Los mejores momentos de Eddie Van Halen en el cine: de 'Regreso al futuro' a 'Ready Player One'

El virtuoso guitarrista, fallecido a los 65 años, ofreció en sus canciones grandes dosis de vitalidad y subidón que Hollywood ha aprovechado en múltiples ocasiones.
Los mejores momentos de Eddie Van Halen en el cine: de 'Regreso al futuro' a 'Ready Player One'
Los mejores momentos de Eddie Van Halen en el cine: de 'Regreso al futuro' a 'Ready Player One'
Los mejores momentos de Eddie Van Halen en el cine: de 'Regreso al futuro' a 'Ready Player One'

Los amantes de las guitarras virtuosas, de los conciertos con fuegos artificiales, de los videoclips con presupuesto de blockbuster y, en suma, del lado más desacomplejado y jovial del rock, están hoy de luto. El fallecimiento del guitarrista y compositor Eddie Van Halen, víctima del cáncer a los 65 años, nos ha dejado sin uno de los instrumentistas más cumplidos de su género, y también nos ha recordado que la era de cierta música excesiva pero accesible, que llevaba con orgullo su carácter populista, se adentra más y más en su ocaso.

Pero una cosa es que esto sea así, y otra que nuestro respeto por Eddie Van Halen nos permita convertir esto en un festival de caras largas. Al frente de Van Halen, la banda a la que él y su hermano Alex bautizaron con su apellido, y esgrimiendo su 'Frankenstrat' (esa guitarra guitarra customizadísima que él mismo construyó, y que ahora reposa en el Instituto Smithsoniano de Washington DC), el músico ofreció siempre momentos de subidón… y el cine ha dejado abundante testimonio de ello usando sus riffs de guitarra y sus melodía pegadizas en múltiples ocasiones. Os ofrecemos un abundante muestrario de pruebas, desde los clásicos del cine teen de los 80 hasta películas firmadas por directores de prestigio.

Regreso al futuro (Robert Zemeckis, 1985)

Un traje antirradiación, un secador de pelo, un par de préstamos creativos de Star WarsStar Trek… y una cinta con un solo de guitarra de Van Halen atronando en su walkman a volumen absurdo: esos eran los elementos que usaba Marty McFly (Michael J. Fox) para convencer al parguelas de su padre (Crispin Glover) de que su destino era casarse con Lea Thompson. Así pues, podemos decir que el poder de la 'Frankenstrat' era capaz de resolver paradojas incestuosas espaciotemporales.

La mujer explosiva (John Hughes, 1985)

Sin ánimo de faltar al respeto, podemos decir que el público natural de Van Halen en los 80 estaba formado en gran parte por adolescentes cuyo perfil oscilaba entre lo nerd y lo macarrete. Así pues, el director de El club de los cinco y el guitarrista estaban destinados a encontrarse: no hay más que ver la mirada que un Robert Downey Jr. alevín y abusón le echa a Kelly LeBrock cuando la ve bajar por esas escaleras mecánicas al son de Oh! Pretty Woman para comprobarlo. Ojo, eso sí, porque esta versión del clásico de Roy Orbison ha sido reemplazada por otra en las versiones domésticas por cosas del copyright.

Más vale muerto (Savage Steve Holland, 1985)

Efectivamente: el ecuador de la década de 1980 fue el punto álgido de Van Halen en el cine. Y, para demostrarlo, nada mejor que esta escena de una comedia teen enloquecidísima (y muy reivindicable) protagonizada por John Cusack. Gracias a la imaginación del protagonista, hasta el gorro de currar en un negocio de comida rápida, descubrimos que los guitarrazos de Eddie son lo bastante poderosos para dotar de vida consciente a una hamburguesa y ponerla a interpretar Everybody Wants Some!! con su 'Frankenstrat' en miniatura.

Yo, el halcón (Menahem Golan, 1987)

Cuanto más pensamos en ella, más inconcebible nos parece esta película, el segundo encuentro de Sylvester Stallone con la churrería Cannon tras Cobra (1986). No es solo que la trama quisiera emular el éxito de Rocky cambiando el boxeo por una competición de pulsos, sino que la banda sonora corrió a cargo del siempre fluorescente Giorgio Moroder. ¿Dónde está la conexión Van Halen, pues? En que Eddie echó una mano como bajista y como productor Winner Takes It All, la canción escrita por Moroder para Sammy Hagar, el cantante que reemplazó a David Lee Roth (y a sus mallas) en el grupo de nuestro héroe.

Power Rangers: La película (Bryan Spicer, 1995)

Tras los cardados y maqueados 80, las cosas pintaban negras para Van Halen en la década del grunge. Pero, como ocurre a veces, el cine estaba allí para echar una mano: la versión en largometraje de los Power Rangers no solo aumentó aún más la popularidad de este híbrido de sentai japonés y drama adolescente entre la chavalada, sino que le ganó muchos nuevos fans a Eddie gracias al uso de su Dreams en la escena final. Nada como un subidón de stadium rock para ambientar un triunfo apoteósico (y con fuegos artificiales).

Twister (Jan de Bont, 1996)

Como bien saben sus fans, Eddie Van Halen y su hermano Alex aportaron a esta película un instrumental tremebundo (con orquesta y todo) titulado Respect the WindPero, para muchos espectadores de entonces, el verdadero momento apoteósico fue la escena en la que Helen Hunt, Bill Paxton y su equipo de cazatornados partían al encuentro de los elementos a los sones de un tema orquestal que se transformaba de golpe porrazo en Humans Being. Con un riff como ese, hasta las vacas salen volando.

Little Nicky (Steven Brill, 2000)

Aunque su música espeluznara a los padres más conservadores en los 80, es obvio que el cociente satánico de Van Halen era nulo (y más aún en comparación con el de unos Venom, unos Slayer o, llegando ya al extremo, unos Mayhem). Sin embargo, el hijo más pringado del Satanás Harvey Keitel no estaba para hacer distingos: junto al cameo final de Ozzy Osbourne, esta escena en la que Adam Sandler hace playback con Running with the Devil supone la cumbre metalera de esta comedia.

Supersalidos (Greg Mottola, 2007)

La palabra "adolescencia" y sus derivados han salido ya en este reportaje… y volverán a salir. Pero ojo, porque no hace falta tener el rostro cubierto de acné para portarse como un cafre a los sones de la guitarra de Eddie Van Halen: los policías Seth Rogen Bill Hader, en compañía del siempre impresentable Christopher Mintz-Plasse (es decir, de McLovin) se vienen tan arriba con Panama tras haber sufrido una noche infernal que acaban haciendo trompos en ese coche patrulla que acaba en llamas. Toma encuentro generacional.

Argo (Ben Affleck, 2012)

Más allá de los méritos de Eddie como guitarrista y compositor, la música de Van Halen ha quedado asociada para siempre a esa imagen de exceso y poderío llena de melenas cardadas, atavíos marcapaquete, groupies a espuertas y esos cuencos de M&Ms en los que no podía haber ni una sola golosina marrón (esto último, en realidad, una trampa del grupo para asegurar que los promotores se leían el rider de sus conciertos). Así pues, un Ben Affleck dispuesto a asaltar los Oscar tuvo buen ojo al escoger Dance the Night Away como música de fondo para una fiesta en el Hollywood más desaforado y locatis de 1979.

Todos queremos algo (Richard Linklater, 2016)

El debut de Van Halen, con su versión rompetímpanos del You Really Got Me de los Kinks, apareció en 1978. Y Women and Children First, tercer álbum de la banda, llegó a las tiendas en 1980. De ahí que la música de Eddie y sus compañeros haya quedado asociada para siempre por muchos estadounidenses a los momentos más golfos de su adolescencia, y que Richard Linklater les homenajeara por partida doble en esta película: el director no solo bautizó al filme en honor al tema Everybody Wants Some, sino que también incluyó Ain't Talkin' 'Bout Love en la banda sonora.

Ready Player One (Steven Spielberg, 2018)

Puede que este ejercicio de ciberpunk friki-distópico esté muy lejos de ser la mejor película de Spielberg… pero sí es uno de los momentos cinematográficos más sublimes para Van Halen. Porque, si el 'rey Midas de Hollywood', ese que llegó a las más altas cotas de lo taquillero justo cuando tú te encaramabas a las listas de éxitos, decide de una vez por todas iniciar uno de sus filmes con Jump! (el himno de Van Halen por excelencia), es que has triunfado de verdad. Para colmo, un montaje amateur de la batalla final pone esta a los sones de ese sintetizador Oberheim tocado por el propio Eddie, volviéndola aún más apoteósica.

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