Los mejores diálogos de R. Lee Ermey en 'La chaqueta metálica'

Recordamos al fallecido R. Lee Ermey con algunas de sus frases más inolvidables en 'La chaqueta metálica', la película que dirigió Stanley Kubrick en 1987
Los mejores diálogos de R. Lee Ermey en 'La chaqueta metálica'
Los mejores diálogos de R. Lee Ermey en 'La chaqueta metálica'
Los mejores diálogos de R. Lee Ermey en 'La chaqueta metálica'

La noticia saltaba anoche. Tocaba despedir a R. Lee Ermey, aquel militar real que terminó trabajando en el mundo del cine y que convirtió a su personaje de La chaqueta metálica en todo un icono de la figura de los instructores militares y en el infierno que atravesaban los jóvenes en su periplo a Vietnam.

Cuenta la leyenda que la gran parte de los insultos que salieron de su boca en los diálogos no pertenecían ni a las versiones de guiones escritos por Michael Herr y Gustav Harfod, ni siquiera a Stanley Kubrick, y que todo aquello pertenecía a la capacidad del militar para solar por su boca de todo hasta el punto de haberse grabado en vídeo lanzando insultos para así llamar la atención de los directores.

Con todos vosotros, algunas de las perlas con las que su personaje, el mítico Sargento de artillería Hartman deleitó (en la versión castellana) a los pobres reclutas.

¿Listo? Vas a terminar lavándote las orejas con jabón.

-¿De dónde eres, recluta?

- Señor. De Texas, Señor.

- ¿Texas? En Texas solo hay vacas y maricones. Y tú no te pareces a una vaca.

- ¿Me entendéis bien, capullos?

- ¡Señor. Sí, señor!

- Qué coño, no os oigo. ¡Gritad como si tuvierais huevos!

- ¡Señor. Sí, señor!

- Si alguno de vosotros, nenas, sale de esta isla, si sobrevivís al entrenamiento, seréis como armas, ministros de la muerte, siempre en busca de la guerra. Pero hasta ese día sois una cagada. Lo más bajo y despreciable de la Tierra. Ni siquiera algo que se parezca a un ser humano. Sólo sois una cuadrilla de desgraciados, una panda de mierdas inútiles pasadas por agua.

-¿Cuánto mide, recluta?

-¡1'80, Señor!

-¡No sabía que una mierda podia ser tan alta! ¿Quieres meterme unos centímetros de clavo?

-¿Quién ha dicho eso? ¿Quién coño lo ha dicho? ¿Dónde está ese comunista de mierda, la maricona soplapollas que acaba de firmar su sentencia de muerte? ¿Nadie, eh? Por lo visto ha sido la Reina de los Mares. ¡Os voy a triturar! ¡Vais a hacer ejercicio hasta reventar! ¡Vais a hacer instrucción hasta que se os quede el culo como mantequilla! ¿Has sido tú, rata asquerosa?

-Me gusta tu honradez. Sí, coño. Me gustas tanto que te invito a mi casa a tirarte a mi hermana.

-Sólo eres un pichafloja. Me quedo con tu nombre y me quedo contigo. No te vas a reir, ni vas a llorar, vas a aprender de carrerilla, yo te voy a enseñar. Y ahora levanta, ¡Ponte en pie! Mejor será que no me encabrones porque te abro la cabeza y te follo hasta el hígado.

-¡Chorradas! Me parece que la leche de tu padre entró por el culo de tu mamá y acabo como una manchita marrón en la sabana. Te han tomado el pelo. ¿Y de dónde coño eres, recluta?

- Señor. De Texas, Señor.

- NO ME JODAS. En Texas solo hay vacas y maricones, Recluta cowboy. Y tú no te pareces mucho a una vaca. Así que ya sabemos lo que eres. ¿Te gusta mamar pollas?

-Señor. No, Señor.

- No te tragas los rabos?

-Señor. No, Señor.

-Tú debes ser uno de esos tipos desagradecidos, que cuando están dando por el culo no tienen ni el detalle de hacerle una paja al otro.

Y por supuesto, la canción que su personaje puso de moda:

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