'La familia': viaje al interior de la secta apocalíptica más terrorífica que ha existido

Un escalofriante documental habla con los supervivientes de la secta que secuestraba niños, drogaba, teñía de rubio y criaba como si fueran hermanos.
'La familia': viaje al interior de la secta apocalíptica más terrorífica que ha existido
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El pasado mes de junio, Anne Hamilton-Byrne murió en el área para pacientes con demencia del asilo a las afueras de Melbourne en el que vivía desde hacía años. Tenía 98 años y, por suerte para ella, logró irse al otro barrio sin haberse enfrentado jamás a la justicia por ser la despiadada mujer que arruinó la vida de montones de niños a los que secuestró, sometió y maltrató a través de su secta apocalíptica.

El documental La familia. El legado siniestro de una secta (2016), dirigido por Rosie Jones y disponible actualmente en Filmin, cuenta los detalles de la desgarradora investigación sobre una de las sectas más notorias de Australia, y las secuelas que, aún hoy, sufren sus antiguos integrantes —hace unos meses vio la luz The Cult of The Family, una especie de versión extendida y más completa escrita y dirigida también por Jones—.

El documental cuenta de forma elegante y detallada —recurriendo para ello a imágenes de archivo, y al testimonio de investigadores y de varias de las víctimas— cómo Anne Hamilton-Byrne se erigió como la reencarnación de Jesucristo en una forma femenina y decidió encabezar en los años 60 una secta a la que bautizó como La Familia, que operó (al menos oficialmente) hasta finales de los 80. Desde 1968, y con la ayuda de su marido Bill, se dedicó a adquirir hijos a través de estafas, engañando a sus padres o a través de familiares de otros miembros de la secta, y los crió como si fueran suyos.

No lo tuvo muy difícil la mujer: en los años 70, la adopción estaba regulada de forma chapucera en Australia, y solo en 1971 se produjeron 18 mil nacimientos ilegítimos en el país. "En los 70 no se hablaba de ello. Madres solteras, de 16 o 17 años, que se quedaban embarazadas podían dejar de ser vistas durante meses y, de repente, regresaban a sus vidas normales. Su embarazo había terminado, pero nadie sabía que habían dado a luz y se habían desprendido del niño", revela Lex De Man, ex Sargento Superior de la Policía de Victoria que dedicó cinco años de su vida a investigar el caso.

'La familia': viaje al interior de la secta apocalíptica más terrorífica que ha existido

Aislados del mundo exterior, aquellos niños —que llevaban el pelo teñido de rubio y vestían de forma idéntica para que parecieran hermanos de sangre— fueron durante años maltratados y drogados a diario con sedantes y LSD. Y se les inculcó que Anne y Bill eran sus padres biológicos; Anne, de hecho, fingió en numerosas ocasiones que estaba embarazada, vistiendo con ropa ancha.

Autoproclamada mesías, Anne, que llegó a recoger a un total de 28 niños, sometía a los críos a un régimen de control absoluto. Predicaba con todos ellos una mezcla de cristianismo, misticismo oriental y profecía apocalíptica, y les hacía creer a todos que era una iluminada, a la altura de Buda y Krishna. Se había propuesto crear una 'raza maestra' de niños que sobrevivirían al Apocalipsis y salvarían el mundo. 

Su poder de persuasión era tan grande que, durante años, Anne logró también reclutar a un buen puñado de profesionales adinerados con promesas de realización espiritual que cambiaron sus nombres, abandonaron sus matrimonios, cedieron terrenos y tuvieron hijos con nuevas parejas a instancias de su líder espiritual. En poco tiempo, la cabecilla del culto se hizo con un enorme patrimonio inmobiliario y con bastante dinero donado por sus sometidos devotos.

Por un lado, el doctor Raynor Johnson, cofundador de la secta, compró en 1964 junto a su esposa un terreno en la región de Ferny Creek, donde levantarían después una propiedad que acabó convirtiéndose en la sede espiritual del culto: la llamada Cabaña Santiniketan. Además, Anne se hizo en aquellos años con una casa en la región inglesa de Kent y levantó una escuela oficial —registrada como colegio de forma fraudulenta— para los niños de su ansiada 'raza maestra' en la zona de Eildon, aparte de adquirir una gran propiedad en las neoyorquinas montañas de Catskill.

Durante aquellos años, Anne se dedicaba a dar sermones, a organizar sesiones de meditación semanalmente y a sacarle el dinero a sus devotos. Y los niños que vivían con ellos debían seguir todas y cada una de las estrictas normas recogidas en un libro escrito por la líder porque, de lo contrario, recibían severos castigos físicos o agresiones psicológicas. "En Eildon, todo estaba reglamentado y, al mismo tiempo, era impredecible. Las normas podían cambiar, pero no lo sabías hasta que las habías roto. Eso lo hacía más peligroso. No puedes estar a salvo si no sabes qué puede traerte problemas", relata en el documental Rebecca, una de las niñas supervivientes de Eildon.

Pero la supuesta iluminada no era más que una vil impostora. Con el tiempo, se descubrió que le contaba a todo el mundo que descendía de la realeza y que poseía varios castillos en Europa, pero la realidad es que su origen era bastante humilde. De hecho, era hija de un trabajador ferroviario y una extraña mujer que se dedicaba a conversar con los muertos —y que también acabó encerrada en un asilo, diagnosticada de esquizofrenia paranoide—; en un momento dado fue enviada por sus progenitores a un orfanato.

Anne tenía unos veinte años cuando se casó con su primer marido, que murió en un accidente de coche y con el que llegó a tener una hija. Y todo apunta a que el yoga se convirtió en una especie de salvación para ella desde entonces. Poco después de quedar viuda, comenzó a trabajar como profesora de esa disciplina y fue ahí cuando conoció al parapsicólogo y físico Raynor Johnson, que quedó embelesado por la poderosa labia de una mujer que ya entonces afirmaba tener poderes extrasensoriales. Poco después, nacería La Familia y Anne se convertiría en una de las pocas líderes femeninas de una de las sectas más terroríficas de la historia.

'La familia': viaje al interior de la secta apocalíptica más terrorífica que ha existido

En agosto de 1987, y gracias a una redada policial, seis de los niños retenidos fueron rescatados de la aislada casa rural a orillas del lago Eildon en la que se encontraban. En realidad, la policía llevaba ya tres lustros recibiendo noticias de la existencia de una extraña familia de rubios de bote en aquella zona remota pero la misteriosa propiedad aparecía inscrita como escuela y no levantaba sospechas, por lo que (aparentemente) no había motivos para molestar a sus dueños. Así, la redada solo siguió adelante cuando dos de aquellas chiquillas —Sarah Moore y Leeanne— pudieron huir de la casa y contactar personalmente con la policía.

Por increíble que parezca, la policía trató en un principio el asunto como un problema de asistencia de menores y no como una investigación criminal. Pero Lex De Man descubrió que varios de esos niños habían sido drogados en un siniestro rito de iniciación de la secta y acabó convenciendo a sus superiores de la necesidad de investigar a La Familia por actividades delictivas.

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Después de que se produjera la redada, Anne huyó al extranjero, pero su marido Bill se quedó en Melbourne; aunque acabaría también abandonando Australia para reunirse con su esposa. Los niños rescatados fueron puestos a disposición del juzgado de menores de Melbourne, bajo protección. En junio de 1993, la pareja de criminales fue detenida en su casa de Catskill y acusada de cometer perjurio al registrar falsamente el nacimiento de varios niños, y de conspiración para defraudar. Nunca se enfrentaron a cargos por abuso y maltrato de menores. Ambos fueron extraditados desde EE UU a Australia, pero evitaron la prisión y tan solo fueron condenados a pagar una multa de cinco mil dólares cada uno.

Bill murió en 2001. Pero, ¿qué pasó con todos los niños supervivientes? Que, tal y como cuentan ellos mismos en el documental, quedaron marcados profundamente de por vida. Algunos, con trastornos de estrés postraumático y depresión; otros, directamente, quitándose la vida. Por desgracia, ninguno logró que Anne llegara a pagar por todo el sufrimiento que les infligió. Ni siquiera tuvieron la oportunidad de testificar alguna vez en contra de su verdugo. Tampoco podrán hacerlo ya.

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