiones así. Decisiones que no es nada fácil imaginar que ningún estudio pudiera aceptar.

Precisamente lo que hace menos de 12 meses se alababa de Netflix: que haya dejado a un cineasta, en este caso Duncan Jones, hacer una película exactamente como él quería. Con todo lo bueno y lo malo que eso puede conllevar, yo me quedo con este modelo de creaciones difuncionales pero con personalidad antes que la enésima producción prediseñada en despachos de ejecutivos.

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