Es servicial. Es económico. Tiene múltiples prestaciones, resulta un compañero ideal en los largos viajes espaciales y, lo más importante de todo: tiene la percha de Michael Fassbender. Hablamos de David, el androide de a bordo en la expedición de Noomi Rapace, Charlize Theron y compañía a bordo de la Prometheus. Y un nuevo eslabón en la larga cadena de los androides de cine: mientras que los robots de toda la vida (incluídos los de Star Wars, por mucho que se hagan llamar "droides") tienen formas obivamente mecánicas, estos seres cibernéticos son indistinguibles de los humanos, algo que tiene sus ventajas... Y sus inconvenientes. Aquí te presentamos a nuestros favoritos.
Bishop (Aliens, el regreso, 1986)
Modelo humano: Lance Henriksen
Fabricante: No se nos dice en ningún momento, pero sabemos de buena tinta que lleva la etiqueta de Weyland-Yutani en alguna parte...
¿Por qué nos gusta? Tras el soponcio que nos dio [SPOILERS] Ash (Ian Holm) en la primera Alien [/SPOILERS], fue todo un placer encontrarse con un buenazo como Bishop, que lo mismo te prepara el desayuno que te pilota una nave espacial. Lástima que una Ripley (Sigourney Weaver) muy escarmentada tenga prejuicios hacia él: siglos más tarde, ya en Alien Resurrección, la teniente le pondría mucha mejor cara a Winona Ryder. ¿Será porque ella se dejaba hurgar en la circuitería?
T-800 (Terminator, 1984, y secuelas)
Modelo humano: Arnold Schwarzenegger
Fabricante: Cyberdyne Systems o, lo que es lo mismo, la computadora malosa Skynet.
¿Por qué nos gusta? Se nota que este híbrido tecno-orgánico lleva la firma de James Cameron, ingeniero solvente donde los haya. No sólo decimos esto porque resulte muy fácil cambiar su programación entre los modos "asesino implacable" y "ángel de la guarda", sino también porque, como ocurre con los buenos diseños, es capaz de dejar en evidencia a productos más recientes como el T-1000 (mucho cristal líquido, y mira tú luego) o esa Terminatrix que tanto nos recordó a María José Campanario. Ahora bien, el paso de los años no le trata bien, y a la altura de Terminator 3: La rebelión de las máquinas, su chásis está ya de lo más arrugadito.
Eva (Eva, 2011)
Modelo humano: Claudia Vega
Fabricante: Se trata de un modelo especial recién salido del laboratorio. Muy exclusivo todo.
¿Por qué nos gusta? En estos tiempos de crisis, haríamos muy mal si nos olvidásemos del producto nacional. Y, mira tú por donde, resulta que esta androide tan riquiña ha sido fabricada en Cataluña. Tan bien nos cae que nos gustaría alejarla de esa sórdida historia de cuernos entre hermanos (Daniel Brühl y Alberto Ammann) y llevárnosla a jugar con el que sería su amiguito perfecto: el Haley Joel Osment de A. I. Inteligencia artificial. Hablando de Roma...
Gigolo Joe (A. I. Inteligencia artificial, 2001)
Modelo humano: Jude Law
Fabricante: En el mundo futuro donde se ambienta su historia, hay docenas de compañías robóticas. Dejémoslo en que lleva el sello Kubrick-Spielberg.
¿Por qué nos gusta? Ya sabemos que, para muchos y muchas, este puesto debería esatar ocupado por el pequeño David. Pero considerémoslo: a la hora de elegir un mecha de compañía, ¿preferirías a un niño con complejo de Edipo que no para de preguntar por el Hada Azul (cuando realmente está buscando a Meryl Streep)? ¿O a un playboy con rostro de sex symbol, con infinidad de anécdotas picantes que contar, y que encima baila claqué? Bien como amante, bien como compañero de juergas, nosotros tenemos claro que Joe es nuestro androide de cabecera.
Ilia (Star Trek: La película, 1979)
Modelo humano: Persis Khambatta
Fabricante: Modelo customizado a cargo del alienígena llamado V'Ger. Se entrega a domicilio.
¿Por qué nos gusta? Estamos, lectores, ante uno de los personajes más olvidados de la mitología trekkie. Porque, aunque el filme de Robert Wise resultara un tanto soporífero (nosotros somos más de William Shatner gritando "¡Khaaan!", qué vamos a hacerle), reconocemos que esta androide extraterrestre es tan inteligente como sexy. Ahí queda su "sí es, no es" con el humano Stephen Collins para demostrarlo. Todo esto no sólo nos hace preguntarnos por qué no regresó en otros episodios de la franquicia, sino también: ¿qué tiene ese estirado de Data que no tenga ella?
El Cowboy (Almas de metal, 1973)
Modelo humano: Yul Brynner
Fabricante: La corporación Delos, regente del homónimo parque temático para adultos.
¿Por qué nos gusta? Antes de que le diese por revivir a los dinosaurios en Parque jurásico, el escritor y cineasta Michael Crichton se interesó por la robótica. Inspirado (y no es una broma) por una visita a la atracción Piratas del Caribe de Disneylandia, Crichton concibió a este androide que, harto de ser una mera atracción para turistas, decide desquitarse de la humanidad a tiro limpio. Para los protas, claro está, esta toma de conciencia está provocada por una avería, pero qué sabrán ellos.
Alice (Transformers: La venganza de los caídos, 2009)
Modelo humano: Isabel Lucas
Fabricante: Se trata de un modelo de importación. Del planeta Cybertron, para ser más exactos.
¿Por qué nos gusta? Aunque, como corresponde a una Decepticon, Alice es más mala que la quina, no podemos negarle nuestras simpatías. La pobre chica tiene que llevarse al huerto, por cosas del deber, a un nerd como Sam Withwicky (Shia LaBeouf), y encima de todo aguantar las crisis de celos de toda una Megan Fox, más macarra y más motorizada que nunca. Normal que, tras un encuentro con esta última, acabe hecha una pena y con el maquillaje arruinado (para siempre).
Roy Batty (Blade Runner, 1982)
Modelo humano: Rutger Hauer
Fabricante: La Tyrell Corporation, empresa cuyo eslogan sirve de titular a este reportaje.
¿Por qué nos gusta? Nos lo hemos pensado unas cuantas veces a la hora de incluir aquí al bueno de Roy. Más que nada porque, 30 años después del estreno de Blade Runner, los fans todavía nos preguntamos si un replicante clónico y orgánico cuenta o no como androide. Pero el caso es que, pese a sus años de rodaje, este ejemplar de Nexus 6 aparece como un modelo adelantado a su tiempo, capaz tanto de disertar sobre genética al más alto nivel como de improvisar elegantes discursos. Y de dejar hecho un poema al cazarrecompensas Harrison Ford, también.
Cash Reese (Cyborg II: La sombra de cristal, 1993)
Modelo humano: Angelina Jolie
Fabricante: La mala, malísima corporación Pinwheel.
¿Por qué nos gusta? Triste destino el de una robot-espía como Reese: una se pasa su cibervida robando secretos industriales al por mayor y cuando se acaba su tiempo de servicio, en lugar de mandarla de vacaciones, sus jefes deciden enviarla al desgüace. Aún más cutre que su predecesora Cyborg (que tenía a Van Damme de protagonista, y al inenarrable Albert Pyun como director), Cyborg II apareció directa a vídeo VHS en EE UU, pero en el resto del mundo nos sirvió para conocer el espléndido chásis de esa tal Angelina...
Maria (Metrópolis, 1927)
Modelo humano: Brigitte Helm
Fabricante: El pérfido Rotwang (Rudolf Klein-Rooge), un mad doctor como los de antes, con su pelazo y su bata negra.
¿Por qué nos gusta? Los coleccionistas de modelos clásicos no pueden perder de vista a una obra de arte como Maria. Concebida con toda la elegancia del maestro Fritz Lang (y de su mujer Thea Von Harbou, que era un poquito nazi), esta sensual y elegante androide art-déco viene a ser a los androides de cine lo que un Rolls-Royce de los antiguos al mundo de los coches de lujo: aunque su funcionamiento no esté a la altura de los tiempos (esa historia de lucha de clases en el futuro ha envejecido bastante mal), ella fue la primera, y sigue estando entre las mejores.
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