¿'La princesa prometida' de Truffaut? 7 películas muy famosas con directores muy diferentes

¿'Godzilla' por Akira Kurosawa? ¿Aronofsky dirigiendo 'Lobezno inmortal'? Todos estos proyectos fueron reales, pero cambiaron de manos antes de rodarse
¿'La princesa prometida' de Truffaut? 7 películas muy famosas con directores muy diferentes
¿'La princesa prometida' de Truffaut? 7 películas muy famosas con directores muy diferentes
¿'La princesa prometida' de Truffaut? 7 películas muy famosas con directores muy diferentes

El cine, ya se sabe, da muchas vueltas. Y antes, cuando se rodaba y se proyectaba con bobinas, daba aún más, pero esa es otra historia. El caso es que, desde el momento en el que un proyecto fílmico empieza a deambular por los despachos (o por la cabeza de su creador) hasta que llega a la pantalla (si es que llega) pueden pasar muchas cosas. Y una de las cosas que más suelen pasar es que el filme acabe cambiando de manos, llegando a la pantalla con la firma de un director muy distinto. Unas veces, estos relevos salvan a proyectos prometedores de convertirse en despropósitos. Otras, crean una enorme curiosidad por lo que hubiera podido ser. Aquí tienes unos cuantos ejemplos de ambos casos.

La princesa prometida, por François Truffaut

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¿De verdad pudo ser? Enamorado (cómo culparle) de la novela y el guión de William Goldman, el auteur de Los 400 golpes La sirena del Mississippi trató de convertirlo en película. Apenas conocemos los detalles de su proyecto, sólo que este tuvo lugar a finales de los 70 (el libro se había publicado en el 73) y que Robert Redford Norman Jewison también aspiraron a dirigir la adaptación. ¿Habríamos visto a Jean-Pierre Léaud como Wesley? ¿A Jean-Paul Belmondo como Íñigo Montoya? Cualquiera sabe...

El Señor de los anillos, por John Boorman

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¿De verdad pudo ser? Pues sí: después de que el mismísimo Tolkien tumbase el proyecto de Stanley Kubrick The Beatles (la simpatía del profesor hacia los melenudos era tirando a nula), el tronadísimo Boorman trató de llevar el novelón al cine en 1969. El guión del cineasta y de Rospo Pallenberg ha llegado hasta nosotros, así que podemos afirmar dos cosas: la primera, que ambos autores lo escribieron drogados hasta las cejas, y que tanto el escritor como sus seguidores más acérrimos hubieran entrado en shock ante sus escenas (¡Frodo Galadriel echando un casquete!) y su reparto (¡niños con barbas postizas haciendo de hobbits!). Por supuesto, el proyecto se fue al garete, con lo cual, tras pasar los 70 empapado en alcaloides, Boorman acabó rodando en 1981 el auténtico filme de sus sueños: Excalibur.

Godzilla, por Akira Kurosawa

¿De verdad pudo ser? Juramos que esto no es una broma: Ishiro Honda, creador de Godzilla, era buen amigo de Kurosawa, para el que trabajó varias veces como ayudante de dirección. Así pues, durante el rodaje de Japón bajo el terror del monstruo (1954), el autor de Los siete samuráis se pasó por el plató para aconsejar a su compadre, viendo que aquello de los kaiju tenía posibilidades y elaborando el proyecto para una secuela. Pero, como Kurosawa era como era, su proyecto hubiese requerido de un presupuesto descomunal, con lo que la productora Toho le mandó a hacer puñetas. A nosotros nos hubiese encantado ver el filme, pero consideramos que enfrentar al saurio gigante con Toshiro Mifune hubiera sido de lo más injusto. Injusto para Godzilla, claro.

Lobezno inmortal, por Darren Aronofksy

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¿De verdad pudo ser? Pues sí. De hecho, se le dio una extensa cobertura en su momento: tras haber dejado tirada Batman: Año uno (que acabó siendo adoptada por un joven inglés apellidado Nolan, y retitulada Batman Begins), Aronofsky tuvo ocasión de dar rienda suelta a su amor por los superhéroes en compañía de Hugh Jackman, con quien había hecho buenas migas rodando La fuente de la vida. Por desgracia, el canadiense se apeó del carro en vísperas de comenzar el rodaje en Japón (que el desastre de Fukushima hubiera tenido lugar no mucho antes no facilitó las cosas), con lo que James Mangold acabó tomando el relevo. Sobre los efectos que el enfoque expresionista y majara de Aronofsky hubiera tenido sobre el mutante con garras, sólo podemos especular... y rezar porque Logan cumpla lo que prometen sus tráilers.

Desafío total, por David Cronenberg

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¿De verdad pudo ser? Tras haberle dado calabazas a George Lucas cuando este le pidió que dirigiera El retorno del Jedi (un joven David Lynch también había rechazado la oferta), el viscoso canadiense estuvo más solícito cuando Dino De Laurentiis contó con él para adaptar al cine un relato de Philip K. Dick, uno de sus escritores favoritos. Ahora bien: tratándose de Cronenberg y del magnate italiano, la preproducción estaba condenada a echar chispas desde el principio. "Yo quería hacer una película de ciencia-ficción seria, y ellos me pedían En busca del Arca perdida", se quejó el cineasta, quien finalmente acabó dejando la historia en manos de Paul Verhoeven, Schwarzenegger y la mutante con tres pechos. Del proyecto original sólo han quedado unos diseños conceptuales.

Pompeya, por Roman Polanski

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¿De verdad pudo ser? Efectivamente: esta Pompeya es el mismo péplum que se acabó estrenando en 2014, con Kit Harrington (Juego de tronos) como protagonista y Paul W. S. Anderson tras la cámara. Ansioso de tocar todos los palos, el autor de La semilla del diablo aceptó el encargo del que hubiera sido su primer filme 'de romanos', pero, en 2007, una huelga de guionistas hizo que Polanski abandonase el filme para concentrarse en El escritor. Con respecto de las diferencias entre su versión (que habría tenido como protagonistas a Orlando Bloom Scarlett Johansson) y la que finalmente llegó a los cines, tenemos una cosa clara: hubieran sido extremadamente drásticas.

Dune, por Alejandro Jodorowksy

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¿De verdad pudo ser? La historia es tan famosa que hasta tiene un (formidable) documental sobre ella. Pero, qué demonios, merece la pena de ser contada otra vez: en plena era de la psicodelia, y gracias a los buenos oficios del productor Michel Seydoux, 'Jodo' estuvo a punto de adaptar a la gran pantalla el bestseller fantástico de Frank Herbert. Sin reparar en gastos, el chileno reunió un equipo de ensueño (que si Moebius Giger para diseñar la producción, que si Pink Floyd grabando la BSO, que si Salvador Dalí cobrando un millón de dólares por hora...), logrando la rara hazaña de ventilarse la totalidad de su presupuesto antes de comenzar el rodaje. Una década larga después, el proyecto fue a parar a un David Lynch que acabó lamentándolo amargamente, y, a fecha de hoy, Dune sigue siendo la adaptación literaria más gafe de la historia del cine.

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