'La sirenita': ¿Y si Ariel hubiera recurrido a un abogado?

Si hubiera buenos asesores jurídicos en el fondo del mar, la malvada Úrsula hubiera tenido que responder ante los tribunales por aquello de la voz y las piernas
'La sirenita': ¿Y si Ariel hubiera recurrido a un abogado?
'La sirenita': ¿Y si Ariel hubiera recurrido a un abogado?
'La sirenita': ¿Y si Ariel hubiera recurrido a un abogado?

¿Cuál es el acuerdo más injusto de la historia del cine? Pues, posiblemente, aquel que firmaba Ariel con Úrsula en La sirenitaincluso Saul Goodman hubiera considerado que eso de entregar la voz de una a cambio de un par de piernas era un mal pacto, por mucho príncipe Eric que hubiese de por medio. Y más aún si el contrato en cuestión está lleno de cláusulas de dudosa legalidad. Vía The Mary Sue hemos descubierto un artículo publicado por Shon Faye, una tuitera con conocimientos de Derecho, que ha analizado el documento a la luz de la jurisdicción civil de EE UU (y de su equivalente bajo el océano) para llegar a una tremenda conclusión: si Ariel se hubiera molestado en leer aquella parrafada, el contrato hubiera resultado nulo, con lo que la bruja del mar no hubiese tenido derecho ni a su voz, ni a ligarse al príncipe, ni a nada de nada.

La primera ilegalidad hallada por Faye en el contrato es de las gordas: "Con 16 años, Ariel es menor de edad, con lo que, si bien es libre para firmar un contrato con Úrsula, dicho contrato es anulable en cualquier momento". Así pues, explica, "tras haberse probado incapaz para conquistar al príncipe Eric, ella podría haber anulado el contrato y haber echado a andar (o a nadar) recuperando su propia voz". También son contrarias a derecho las prendas exigidas por la bruja: "Las condiciones de Úrsula [exigir que Ariel le entregue su alma si no besa al príncipe en tres días] son onerosas e irrazonables, como el equivalente submarino de un seguro de protección de pagos. Ariel debería haber podido protestar esa cláusula, con el derecho de recurrir a un mediador colegiado".

Acerca de lo siguiente, Shon Faye tiene sus dudas ("depende del derecho consuetudinario del mar", avisa), pero sí deja claro que ninguna legislación hubiera permitido que Úrsula jugara sucio, "enviando a sus agentes para hacer volcar la barca cuando Ariel está a punto de besar al príncipe, o transformándose en Vanessa para hechizarle a él con vistas a una boda forzada mediante coacción mágica". Debido a eso, el rey Tritón y su hija hubieran tenido otra razón para declarar el contrato nulo, viéndose sólo forzados a pagar una indemnización por daños y perjuicios a resultas del coste de la poción mágica. Finalmente, la experta asevera lo más importante: Ariel es hija de su papá. "Según parece, el fondo del mar es una monarquía absoluta en la cual la Corona asume para sí todos los poderes del Estado. Así pues, Tritón tiene el poder para anular el contrato ab initio, por razones de imperativo político, o para promulgar una legislación que lo anule de forma retrospectiva". 

Así pues, si Ariel se hubiera molestado en buscar asesoría legal antes de firmar el contrato de marras, se hubiera ahorrado una gran cantidad de sinsabores, el pobre Sebastián se habría librado de huir de aquel cocinero francés, y, probablemente, la historia hubiera acabado en boda sin necesidad de tanta peripecia. Claro que, de esta manera, la película habría resultado menos trepidante, y Disney no hubiera iniciado con ella ese renacimiento que ha acabado convirtiéndola en la productora más poderosa de Hollywood. Aun así, el artículo de Shon Faye resulta de lo más interesante, y abre una cuestión de lo más atractiva: ¿se planteará el estudio convertir su remake del filme en imagen real en un drama jurídico?

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