‘Making a Murderer’: ¿Y si la justicia no es ciega?

La rompedora serie documental de Netflix es sólo el principio. Te contamos cómo el caso de Steven Avery ha trascendido la pequeña pantalla.
‘Making a Murderer’: ¿Y si la justicia no es ciega?
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‘Making a Murderer’: ¿Y si la justicia no es ciega?

“LIBRE TRAS RESULTADOS DE ADN, ACUSADO DE UN NUEVO CRIMEN”. Llamativo y algo paradójico. Así era el titular de The New York Times que despertó la curiosidad de Laura Ricciardi y Moira Demos, dos estudiantes de cine de Columbia a la búsqueda de un tema para su tesis doctoral. La noticia, firmada por Monica Davey el 23 de noviembre de 2005, hacía referencia a Steven Avery, un ciudadano de Manitowoc County (Wisconsin) que había pasado los últimos dieciocho años de su vida encarcelado por un crimen del que no era culpable. Acusado en 1985 de violar a Penny Bernstein sin pruebas que lo inculparan y un cuantioso número de testigos que avalaban su coartada, Avery tuvo que esperar casi dos décadas a que un nuevo test de ADN señalase a otro culpable y demostrase su inocencia. En 2003, después de ser liberado gracias a los esfuerzos económicos de su familia y del Innocence Project de la Universidad de Derecho de Wisconsin, el falso culpable recibió las merecidas disculpas de su comunidad, incluida la víctima de la agresión sexual, demandó a la policía de Manitowoc por 36 millones de dólares e incluso dio permiso para que su apellido bautizase un proyecto de ley que pretendía evitar que otros inocentes como él acabasen entre rejas. Algo que, a la larga, resultaría paradójico pues dos años después, a mediados de noviembre de 2005, Steven Avery volvió a ser acusado de un crimen: esta vez, de asesinato.

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Fue en esa época cuando Ricciardi (antes técnico de iluminación en cine y televisión) y Demos (ex abogada) viajaron por primera vez a Manitowoc en un coche alquilado y con una cámara prestada para conocer de primera mano la realidad que pretendían documentar. “Entonces no podíamos imaginar la profundidad de lo que descubriríamos a lo largo del proceso”, contaba a The New York Times Ricciardi que, poco después, se trasladó con Demos a Wisconsin. Allí rodaron 180 horas de declaraciones judiciales y 500 de entrevistas a los abogados defensores de Avery y a su familia, trabajo que compatibilizaron con la colecta de dinero para la realización del documental y la búsqueda de cadenas que quisiesen emitirlo. Los rechazos de PBS o HBO no impidieron que Ricciardi y Demos siguiesen adelante y casi diez años después, tras ver un montaje en bruto de los tres primeros episodios, fue Netflix quien accedió a distribuirlo.

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El resultado, titulado Making a Murderer, es una rigurosa serie documental que despliega en diez capítulos de una hora cada uno la odisea judicial de Steven Avery. Comparada desde su estreno con otras recientes incursiones televisivas en el true crime, la serie de Demos y Ricciardi se sitúa sin embargo en las antípodas de la también documental The Jinx, de HBO. Si aquella contaba a través de recreaciones estilizadas y entrevistas especulativas cómo el rico heredero Robert Durst pudo librarse de la cárcel a pesar de dejar a su paso una ristra de cadáveres, Making a Murderer se apoya en un exhaustivo montaje de intertítulos, entrevistas, noticias y declaraciones judiciales –a veces repetitivo, seco, desasosegante– para exponer lo contrario: como un ciudadano en apariencia inocente es condenado no una vez sino dos.

“Era increíble que esta familia pudiese confiar en la ley después de todo lo que les había sucedido. Creo que la clase social y la educación son dos aspectos que pueden convertir a alguien en vulnerable”, contaba Moira Demos a Buzzfeed en relación a uno de los aspectos clave de la serie. Tanto Penny Bernstein como Teresa Halbach, la primera y la segunda víctima, provenían de clases medias y eran ciudadanas apreciadas por la comunidad, en oposición a Steven Avery y su familia, de una clase social inferior y vistos con malos ojos en Manitowoc County como Making a Murderer explica a lo largo de sus diez capítulos.

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[Si no has visto la serie y pretendes hacerlo sin saber nada más del caso, sáltate los tres siguientes párrafos] El 31 de octubre de 2005, la fotógrafa Teresa Halbach tenía una cita con Steven Avery en el desguace familiar de los Avery para fotografiar una minivan. El 31 de octubre también fue el día en el que Teresa Halbach desapareció. Una de las batidas de búsqueda que se organizó al conocerse su desaparición encontró el coche de la fotógrafa tapado con unas ramas en el desguace de los Avery.  Manitowoc County acusó del homicidio de Teresa Halbach a Steven Avery en noviembre de aquel año. En circunstancias poco claras, la policía de Manitowoc, “vigilada” por la vecina de Calumet County, registró la vivienda del acusado donde encontró las llaves del coche de Teresa Halbach. Así mismo, restos de sangre de Avery fueron identificados en el coche de la fotógrafa. Para más inri, el sobrino adolescente de Steven, Brendan Dassey, confesó a los pocos días haber participado en la violación y el asesinato de Teresa Halbach junto a su tío.

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¿Coaccionó la policía al joven Dassey arrancándole una declaración de culpabilidad? ¿Se debía tal confesión a su juventud y a su bajo cociente intelectual? ¿Escondía algo más? ¿Conocía él al asesino real? Las preguntas en Making a Murderer se acumulan sin una respuesta clara, multiplicándose en cada pieza nueva de información documentada: llamadas telefónicas de las documentalistas y de la familia Avery a la cárcel, declaraciones juradas, ruedas de prensa o entrevistas a los abogados defensores. Lo mismo ocurre con el propio Steven Avery. ¿Fue él el asesino de Teresa Halbach? Si lo fue, ¿por qué dejó el coche de la fotógrafa en su desguace tapado con un par de ramas? ¿Y las llaves del coche en el suelo de su casa? ¿Las puso la policía allí? ¿Hubo una alteración de la escena del crimen durante el registro de su vivienda? ¿Por qué no se encontraron pruebas de lo descrito por Brendad Dassey a la policía? Todas estas preguntas aparecen como consecuencia lógica en la defensa de los abogados Dean Strang y Jerry Buting, concentrados en culpar a Manitowoc County de conspiración a casa de la demanda judicial de Steven Avery tras su falsa condena.

Making a Murderer sigue minuciosamente las casi tres décadas que dura el caso de Steven Avery hasta que en 2007 es condenado a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional. Su sobrino, Brendan Dassey, cumple la misma sentencia pero con una posible rebaja en 2048. El fiscal del distrito, Ken Kratz, que no quiso ser entrevistado en el documental, ha argumentado a posteriori que Making a Murderer es parcial y favorable a la defensa. “Creo que el 80 o 90 por ciento de las pruebas que atan a Steven Avery a este caso no se han mostrado en el documental”, contaba Kratz a Fox 11 News. La policía tampoco está muy contenta con Making a Murderer. “Hay cosas que están fuera de contexto, sesgadas, y que pueden manipular la opinión de la gente”, contaba Robert Hermann, Sheriff de Manitowoc County a HTR News. “Creemos que la serie es representativa de lo que vimos y que las pruebas fundamentales de la acusación están incluidas en el metraje”, respondía Moira Demos. “Para nosotras es importante que la gente conozca el caso y reflexione sobre él”, añadía Ricciardi en Fox 11 News.  [Fin Spoilers]

Y tanto que lo están haciendo. Sea porque el documental es favorable a la defensa o porque la ausencia de un juicio justo a Steven Avery es más que evidente, las reacciones de los espectadores de Netflix (incluidas personalidades públicas como Mia Farrow o Ricky Gervais) han desbordado las expectativas de las directoras de Making a Murderer.

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Empezando por la colecta de firmas en Change.org, actualmente a 146.437 firmas de alcanzar los 500.000 firmantes requeridos. Su petición es, como en la página web de la Casa Blanca (129.877 en este momento), que se libere a Steven Avery y a Brendan Dassey ante la evidencia de un juicio erróneo, aunque el Presidente Obama contestó hace unas horas denegando la propuesta. Mientras en Reddit, un apartado del foro se dedica a investigar el caso de de Avery, en Vulture están recopilando parte del material de archivo que quedó fuera del metraje del documental por una cuestión de extensión. La peor parte se la ha llevado el fiscal del distrito Ken Kratz, que dimitió en 2010 acusado de abuso sexual y montó un bufete privado. Tras el estreno de Making a Murderer el 18 de diciembre del pasado año, la página Yelp de Kratz Law Firm es un festival de insultos. Hasta tal punto que Yelp ha mandado un comunicado advirtiendo de que moderarían los comentarios.

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No sólo eso. Ante la posibilidad de que Steven Avery y Brendan Dassey sean inocentes, la red se ha llenado de teorías sobre quién es el verdadero asesino de Teresa Halbach. La web PopSugar, entre otras, presenta hasta siete posibles sospechosos del crimen entre los que se encuentran, por ejemplo, el ex novio de la víctima y otros miembros de la familia Avery/Dassey. En cualquier caso, la avalancha de información que ha seguido al estreno de Making a Murderer en Netflix trasciende la crítica que el documental pretendía hacer al sistema judicial americano y señala un posible correctivo a la injusticia cometida: el poder de la televisión. Como en su día sucedió con The Jinx y como parece que ocurrirá con más frecuencia a partir de ahora, es posible que la acción no termine tras el "The End" del último capítulo de una serie y que la justicia vaya más allá de los tribunales. Making a Murderer ya no es sólo una serie de televisión. Ahora está fuera, ha trascendido la pequeña pantalla, es de los espectadores. Mientras Laura Ricciardi y Moira Demos siguen documentando todo lo que tiene que ver con el caso, queda por ver si lo ya documentado tiene un impacto real sobre la condena de Steven Avery y Brendan Dassey. ¿Conseguirá Making a Murderer que se reabra el caso? Hasta entonces, el misterio continúa pero en otra pantalla. Esta.

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