Mark Ruffalo y Matt Bomer, acusados de transfobia por su nuevo proyecto

¿Puede un varón interpretar a una mujer transgénero? La película 'Anything' pone al intérprete de Hulk y al actor de 'American Horror Story' en el punto de mira de los activistas
Mark Ruffalo y Matt Bomer, acusados de transfobia por su nuevo proyecto
Mark Ruffalo y Matt Bomer, acusados de transfobia por su nuevo proyecto
Mark Ruffalo y Matt Bomer, acusados de transfobia por su nuevo proyecto

Saber que Mark Ruffalo Matt Bomer van a coincidir en una película debería ser, en principio, motivo de alegría. Porque ambos son intérpretes muy solventes (el primero, con tres nominaciones al Oscar) y, también, porque ambos son de esas estrellas de Hollywood que caen bien: Ruffalo, por decir verdades como puños de cuando en cuando, además de por ser el mejor Hulk imaginable, y Bomer por haber animado a Channing Tatum a que se subiera con él a una carroza en el Orgullo Gay de de Los Ángeles. Pero es este último actor, precisamente, quien se ha situado en el eje de la polémica que les afecta a ambos. Porque en Anything, un filme en el que Ruffalo interviene como productor ejecutivo, Bomer interpreta a una mujer transgénero. Algo que no les ha hecho nada de gracia a varias portavoces de esta comunidad.

Las razones de este rechazo, que creó la habitual tormenta en redes sociales, fueron resumidas por la actriz y activista Jen Richards (Her Story) en una serie de mensajes breves: "Cuando Jared Leto interpreta a Rayon [en Dallas Buyers Club] y acepta su Oscar con barba, el mundo ve que una mujer trans es sólo un hombre actuando. Cuando Matt Bomer interpreta a una trabajadora sexual trans, le está diciendo al mundo que, en el fondo, las mujeres trans como yo seguimos siendo sólo hombres", resume Richards. Asimismo, la actriz afirma haberse presentado al casting para la película ("Les dije que estaba mal poner a un tío en el papel: no me hicieron caso") y afirma que otras actrices que aspiraron al mismo rol fueron rechazadas "por no parecer lo bastante transgénero". "Queridos Ruffalo y Bomer: si estrenáis esta película, seréis directamente responsables de la violencia que sufrimos", concluye.  

La actriz Jamie Clayton (Sense8) se sumó a las quejas de forma más breve y contundente: "Espero de verdad que alguna vez decidáis hacer algo positivo de verdad para la comunidad transgénero", espetó en su Twitter. A resultas de la acusación, Bomer llegó a bloquearla durante unas horas. "Toda una metáfora de lo que ocurre cuando las mujeres trans denuncian la discriminación: se las silencia e ignora",  sentenció un artículo de The Mary Sue.

La voces de Jen Richards y Jamie Clayton son sólo algunas de las que expresado su rechazo hacia Mark Ruffalo y Matt Bomer. Medios LGBT como Big Gay Picture Show afirman que los actores deberían sentirse "avergonzados". No sólo por perpetuar el cliché de la mujer transgénero dedicada al comercio sexual (una realidad dolorosa, según las estadísticas, pero no la única realidad), sino también por recurrir al llamado "transface": se trata de un término que evoca ese blackface de los primeros años del cine (cuando actores como Al Jolson se pintaban la cara de negro para interpretar caricaturas racistas) y que ha empezado a designar a los intérpretes cisgénero que interpretan a personas trans. Eso, por no hablar de la brutal abundancia de crímenes de odio sufridos por el colectivo.

Ante todas estas quejas, y fiel a su fama de señor dialogante, Ruffalo decidió tomar la palabra. Pero lo hizo con una intervención de las que causan más problemas de los que solucionan. "A la comunidad trans. Os escucho. Es doloroso veros sufrir. Me alegro de que tengamos esta conversación. Es el momento", declaró el actor. Y continuó: "Sinceramente, propuse a Matt para el papel tras la profunda experiencia que tuve con él cuando rodamos The Normal Heart". Las respuestas recibidas por Ruffalo tras estos mensajes son demasiado numerosas como para citarlas aquí, y pueden ser consultadas en Twitter. Baste decir que la mayoría de ellas le decían de todo menos bonito.

A estas alturas, la polémica a cuenta de Anything y el papel de Matt Bomer sigue adelante. De hecho, algunas voces (incluso de personas transgénero) se han alzado en defensa del intérprete: estos mensajes indican que Bomer es gay y está fuera del armario, algo que sigue siendo una rareza en Hollywood, y que también se ha enfrentado a sus propias formas de discriminación. Pero son minoría. En The Hollywood Reporter, el portavoz de la asociación LGBT GLAAD Nick Adams ha publicado un artículo en el que sentencia al filme: "Hollywood sigue teniendo la incorrecta idea de que ponerle maquillaje y peluca a un hombre es una forma adecuada de retratar a una mujer trans", comienza, para después proseguir afirmar que trabajos como el de Bomer perpetúan estereotipos peligrosos: "Primero: que ser transgénero es una performance, un artificio, sólo cuestión de jugar a los vestiditos; y, segundo, que bajo dicho artificio, una mujer trans sigue siendo un hombre".

Aun sin condenar explícitamente a Ruffalo y Bomer, el artículo ataca a Anything con los hechos en la mano: según afirma Adams, las implicaciones del filme llevan un mensaje "tóxico y peligroso". "Es [el mensaje] que lleva a los legisladores de estados como Carolina del Norte a sentenciar que una mujer transgénero debe usar el lavabo de hombres, humillándola y exponiéndola al peligro. Y el que motivó a James Dixon a asesinar a Islan Nettles cuando ella andaba por la calle sin molestar a nadie". Este último argumento apunta al llamado "trans panic", una argucia legal que (como el llamado "gay panic", afortunadamente ya casi en desuso) ha permitido a varios hombres librarse de la cárcel tras asesinar a mujeres transgénero por sentirse "atacados en su masculinidad" en su presencia.

Seguramente, el rechazo a Anything por parte de la comunidad transgénero seguirá adelante cuando la película se estrene. Y prolongará una historia que ya ha afectado a filmes como La chica danesa y series como Transparent. Desde aquí no podemos meter cucharada en el asunto, salvo por una verdad que debería ser de perogrullo: cuando toca conversar con una minoría oprimida, que comienza a tomar la palabra tras muchísimos años de opresión y silencio, la condescendencia nunca es una buena opción.

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