'La guerra de las vajillas', el videojuego español que se rió de 'Star Wars'

Corría 1988, y un programa made in Spain se atrevió a darle un giro cachondo a la saga galáctica a base de escatología y detergentes. Nosotros te contamos su delirante historia.
'La guerra de las vajillas', el videojuego español que se rió de 'Star Wars'
'La guerra de las vajillas', el videojuego español que se rió de 'Star Wars'
'La guerra de las vajillas', el videojuego español que se rió de 'Star Wars'

Hace mucho, mucho tiempo, en una España muy, muy lejana…

Nos encontramos en la época de los 8 bits. Entre los videojuegos que pueden encontrarse en un salón recreativo (¿los recuerdas?) y aquellos que los usuarios disfrutan en sus casas, bien mediante un ordenador o mediante una consola, media un abismo que permanece insalvable tanto en gráficos como en desarrollo. Para colmo, dichos juegos deben ser cargados desde una cinta de cassette o, si se tiene suerte y dinero, desde un diskette que se rompe con mirarlo. Además, y aunque hoy en día parezca difícil de creer, las compañías de software de nuestro país ocupan un lugar puntero en Europa: aprovechando lo baratos y lo relativamente fáciles de programar que son ordenadores como el Sinclair Spectrum y el Amstrad CPC, firmas como Dinamic o Topo Soft aprovechan para lanzar fuera de nuestras fronteras títulos que hoy son míticos (o deberían serlo) como Army Moves, Desperado o Game Over. Una época de expansión, de píngües beneficios… y de locuras que llamarían la atención hasta en la cantina de Mos Eisley.

En 1988, una de estas locuras llega a las tiendas con el sello de Dinamic: su título es La guerra de las vajillas, y está claro desde su misma portada que se trata de una parodia de Star Wars… interpretada de aquella manera. En ella, Luke Skywalker se ve reemplazado por un individuo canijo con un pulverizador de limpiacristales en la mano, la princesa Leia combina el bikini metálico de El retorno del Jedi con una cofia de doncella francesa y del cuadro de mandos del uniforme de Darth Vader surge un grifo. Por su parte, R2-D2 luce un diseño sacado de un paquete de detergente y C-3PO lleva una fregona en las manos doradas. Para colmo, los superdestructores y los cazas TIE del Imperio tienen la forma de planchas y tazas de café. ¿Qué demonios es esta locura?

[caption id="attachment_46821" align="alignnone" width="545"]captura1 Los desiertos de Tampooine en 'La guerra de las vajillas'.[/caption]

Pues La guerra de las vajillas es nada menos que el único videojuego español (hasta la fecha) que se ha atrevido a parodiar la saga de George Lucas. Aunque los intentos de CINEMANÍA para contactar con Rafael Hernández Stark, su autor, han sido infructuosos,  podemos ofrecerte información sobre su lanzamiento, sus circunstancias y sus contenidos, contribuyendo así a preservarla para la historia y animándote a jugar con ella… O, según cómo te tomes lo que vas a leer, a todo lo contrario.

Para empezar, fijémonos en la fecha de publicación del programa: se trata de un juego de 1988, justo un año después de que la trilogía original de Star Wars haya tenido un reestreno en pantalla grande para celebrar su décimo aniversario. Por supuesto, ese regreso a los cines ha suscitado una nueva ola de interés por la saga galáctica en el público potencial de los videojuegos, compuesto en buena parte por chavalines y chavalitas que acababan de nacer, o no habían nacido aún, la primera vez que la respiración cavernosa de Lord Vader se oyó en un patio de butacas. Un público que, además, apenas tiene productos de la saga que llevarse al ordenador: Lucasfilm Games está a otras cosas en estos momentos, y los únicos videojuegos oficiales del serial son adaptaciones de las máquinas recreativas, ya bastante añejas, publicadas por Atari en 1983.

Pero aún hay más: por esas mismas fechas, los televisores españoles se ven tomados al asalto por una campaña publicitaria bastante peculiar. La firma que la lleva a cabo es Camp, la responsable del entonces conocidísimo detergente Colón, y el protagonista de los spots es Manuel Luque. Este ingeniero químico, que ejerce como director general de la compañía, se dirige a los compradores con unas palabras cuyo soniquete tardará poco en hacerse familiar: “Busque, compare y, si encuentra algo mejor… ¡cómprelo!”. Buscando el anuncio de marras, y comparándolo con la portada del juego, cuesta poco entender por qué el protagonista de La guerra de las vajillas se llama nada menos que Manuel Luque Skywalker.

Así pues, la saga Star Wars y la popularidad de Manuel Luque y sus anuncios son dos de los pilares sobre los que se levanta La guerra de las vajillas. Ahora bien: esta criatura es un trípode, y para hallar la tercera pata tenemos que hablar de un género que por entonces gozaba de una frágil y efímera popularidad en nuestro país. Se trata de las aventuras conversacionales, también conocidas como “ficción interactiva” por sus fans. Tan antiguos como el mismo ocio electrónico, estos juegos nacieron prácticamente a la vez que Star Wars, con un programa muy legendario titulado Colossal Cave o, sencillamente, Adventure (1977): si has visto la serie Halt and Catch Fire, se trata del juego con el que la inigualable Cameron (Mackenzie Davis) pone a prueba las habilidades de sus programadores.

Antepasadas lejanas de las aventuras gráficas, las aventuras conversacionales tenían muy poco atractivo visual (al estar basadas en el texto) y además obligaban al jugador a escribir instrucciones sencillas (“coger lámpara”, “matar troll con espada”, etcétera) para avanzar en su desarrollo. Tal vez por ello, nunca gozaron de demasiada popularidad en España, aunque en el mundo anglosajón tenían hordas de fans entregadísimos. De hecho, uno de sus subgéneros más populares era el de los juegos paródicos, que hacían mofa y befa de otros programas de éxito o de productos culturales de moda para así hacer reír al jugador. Así, los jugones ingleses y estadounidenses pudieron deleitarse con joyitas tales que Bored of the Rings, que le daba la vuelta jocosa a El Señor de los anillos, o con Leather Godesses of Phobos, un desparrame verduscón a mayor gloria de la ciencia-ficción de serie B.

Pero centrémonos en España. Resulta que, en 1987, Dinamic ha publicado Don Quijote, una aventura conversacional bastante sencillita pero que ha cosechado un inesperado éxito entre los jugones españoles aprovechando el reestreno de la serie de animación basada en el clásico de Cervantes. Así las cosas, la compañía madrileña ha fundado AD (Aventuras Dinamic), un subsello especializado en las aventuras de texto. Y como las cosas complicadas entran mejor a base de risas, pues ya sabemos por qué La guerra de las vajillas fue, no sólo publicada, sino promocionada con muchísimo boato en la prensa de videojuegos de entonces.

Era un juego un tanto simplón, especialmente en lo que toca a sus chistes. Además de Manuel Luque Skywalker, los protagonistas son la princesa Paca Holgazana, Obi Juan-Quenové, Juan Solo y Chequevaca, y como villanos tenemos al emperador Karapalo y a Dark Water, el caballero heavy renegado. Si a todo esto añadimos que la Estrella de la Muerte pasa a ser la Estrella Pringosa y que el planeta Tatooine es rebautizado como Tampooine, pensaremos que el creador es un warsie postadolescente dispuesto a aliñar la saga de sus amores con unas dosis de aquello que los anglosajones llaman “toilet humor”. Y seguramente tendremos razón: por entonces, la edad de un programador de videojuegos en España podía rondar fácilmente los 16 o 17 añitos.

Respecto al desarrollo del juego, respetaba al dedillo el de la Star Wars de 1977. El intrépido Manuel Luque Skywalker debe salir de Tampooine (a bordo de una astronave llamada… pues sí: el Halcón Millonario), viajar hasta la Estrella Pringosa y rescatar a la princesa Paca Holgazana, no sin antes haberse batido contra Dark Water a golpes de cachiporraluz. Los problemas que debemos sortear no son especialmente complejos, destacando (por lo escatológico) aquel cuya solución nos obliga a hacer aguas menores en un WC de la estación espacial de combate para obtener… una tarjeta de videoclub. Decididamente, a ‘tío George’ nunca se le habrían ocurrido estas cosas tan ochenteras.

Puestos a soltar topicazos, podemos decir que La guerra de las vajillas queda como un producto inequívoco de su lugar y su época: cuando apareció, la muy influyente revista MicroHobby le otorgó una crítica muy positiva, y su tono cachondo le granjeó buenas ventas, pero ahora podemos constatar que aguanta con dificultad el paso del tiempo. Pese a ello, sigue dejando muy buen recuerdo en aquellos que la jugaron, partiéndose de risa con sus ocurrencias y su falta de complejos. Ahora, con el estreno de El despertar de la Fuerza en cartelera,  no estaría nada mal poder disfrutar ahora de una secuela, que bien podría titularse La Guerra de las Vajillas: El despertar de la Fuerza de Johnson.

[caption id="attachment_46820" align="alignnone" width="550"]guerravajillas-dinamic-caratula-disco-01 Caratula original de 'La guerra de las vajillas' en su edición para Amstrad.[/caption]
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