Los secretos del vestuario de 'Rocketman'

La escena es imponente: desde el fondo de un pasillo en penumbra se acerca un diablo naranja con sus enormes alas desplegadas. Es Elton John con uno de sus extravagantes trajes llegando a una sesión de terapia de grupo en la que confesará todas sus adicciones (a la cocaína, el alcohol, el sexo y las compras). Así arranca Rocketman y, como en el resto de las escenas de la cinta, el outfit no es casual.

El diseñador Julian Day, responsable también del vestuario de Bohemian Rhapsody y de otros 56 títulos, ha querido dotar de simbolismo cada uno de los diseños con los que Taron Egerton se ha convertido en Elton John: “todo tiene su lógica”, nos cuenta en un encuentro en el Youtube London Space días antes de que se estrene la cinta. “Habrá quien lo coja  y quien no, pero está ahí”, añade.

En este caso concreto, Egerton “va vestido de diablo pero en realidad está hablando de amor y de la vida, por eso las gafas y el pendiente son corazones”, y por eso también, según avanza la historia y John va confesándose, el personaje va despojándose del traje poco a poco. “Es un poco como una armadura para que Elton comience el proceso de curación -añade Egerton pero según se va sintiendo más cómodo, la armadura se cae. Al final, lleva una bata mullida y cálida, sin nada más que las gafas puestas, como símbolo de su crecimiento a través de ese proceso. Por cierto, que el pendiente pertenecía al propio John, que se lo regaló a Egerton cuando se enteró de que le habían hecho perforarse la oreja para ponerse uno.

Y ojo, que no es la única joya que aparece en la cinta. Julian recuerda entre risas cómo había veces que él y Egerton se tenían que mover por el set con dos guardias de seguridad detrás: “¡algunos días Taron llevaba joyas por valor de 22 millones de euros encima!”.

El de diablo fue el primero de los 60 trajes que Day diseñó cuando se sentó en la mesa de dibujo, pero antes había que buscar la inspiración: “Para mí el proceso empieza leyendo el guión -nos cuenta-, aunque desde el momento en el que supimos que era la historia de Elton y que tenía que ser un ‘musical fantasy' y no un biopic eso ya te da las bases. Luego busqué en internet para ver bien sus trajes pero no se trataba de copiarlos sino de buscar inspiración”.

Y hay algo con lo que él no contaba que, además de ser un regalo, le dio todas las claves: “Elton nos invitó a visitar el lugar donde guarda sus trajes en Londres y eso nos ayudó mucho”. No hay manera de sacarle dónde se esconde ese pequeño tesoro, pero sí algo de lo que vio: “aunque muchos de los trajes que ha usado en su carrera los ha donado a obras de caridad, todavía quedan muchos y fue muy importante para mí poder fijarme en la cantidad de detalles que tienen”. Los detalles y la comodidad son las dos piezas clave para Julian: “no tiene sentido si el actor no se puede mover”.

Otro traje simbólico en el que fijarse: el que él llama “Goodbye Yellow Brick Road”, como el séptimo disco de Elton John, editado en 1973. Egerton lo luce durante una cena en un restaurante y está inspirado precisamente en eso, en el camino de baldosas amarillas de El Mago de Oz.

Ojo a todos los detalles: el traje es azul, como el de Dorothy; la camisa, plateada como el el Hombre de Hojalata; el sombrero, de paja como el Espantapájaros; el abrigo, de piel como el león; y los zapatos, de rubí rojos como los de Dorothy cubiertos con centenares de cristales de swarovski. Julian cuenta que en total han utilizado un millón de estos cristales para la película.

De todos ellos, 250 los engarzaron a mano en el traje de diablo y otros 260.000 están en el traje de los Dodgers que Egerton luce para recrear la actuación de John en su estadio en 1975. Ese es uno de los originales que lució el cantante que aparecen en la película aunque le han sustituido las antiguas lentejuelas por los cristales para que brillara más. Las botas con alas que aparecen en la película, hicieron el viaje en sentido contrario: Julian las diseñó y cuentan que cuando Elton las vio le gustaron tanto que preguntó si podían hacerle unas iguales.

Dice el músico que antes de salir actuar, hasta que no se pone el traje que ha elegido, no se mete en el papel; que es como ir a la batalla. Podemos asegurar que en lo que respecta al vestuario, Rocketman, ésta la tiene ganada.