Los 10 vampiros más originales del cine

No emiten destellos cuando les da el sol, pero tampoco viven en castillos: estos 'nosferatus' encontraron otras formas de adaptarse a los tiempos modernos
Los 10 vampiros más originales del cine
Los 10 vampiros más originales del cine
Los 10 vampiros más originales del cine

"Renovarse o morir" es un dicho que nunca pasa de moda. Y si eres un ente sobrenatural que sobrevive a base de hemoglobina, ni te contamos: a fuerza de mantenerse fiel a costumbres como la de ir a todas partes con capa, habitar desolados castillos en Transilvania o seducir doncellas indefensas, uno se convierte en presa fácil para los Van Helsing del mundo, con lo que debe variar sus hábitos y costumbres si no quiere saber lo que se siente cuando le clavan la estaca de rigor.

Vampiros cósmicos

Nos succionaron en... Lifeforce (Fuerza vital) (Tobe Hooper, 1985)

Sus peculiaridades: Hicieron falta los esfuerzos combinados de la Cannon (productora por antonomasia de desparrames de videoclub) y del autor de La matanza de Texas para remozar a los chupasangres mediante una transfusión de ciencia-ficción ochentera. Los villanos de Lifeforce reposan en vainas de hibernación (a bordo de una astronave, para más señas) en lugar de en ataúdes, y prefieren sorber la vida de sus víctimas mediante telequinesia en lugar de por el tradicional ataque a la arteria carótida. Además, en el caso de la vampiresa Mathilda May, parecen considerar la ropa como una necesidad de los meros mortales, y por lo tanto indigna de sus cuerpos serranos: ¡alegría!

Vampiro amateur

Nos succionó en... Martin (George A. Romero, 1977)

Sus peculiaridades: Tras pasarse una década (y lo que le quedaba...) codificando el género de zombies, nuestro querido maestro Romero abordó el vampirismo como sólo él sabía hacerlo: dándole un baño de cutrez costumbrista y comentario social. Masacrada por los productores, que redujeron su metraje de dos horas y media a los inevitables 90 minutos, Martin tiene por protagonista a un serial killer adicto al terror añejo (John Amplas) cuya cruda realidad le obliga a currar en una carnicería, a emplear métodos más bien rudimentarios para beber la sangre de sus víctimas y a constatar, dolorosamente, que las doncellas vírgenes son cosa del pasado. Un remake del filme fue anunciado en 2010, sin que haya habido novedades desde entonces.

Vampiro funky

Nos succionó en... Drácula negro (William Crain, 1972)

Sus peculiaridades: Pese a un título español algo deslucido (el original Blacula es mucho más estiloso, dónde va a parar), esta película sigue demostrando que cualquier premisa podía admitir un baño de negritud en la era dorada de la blaxploitation. Ojo a su planteamiento: un príncipe africano (el todoterreno William Marshall) acude al castillo del mismísimo Drácula para pedirle ayuda en su lucha contra los traficantes de esclavos. Por supuesto, el señor conde se toma a choteo su demanda, y en vez de socorrerle le convierte en un chupasangres de esplendoroso pelo afro que, un siglo y pico más tarde, sembrará el terror en la noche de Los Ángeles. Por si todo esto fuese poco, la secuela Grita, Blácula, grita enfrentaría a Marshall con una rival a su altura: nada menos que Pam Grier (es decir, Jackie Brown) en el rol de hechicera vudú.

Vampiros kung fu

Nos succionaron en... Kung Fu contra los 7 vampiros de oro (R. W. Baker, Chang Cheh, 1974)

Sus peculiaridades: 16 años después del Drácula de Terence Fisher, los responsables de Hammer Film eran conscientes de que el filón vampírico se les estaba agotando. Por ello, y tras sacarse del magín el reivindicable despropósito Drácula 73, la productora de serie B británica por excelencia se dejó tentar por las artes marciales. Realizada en comandita con la productora de Hong Kong Shaw Studio, y con el titán del género Chang Cheh en funciones de codirector (pero sin lugar en los créditos) el filme supone un peculiar híbrido entre la tradición hammeriana y el cine de patadas voladoras: el doctor Van Helsing (Peter Cushing, para variar) se alía con unos colegas del Celeste Imperio para acabar con una cábala de jiangshi, el nombre que por allá reciben los nosferatus. Es extraño, todo sea dicho, que Christopher Lee no asomara sus colmillos por esta película, máxime considerando los muchos filmes en los que dio vida a Fu Manchú.

Vampiros 'fashionistas'

Nos succionaron en... El ansia (Tony Scott, 1983)

Sus peculiaridades: Como entes inmortales que son, los vampiros tienen experiencia en adaptar sus usos y costumbres a los del rebaño mortal. Por ello, la década de las hombreras gigantescas y la música New Wave nos obsequió con esta peculiar revisión del género: aquí, Catherine Deneuve y David Bowie carecen de colmillos y prefieren seducir a sus víctimas (la muy mollar Susan Sarandon, sin ir más lejos) en discotecas o galerías de arte. Un éxito taquillero en su momento, algo a lo que contribuyeron sin duda las escenas sáficas entre las dos protagonistas, El ansia inoculó al género con novedades tales que la asociación con el rock gótico (no por nada los Bauhaus se asoman a la primera escena) o esa equiparación entre el vampiro y el yonqui con la que Abel Ferrara habría de jugar en The Addiction. Su adaptación en forma de serie de TV, presentada a veces por el propio Bowie, duró tres años (1997-2000).

Vampiresa mutante

Nos succionó en... Rabia (David Cronenberg, 1977)

Sus peculiaridades: Estaba claro que el joven Cronenberg no había tenido bastante con las babosas genéticas y ninfómanas de su debut Vinieron de dentro de... (1975). Para su segundo largo, el genio canadiense quería rizar de nuevo el rizo, de modo que inició en los misterios de la Nueva Carne a la diva porno Marilyn Chambers. La cual, para más señas, fue fichada para el filme por consejo del aquí productor Ivan Reitman. Pero vayamos al grano: a resultas de un revolucionario tratamiento tras un accidente de moto, la protagonista de Rabia desarrolla una suerte de pene extensible situado bajo su axila, apéndice que no sólo le permite alimentarse con la sangre de infortunados caballeros, sino también contagiar a éstos con una enfermedad vampírico-venérea que les convierte en zombies salidos. Ay, David, qué sueltecito que andabas en aquella época...

Vampiros 'anime'

Nos succionaron en... Vampire Hunter D: Bloodlust (Yoshihaji Kawahiri, 2000)

Sus peculiaridades: "¡Un momento!", clamará algún otaku cinemaníaco. "Si esta película es una secuela de Vampire Hunter: Cazador de espíritus (1985), ¿por qué no habláis de esa directamente?". Pues, para empezar, porque la primera entrega llegó a Occidente muy retocada por el distribuidor Karl Macek. Y, para seguir, porque el filme de 2000 no sólo plasma con más finura los diseños de Yoshitaka Amano (habitual de la saga de videojuegos Final Fantasy), sino que también expone con más descaro las virtudes de las novelas de Hideyuki Kikuchi: un megamix letal de vampirismo clásico (con sus capas, sus colmillos y sus camisas de chorreras), ciencia-ficción postapocalíptica y detalles tan over the top como la astronave con forma de catedral o el demonio que habita en la mano izquierda del antihéroe protagonista. La animación japonesa ha abordado muchas veces a los chupasangres, pero pocas veces ha obtenido resultados tan delirantes como estos.

Vampiros telépatas

Nos succionaron en... Captain Kronos - Vampire Hunter (Brian Clemens, 1982)

Sus peculiaridades: Pues sí: otra película de la Hammer. Y de las mejores, para más señas: obra del prolífico y polifacético Brian Clemens, la aventura del Capitán Kronos no sólo centra su protagonismo en el cazador de no-muertos (Horst Janson, cachas alemán con pelucón seventies) y sus esbirros en lugar de en los chupasangres, sino que también añade varias innovaciones al imaginario del género. Aunque arreen unos mordiscos que tiembla el misterio, los nosferatus de este filme no se alimentan propiamente de sangre, sino de energía psíquica. Además, andan a la luz del día como si tal cosa y sólo son vulnerables al acero. Ante este filme reivindicable (y reivindicado, entre otros, por Tarantino) sólo cabe lamentar dos cosas: que no generase una saga en condiciones, y que su autor acabara firmando el guión de Los inmortales 2: El desafío.

Vampiros tropicales

Nos succionaron en... Vampiros en La Habana (Juan Padrón, 1985)

Sus peculiaridades: Con tantas horas de sol y tanto calorcito, Cuba no es precisamente el lugar más hospitalario para la parentela del conde Drácula. Por eso el colmilludo tío del protagonista (trompetista) de esta historia ha desarrollado el Vampisol, una fórmula basada en "grandes cantidades de ron y piña colada" que permite a los nosferatus pasearse por el Malecón como si tal cosa. Con un humor chispeante y una banda sonora pletórica de son y rumba (ojo a los solos de Arturo Sandoval), Vampiros en La Habana es uno de los mejores trabajos de animación para adultos en nuestro idioma. Sin embargo, y pese a contar con más medios técnicos, su secuela Más vampiros en La Habana (2000) pasó totalmente desapercibida.

Vampiro mecánico

Nos succionó en... Cronos (Guillermo Del Toro, 1993)

Sus peculiaridades: Cuando nuestro mexicano monstruoso favorito debutó con este filme, hinchándose de paso a ganar premios en Cannes, Sitges y otros selectos lugares, muchos nos olimos ya que su carrera iba a rayar muy alto. Y no era para menos: protagonizada por un Federico Luppi señorial, y con Ron Perlman incorporándose a la que sería una productiva relación de trabajo, Cronos supuso una transfusión de sangre fresca al vampirismo de cine. Ese escarabajo de relojería que procura la inmortalidad a cambio de hemoglobina queda, todavía hoy, como una original y aterradora (por lo impersonal) adición al imaginario de nuestras pesadillas.

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