Los 10 musicales más rockeros

¿Creías que el Tom Cruise de 'Rock of Ages' era el primero en combinar guitarras con gorgoritos de Broadway? Todas estas películas son ideales para agitar las melenas o el tupé. Por YAGO GARCÍA
Los 10 musicales más rockeros
Los 10 musicales más rockeros
Los 10 musicales más rockeros

Grandes baladas y torch songs, números de baile con claqué y coreografías multitudinarias, canciones de esas que le gustan a Woody Allen... Seguro que, si te hablamos de cine musical, estos tópicos son los primeros que te vienen a la cabeza. Y no negaremos que llevarás la razón, pero también estarás ignorando a una subespecie del género: el musical rock. Porque Rock of Ages, que se estrena este viernes con su Tom Cruise melenudo y provocador, no es el único filme que ha combinado las guitarras eléctricas con las referencias a Broadway. Y a veces, como en este caso, fueron éxitos en las tablas antes de pasar a la pantalla.

La mayoría de las películas que incluímos aquí no tienen mucha consideración entre los puristas, la verdad: suelen ser demasiado duras para los fans de Fred Astaire y Gene Kelly, mientras que los rockeros las consideran, por lo general, como sólo aptas para moñas. De ahí que sólo dos de ellas aparezcan en el especial Las 50 mejores películas del rock en el número de agosto de CINEMANÍA. Pero en todas hay canciones memorables, y merecen un rescate urgente. Dale fijador a tu melena (o engrásate el tupé, según proceda) porque te espera un viaje movidito.

Jesucristo Superstar (Norman Jewison, 1973)

El musical: Por su ego y su descarado comercialismo, el compositor Andrew Lloyd Webber no es precisamente apreciado por sus colegas (Elvis Costello, sin ir más lejos, le odia a muerte). Pero es de ley decir que su revisión de la historia evangélica a golpe de sintes y solos progresivos fue el primer musical rockero en pasar a la pantalla grande. La cinta, todo un escándalo en su día, se deja ver, pero nosotros daríamos lo que fuese por ver filmado el montaje español de la obra, con Camilo Sesto, Ángela Carrasco y Teddy Bautista.

La canción: Everything's Alright no sólo resulta una elegante combinación de sensibilidad folk y guitarrazos, sino que también nos da mucho que pensar. Porque, en la versión española, el ex presidente de la SGAE interpretaba a Judas, y oírle cantar aquello de "Mujer, tu perfume, que es un gasto inútil..." cobra un sentido insólito a día de hoy.

El fantasma del paraíso (Brian De Palma, 1974)

El musical: Siempre dispuesto a las piruetas desorbitadas, el maestro DePalma pergeñó una delirante versión rock de El fantasma de la Ópera, cambiando el mundillo del bel canto parisino por la (muy podrida, y muy materialista) escena musical californiana de los 70. A través de la triste historia de William Finley, compositor deformado, del villano Paul Williams (autor de la música) y de la ingenua Jessica Harper, conocemos la médula del mundillo que produjo los mejores discos de Fleetwood Mac o los Eagles. Aunque el filme, en muchos momentos, resulte un poco incomprensible y muy, muy grotesco.

La canción: Sin duda, Old Souls, una descomunal balada de esas de agitar el mechero en el aire. La cual justifica, por sí sola, que estemos hablando de una película de culto.

Tommy (Ken Russell, 1975)

El musical: Una letal combinación de brandy, LSD y egomanía desatada (la de su guitarrista Pete Townsend) llevó al grupo The Who a inventar el concepto de "ópera rock" en 1969 con su disco Tommy. Seis años después, el grupo fichó al grandilocuente Ken Russell para adaptar la obra al cine. ¿Cuál era el problema? Pues que, si bien el álbum funcionaba por sus canciones gloriosas y su innovadora producción, su argumento sobre un mesías sordo, ciego y mudo (encarnado, para más INRI, por Roger Daltrey, cantante de la banda y actor discutible) no pintaba nada bien en la pantalla, por mucho que Eric Clapton, Tina Turner o Elton John dieran la nota en sus cameos.

La canción: The Acid Queen (con la Turner) y The Hawker (con Clapton) molan mucho, pero nuestro momento favorito es la interpretación de Pinball Wizard a cargo de un Elton con plataformones.

The Rocky Horror Picture Show (Jim Sharman, 1975)

El musical: Concebida y montada desde el total anonimato por Richard O'Brien, que también canta y actúa como secundario, esta obra se convirtió en un éxito inesperado en los 70. Su salto al cine le hizo plena justicia, con una Susan Sarandon que pasa de lo virginal a lo zorruno en un abrir y cerrar de ojos, y un Tim Curry travesti, bisexual y con vozarrón, encarnando los valores del glam rock con una soltura que ni David Bowie en sus mejores momentos. Tan grande es la leyenda de The Rocky Horror... que incluso Russel Crowe se puso medias y liguero para interpretarla.

La canción: Aunque la película rebosa con temazos, Sweet Transvestite se lleva la palma por ser la presentación del doctor Frank'n'Further (Curry), de su maquillaje y de su lencería.

Grease (Randal Kleiser, 1979)

El musical: Vale, a todos nos encanta esta película. Desde el reencuentro de Sandy (Olivia Newton-John) y Danny Zucco (John Travolta) en el instituto hasta la apoteósis final en la feria, toda Grease son grandes canciones y chistes memorables. Pero, ¿y si te decimos que el responsable último de su creación fue George Lucas? Pues sí: tanto el original de Broadway como la película fueron realizados para aprovechar el revival de los años 50 que American Graffiti y su banda sonora provocaron a partir de 1973. Porque el cine es muy raro, y la música, ni te contamos.

La canción: Vale, Summer Nights tiene un estribillo contagiosísimo y Grease Lightning es puro petardeo con gomina. Pero, si tenemos que quedarnos sólo con una, esa tiene que ser la tremenda You're The One That I Want, con John y Olivia dándolo todo.

Hair (Milos Forman, 1979)

El musical: Puede que ahora, con sus cancioncillas sobre amor y flores y su aire trasnochadamente hippie, esta película resulte una anécdota. Pero en 1968, cuando el musical homónimo llegó a los escenarios de Broadway, resultó una revolución por abordar temas tales que las drogas, el amor libre (e interracial), la homosexualidad y la objeción de conciencia. Todo ello, además, con citas musicales que iban de la Motown a Jimi Hendrix. La versión para la pantalla, bastante tardía, cambió el argumento de pé a pá, omitió varias canciones y suavizó los lados más polémicos de la historia.

La canción: Aquarius fue todo un hit en su día, y es la gran culpable de que el recuerdo de Hair implique, para un espectador español, la imagen de Raphael desenroscando bombillas imaginarias.

Pink Floyd: The Wall (Alan Parker, 1982)

El musical: Excesivo y publicitario, el británico Parker se alió con el más famoso (y malrollista) de los grupos de rock progresivo para llevar a la pantalla su disco de 1979. Y la cosa salió bien, no sólo porque el filme haga justicia a la atmósfera opresiva del álbum, sino porque su argumento (en realidad, una colección de paranoias autobiográficas del bajista Roger Waters) resulta tan incomprensible como el de aquel. Ahora bien, ya sabemos que eran los 80, pero ¿no podrían haber encontrado a alguien más solvente que Bob Geldof para el papel principal?

La canción: De nuevo, la elección es muy difícil. Pero admitamos que la puesta en imágenes de Confortably Numb resulta tan desoladora como la canción original, lo cual es decir mucho.

Calles de fuego (Walter Hill, 1984)

El musical: Bueno, digamos que Calles de fuego no es propiamente un musical. Básicamente, porque las canciones no se intercalan con la trama salvo cuando las canta Diane Lane. Pero es lo más parecido a una ópera rock (con la excepción de La tienda de los horrores) que nos ofrece el cine de los 80: Walter Hill, productor de la saga Alien y outsider vocacional, puso en juego los tópicos de la épica urbana, con el macarra bueno (Michael Paré), el macarra malo (Willem Dafoe) y la cantante frágil (Lane) involucrados en un letal triángulo amoroso con muchos navajazos.

La canción: El papel de I Can Dream About You en la película no es muy grande, pero su éxito fue tal que salvó a Calles de fuego del fracaso en taquilla y convirtió su banda sonora en una de las más vendidas de la historia.

Hedwig and the Angry Inch (J. C. Mitchell, 2001)

El musical: La historia de esta película se parece mucho a la de The Rocky Horror Picture Show. Y no sólo porque su argumento esté protagonizado por un cantante transexual (el propio Mitchell), ni porque en ella se cuestionen los roles tradicionales de género, sino también porque tuvo sus orígenes como un espectáculo off-Broadway por el que no apostaba nadie, y terminó convirtiéndose en un éxito de culto que arrasó en cineclubs y sesiones golfas.

La canción: The Origin Of Love, una más de las baladas tremendas que figuran en este informe. Tanto el tema como la secuencia animada que lo acompaña en el filme son de antología.

Moulin Rouge (Baz Luhrmann, 2001)

El musical: Un momento, ¿estamos hablando de la misma Moulin Rouge? Pues sí: nos referimos a ese musical rebozado en purpurina con Ewan McGregor y Nicole Kidman viviendo su amor imposible en el París bohemio. "¿Y qué tiene esta peli de rockera?", os preguntaréis. Pues que, entretejidos en sus medleys, hayamos temas históricos del rock más (Your Song, de Elton John) o menos blando (Heroes, de David Bowie). Hasta la llegada de Rock of Ages, esto ha sido lo más similar a una ópera-rock que hemos podido llevarnos a las retinas y a la oreja.

La canción: Pues eso, el popurrí en el que Kidman y McGregor entonan lo de "We can be heroes, just for one day". Ya sabemos que no hay mucho de rock'n'roll way of life en él, pero es que es tan bonito...

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