Madre!

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El pasado viernes 26 se ponía a la venta Madre! en dvd y Blu-ray (edición sencilla y de venta exclusiva en Fnac, que incluye libreto).  Como posiblemente ya sabrás a estas alturas, la controvertida nueva película del por otra parte siempre polémico Darren Aronofsky es un thriller psicológico protagonizado por su ya ex pareja Jennifer LawrenceJavier Bardem. No ha dado lugar a las medias tintas: de las calificaciones de obra sobresaliente se ha pasado a la nominación de sus dos protagonistas a los premios Razzie, un escarnio para los supuestos peores trabajos del año. Lo que está claro es que si todavía no la has visto la salida a vídeo es la oportunidad perfecta para hacerlo. Y ante la ausencia de extras (tan sólo 37 minutos de adicionales) a continuación te ofrecemos una entrevista con Aronofsky a propósito del filme.

Madre!

¿Cómo nació la película?

Hubo muchas ideas al inicio de este proyecto. Siempre he tenido celos de los compositores que pueden escribir una canción en un día o en una semana, y revelar una emoción en unas pocas horas. Pero como cineasta, para contar una historia pasamos por un proceso de dos o tres años.

Muchos de nuestros proyectos han sido cosa de diez o quince años. Rondaba en mi cabeza la idea de seguir una emoción y ver a donde me llegaba. Nos llevó dos años hacer la película, pero la fase inicial de escritura, cuando la idea empezó a cristalizar, fue muy rápida: en un fin de semana largo, cuando estaba solo en casa, en ropa interior y aporreando el teclado. Simplemente salió de mi como una alucinación febril, y se la enseñé a productores de mi confianza, y a gente que me rodea. Me decían que ahí había algo y que deberíamos hacer la película. Poco tiempo después Jen Lawrence se unió al proyecto, y como la tienes a ella, ya tienes la película. Pero el desarrollo del guion no paró ahí.

Cuando Javier Bardem y Jennifer Lawrence se incorporaron, una condición era que se encerrasen conmigo durante tres o cuatro meses en un almacén en Brooklyn para trabajar en el guion. Así que durante cuatro meses estuvimos los tres en una mesa con Arie y Josh, y en las dos últimas semanas vinieron Michelle Pfeiffer, Ed Harris, Domhnall y Brian Gleeson y rodamos la película en una localización marcada con cinta adhesiva. Rodamos cada plano y cada escena, y Andy Weisblum, mi editor, la montó para tener una version de 90 minutos sin maquillaje, sin peluquería, pero con los movimientos de cámara y el arco de los personajes a lo largo de la película.

¿Por qué te gusta rodearte de los mismos colaboradores?

Bueno, no sé, es como cualquier relación. Una cuestión de química y de comunicación. Siempre quieres trabajar con profesionales, pero también un poco artistas o artesanos que se toman en serio su trabajo, y, bueno, simplemente encaja. Llevo mucho tiempo trabajando con mi equipo, he trabajado con ellos en muchas de mis películas, y es genial cuando tienes el conocimiento de lo que puede hacer cada uno, y hacer que vayan aún más lejos, retarles, y que sea todo aún más interesante.

¿Fue similar con esta película?

Creo que, como el guion se escribió muy rápido, al principio teníamos mucho en lo que trabajar. En el pasado hemos estado mucho tiempo en la fase de pre-producción, pero fue emocionante cambiar el proceso en mi séptima película, y también la séptima película para mucha de la gente que trabaja conmigo.  Fue divertido trabajar de otra manera, y el resultado ha sido una post-producción mucho más larga, de casi un año, por no haber planeado tanto pero haber tenido las mismas limitaciones en rodaje.

Háblanos del personaje de Javier Bardem.

Bueno, es difícil, porque tendría que hablar sobre la estructura de la película, que trabaja en muchos niveles. Es un thriller de relaciones, con un matrimonio que ha sido feliz, pero entonces las cosas empiezan a cambiar y se dan cuenta de que algo va mal. No sé si el personaje de Javier se da cuenta de lo que está pasando, pero el de Jennifer Lawrence sí. Ella sabe que hay algo que no funciona en la relación. Para mucha gente esta visión de la película como la historia de una relación funciona perfectamente, y es algo con lo que identificarse fácilmente.

Pero a la vez hay una alegoría en la película, porque quería retratar lo que pasa actualmente en el mundo y lo que supone estar vivo en 2017. Hay una mezcla entre locura y cosas buenas que quería transformar en una metáfora sobre una historia sencilla.

La película transcurre en una casa en un lugar imaginario, y los personajes principales, Jennifer Lawrence y Javier Bardem, parece que son un matrimonio, pero hay un significado diferente que se va revelando durante la película, y que culmina en el final.

Háblanos sobre la vulnerabilidad

Cuando te enamoras siempre tienes miedo de que te rompan el corazón, y cualquiera que haya vivido un poco conoce ese dolor. En la película tratamos de retratar esa tensión cuando te rindes y le entregas tu corazón a alguien, y exploramos el miedo y el dolor de perderlo. Pero a la vez, la película no es realmente de terror, o un thriller… no soy muy bueno haciendo películas de género. Pi intentaba ser una película de ciencia ficción, pero no lo conseguimos. Falcon es algo entre medias de un romance y ciencia ficción, The Wrestler se supone que era una película sobre deporte, pero tampoco lo era… de hecho, cuando la ESPN dio sus premios, nos dijeron que no encajábamos en sus categorías, lo que fue una gran pérdida, porque me habría encantado ser la película sobre deportes del año. Cuando hicimos Cisne negro, nadie sabía si era una película de terror o de ballet. Y Noé tampoco era la clásica película bíblica. Me gusta jugar con elementos de los distintos géneros pero no soy bueno siguiéndolos hasta el final. En madre! hay elementos de terror, de misterio, de thriller, de romance… y elementos muy surrealistas y diferentes. Lo bueno es que es diferente de la mayoría de las cosas que puedes ver en un cine.

Háblanos sobre el personaje de Jennifer Lawrence.

Esa era otra cosa que quería contar… otro de los géneros con los que jugamos en la película es la invasión del hogar, algo con lo que todos nos podemos identificar. Desde las películas de zombies de George Romero a Perros de Paja, todos tenemos miedo de que entren en nuestra casa, de que nuestro mundo se desmorone y nos lo arrebaten. Y vivimos en una época muy interesante, porque no sabemos lo que nos depara el futuro. No es como en los años 50 cuando todo estaba más claro. Cuando yo era un adolescente todo era: ve a la universidad, consigue un trabajo. Pero ahora es difícil saber cómo será el mundo en diez o veinte años, y la película juega con esas posibilidades, con la inseguridad . He hablado muchas veces de mi infancia cerca de Coney Island, y de haberme inspirado en la montaña rusa que hay ahí, que es genial y que sigue dándome muchísimo miedo cuando me monto en ella una vez al año. El día que no pueda será cuando sea oficialmente viejo. Y esta película es como el primer salto de la montaña rusa: sube y de repende no para de bajar, y es como si hubiéramos abierto un agujero desde Coney Island hasta las entrañas de la Tierra.

Recreas una experiencia que afecta a la gente…

Bueno, para eso están las películas. Las mejores son de las que sigues hablando una vez las has visto. Cuando era joven, estaba en una cafeteria al lado del cine New Art de Los Ángeles cuando Pi estaba exhibiéndose, y este hombre entró con su hija adolescente y varios amigos, se sentaron y debatían sobre la película. Ese fue un gran momento porque pude escuchar una conversación sobre algo en lo que trabajé muy duro. Creo que lo peor que puedes hacer es una película que te entretiene pero que has olvidado en dos horas. Quiero darle a la gente algo en qué pensar, y que tengan casi una discusión, es divertido.

¿Alguna vez vas a ver una de tus películas al cine, con público?

Puede que en el fin de semana de estreno vaya a ver si la están proyectando bien, pero no me suelo quedar. Veo como está la pantalla, la proyección, el ambiente en la sala… pero no suelo volver a ver mis películas una vez las he terminado. Simplemente las dejo en el mundo. Intento ser buen padre, que hagan su vida, y no necesito que me llamen para ver cómo están. En los festivales puedo ver algunas reacciones del público, pero no tengo ese feedback que pueden tener los monologuistas, aunque así me libro de los abucheos.

¿Cómo fue el viaje de Jennifer en la película?

Bueno, cuando estaba buscando a la protagonista, Jen ni siquiera estaba en mi radar porque es una Estrella y nosotros hacemos cosas tan raras que ni pensé que pudiera estar interesada. Pero recibí una llamada de su oficina para conocerla, porque había una posibilidad de que hubiera hueco en su agenda. Ya la conocía de hacía años, cuando Cisne negro fue a los Oscar y ella estaba allí con su primera película.

Le encantó el material, y su reputación era increíble, pero no estaba seguro de que pudiera hacerlo, porque era algo tan diferente a lo que había hecho anteriormente. Es fuerte, divertida, poderosa, y este papel era diferente, con mucha vida interior… muy muy correcta y amable. Durante los cuatro meses de ensayos ella estaba muy relajada, pero en ningún momento me enseñó lo que iba a hacer. Así que seguía sin estar seguro. Pero dejé que siguiera su proceso, que buscara su voz y su personaje. Y creo que no conocí al personaje hasta el primer día de rodaje, cuando apareció con su vestuario, con el pelo y descalza. Ahí fue cuando empezó a manifestarse y a mostrar todo ese talento. Jen trabaja muy muy duro, pero creo que su talento es natural, porque nunca ha estudiado técnica, pero ha desarrollado una técnica comparable a la de cualquier actor con el que haya trabajado. Es tremendo como consigue esa profundidad, como “entiende” perfectamente el personaje, esa capacidad de entender una emoción y retratarla perfectamente.

Además, normalmente, después de una toma sueles hacer un par de comentarios al actor, pero Jen me decía que agrupase mis comentarios y que si lo hacía bien le diera un dólar canadiense. Y lo hacía todo bien, como si fuera un juego, los comentarios sobre aspectos emocionales, o los técnicos… y yo le daba los dólares.

Toda la película nace del personaje de Jen. No hay planos generales salvo que ella esté sola, todo está rodado desde su hombro, lo que está mirando, o su cara. Son muy pocos planos para llevar a la sala de montaje. Si no hubiera tenido tan buena colaboración con Paramount creo que habrían estado totalmente aterrorizados, porque no teníamos planos con los que jugar si Jen no funcionaba. La película dura dos horas y 66 minutos son primeros planos de Jennifer Lawrence, pero no te das cuenta al verlo. Es fascinante, y es un gran logro de Jen el conseguir hacerlo interesante, cautivador y que no puedas dejar de mirar.

Otro gran reto es hacer una película sin música. No porque no pudiéramos tenerla, sino porque te lleva siempre en una dirección, y la idea de la película es que el público no sabe dónde está y necesita a Jen para ubicarse, pero ella no sabe tampoco cómo reaccionar en ciertos momentos. Siempre está fluctuando entre diferentes emociones, y no queríamos darle respiro al público con algo que fácilmente les genera una emoción.

¿Qué parte del personaje de Javier Bardem es tu visión sobre ser un artista?

Quería crear un personaje que trabajase desde casa y para el que a veces sea difícil hacer su trabajo. Con el proceso creativo a veces las cosas fluyen y otras no. Y cuando no, es duro para ti y para la gente que te rodea. Me parecía muy interesante tener un personaje con bloqueo creativo que no sabe cómo volver a escribir.

¿Cómo fue trabajar con Ed Harris?

Estábamos estableciendo este equilibro insano entre Jennifer y Javier en el que todo parece estar bien, pero hay algo que no encaja y el público trata de averiguarlo. De repente Ed Harris aparece y todo empieza a complicarse, tiene sentido pero es extraño. Es lo que quería conseguir, algo muy primario pero que de repente se separa de la realidad según avanza la película. Era un trabajo duro para los actores, porque tenían que tener los pies en el suelo mientras que todo a su alrededor era cada vez más irreal. Y de Ed Harris he sido fan durante mucho tiempo, tanto de su trabajo como actor y como director. Y se toma muy muy en serio su trabajo. Llegó al rodaje muy preparado, muy serio y dispuesto a hacer su trabajo. No pierde el tiempo y le gusta probar de todo. Le haces un comentario y realmente se vuelca. Nunca hace nada que no sea verdad.

¿Y cómo fue la experiencia con Michelle Pfeiffer?

Al principio nos costó crear una buena dinámica, ella no sabía todavía qué estaba hacienda y tenia que explicarle mucho. Pero cuando empezamos a hablar y fuimos muy abiertos el uno con el otro, intimamos y creamos un clima de confianza muy grande. Creo que Michelle entonces floreció y fue a por ello, no le importaba nada y estaba dispuesta a hacer todo lo salvaje y loco que fuera necesario.

Cuando leyó el guion creo que no entendió del todo la película, pero sabía perfectamente lo que hacer con su personaje. Y era increíble tenerla en el rodaje. Aparte de su belleza, su talento es impresionante. De hecho cuando estaba estudiando tuve un profesor que no era muy bueno pero me dijo que es muy raro encontrar esa belleza y ese talento en una misma persona, y 25 años después no ha cambiado nada. Cuando escribíamos su personaje caminábamos sobre una línea muy delgada: si la hacíamos muy agresiva se la rechazaba, así que tenía que haber una mezcla entre seducción y agresión.

¿Rodaste la película en orden cronológico?

Lo intentamos y tuvimos suerte. Es difícil hacerlo pero por la naturaleza del guion y cómo evoluciona la propia película, fue casi obligatorio. El reto fue que la acción transcurre en una casa, y no quería tener que rodar durante “x” horas de luz, o usar un croma. Quería realismo, por eso construimos la casa dos veces: la primera en un campo en las afueras de Montreal para rodar las secuencias de día en orden, y luego otra en un estudio, para hacer las secuencias nocturnas. Al principio había un poco de solapamiento, pero como la película avanza hacia la oscuridad, pudimos rodar ese final de una vez.

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