Por qué ‘Lion’ no debería ganar el Oscar

Mandamos a este anuncio gigante de Google Earth donde merece estar: en unos premios de publicidad, no de cine.
Por qué ‘Lion’ no debería ganar el Oscar
Por qué ‘Lion’ no debería ganar el Oscar
Por qué ‘Lion’ no debería ganar el Oscar

Es que lo tiene todo. Y el que avisa no es traidor: si tú invitas a ver una película a un amigo/a con un poquito de callo en esto de ir al cine en época de Oscar y le dices, en pleno 2017, que lo que va a ver es una película con niño, que la protagoniza Mr. Dev Patel, que aparece el rostro actual de Nicole Kidman, que está ambientada en la India de nuestras entretelas y que Google está en el origen del proyecto... El que va a empezar a buscar a su madre, como el protagonista de la película de Garth Davis, ay, mamita, es tu ex amigo/a.

Película para hacerte feliz sufriendo como un poseso, con el indolente antetítulo de 'Basado en hechos reales' que, aplicado a las películas más planas, parece el diploma del bachillerato de sus hijos que las madres cuelgan en la salita; Lion ahonda en esa estampa de la India que, desde que aquella barbaridad oscarizada del hortera de Danny Boyle en Slumdog Millionaire, ha pasado a ser un intento darnos una bofetada de realismo sin dejar de ser colorista. El filme acude a la gala de los Oscar con 6 nominaciones y ha hecho llorar a medio mundo para luego dejarnos balbuceando una excusa con esa odiosa sensación Feel Good que suena tanto a anuncio de multinacional de lo que sea.

Aquí van nuestras 5 razones reales desarrolladas, un paso más hasta la derrota final de 8 de las 9 películas oscarizables. Lion merece su ración de vitriolo, igual que hemos hecho con La llegada, Comanchería, Hasta el último hombre, Moonlight, Manchester frente al mar, Figuras ocultas y Fences por ahora. Pronto, también, La la Land, que no se va a librar. Por si acaso tienes buen corazón, aquí puedes leer nuestra crítica. Y de esa zanahoria, al palo que viene:

Pobre niño pobre

Por qué ‘Lion’ no debería ganar el Oscar

El pequeño Saroo (ojito al guiño de guión al mítico Sabú: lamentable) es encantador. Y Sunny Pawar, el actor que lo interpreta, está maravilloso. Dicho todo lo cual, ya está bien. Ya está bien de hacernos sufrir con criaturas que se pierden en trenes saturados, de gente y de colores a contraluz saturados por el director de fotografía de turno. Sabemos, porque hemos visto cualquier versión autonómica de Peninsulares por el Mundo, que la India es un lugar donde miles de niños de la calle sobreviven en la miseria sin sus familias: ¿de verdad hacía falta que un reputado director de anuncios como Garth Davis nos diese su versión recargadísima del asunto en su debú? No contento con todas las lágrimas que Saroo nos sonsaca, Davis se prepara para las de María Magdalena, su próximo largometraje. Rooney Mara va a llorar. Avisados estamos.

¿Quieres ser protagonista?

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No, Dev Patel no es indio. Tampoco es demasiado buen actor.

Poco más que añadir. Por si acaso, abrochamos: Dev Patel es británico de nacimiento y pasaporte. Nació en Harrow, un barrio del Noroeste de Londres con un 26% de indios. Su explosión como actor en Slumdog Millionaire (¿Quieres ser millonario?), que así de desvergonzadamente acotaron ese título en España, nos dejó actor de rasgos indios para los restos. Hasta M. Night Shyamalan lo eligió para Airbender, aquel desastre. Ha trabajado en todos los hoteles coloniales para turistas británicos con ganas de autoayuda en la ficción habidos y por haber. Y hasta hizo de cuota exótica en The Newsroom, cosa que para los que no nos creemos ni una línea de los que escribió Aaron Sorkin para esa serie, no mejora las cosas. En realidad, este es su año, porque al éxito de Lion, donde añade una nominación al mejor actor, fue protagonista (un matemático indio) en El hombre que conocía el infinito. Aun así, sigue sin transmitirnos demasiado. ¿Cómo le llaman a los zangolotinos en Harrow?

La jeta de Nicole Kidman

Podría ser la mejor interpretación de Nicole Kidman desde que inició ese proceso de borrado de los rasgos de su otrora bella y carismática cara. Sí, no está mal. Quizá desde Las horas: ahí ya había comenzado esa terapia de destrucción masiva de su encanto facial, pero el maquillaje ayudaba al despiste. No importa, sigue dando grima mirarle. Sigue siendo un dolor observar cómo ella está encantada con lo que se ha hecho en ese rostro sin personalidad. Nicole Kidman nos duele, incluso aunque, en puridad, esté bien en su papel.

Pasaje a la India

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De nuevo la India como presencia. Como personaje incluso. El mismo personaje de todas y cada una de las películas sobre la India que ya hemos visto desde Las mil y una noches. Incluso la versión más creativa de aquel país, la del Viaje a Darjeeling de Wes Anderson queda replicada de mala manera con el repaso simplón del servicio de ferrocarriles de aquel país donde no nos queda duda de que los niños abandonados estorban a los poderes públicos. La mirada de turista con sentimientos del cineasta Garth Davis mezclada con ese peligroso 'Basado en hechos reales' crea un monstruo ya demasiado reconocible. La India y la lástima por el mal ajeno relucen entre el folklore y la dignidad de la miseria. Nada nuevo bajo el tren.

El monopolio del mapa

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Desde el mapa (el ma-pa, el ma-pa) de Dora la exploradora, nunca un plano había tenido tanta presencia. Bueno, también está el de los créditos de Casablanca, es verdad, pero eso es encanto verdadero. El hecho de que Google Earth esté detrás de la historia real que hay en esa búsqueda del personaje de Dev Patel desde Australia para encontrar a sus padres en la India no quita para que sea un pelín forzada su obvia presencia en el filme. No hay mejor promoción posible: el problema es que ya todos, absolutamente todos, usamos Google Earth a diario. Es lo que que tiene el monopolio. Cuando ya lo tienes todo, además quieres caer bien. Y eso no es tan fácil de controlar como parece.

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