La cuestión es rodar. ¿Un largo, un corto? Qué más da. Rodar cine. Y, a ser posible, del bueno. Ese es el concepto, cada vez más extendido, de una serie de cineastas españoles que ya no distinguen de tiempos ni de lugares. Y así lo ha pensado Rodrigo Sorogoyen, el autor de Stockholm y Que Dios nos perdone, ambas premiadas en los Goya, cuyo siguiente trabajo es el corto Madre, que estaba escrito desde hace siete años y que es ahora cuando llega en forma de monumental plano secuencia con el que contar, paso a paso, lo que supone el surgimiento de la tragedia en un entorno y un momento de cotidiana despreocupación.
Una madre y su hija treintañera hablan en casa de sus vidas. Poco a poco, sutilmente, se van dando datos sobre la situación de la más joven. De lo más cotidiano: madres que se preocupan por cómo están sus hijos. Hasta que una llamada inesperada desde el móvil del exmarido de la chica traslada el desasosiego a una tercera generación y despierta el nervio: es el hijo de ambos, un niño; su padre lo ha dejado solo en una playa, no sabe dónde está ni qué hacer, no hay absolutamente nadie.
Es el thriller en directo, y a distancia. Por teléfono, entre juegos para que el crío no se asuste y llamadas alternativas a la policía. Contra reloj. Y la sacudida atraviesa la pantalla con las excelentes Marta Nieto y Blanca Apilánez como protagonistas, y un gran poderío visual de Sorogoyen, jugando con la mirada cercana o lejana sin necesidad del montaje.
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