"Junta los labios y sopla": silbidos de película

El silbido es universal; no tiene letra ni es necesaria una buena voz para que suene bien. Todo el mundo lo reconoce y cualquiera es capaz de interpretarlo. Es la música más democrática. A lo largo de la historia del cine, un puñado de películas han utilizado este recurso musical como protagonista de su banda sonora, haciendo de las mismas una pieza especialmente carismática. No nos cabe duda de que vais a reconocer todas estas melodías sin pestañear y os retamos a que terminéis el artículo sin silbar ninguna de ellas.

M, el vampiro de Düsseldorf (1931)

El primer vestigio de silbidos en el cine llegó de la mano de Fritz Lang, que se estrenó con esta película en el cine sonoro en 1931. El silbido del asesino, que se repite a lo largo del metraje, se convirtió en el tema principal de M, el vampiro de Düsseldorf; un concepto, el de la melodía que da continuidad a la película, que se usaba entonces por primera vez. Peter Lorre, protagonista del film, no tenía la capacidad pulmonar suficiente para interpretar la pegadiza melodía, por lo que era el propio Fritz Lang quien silbaba.

Blancanieves y los siete enanitos (1937)

Disney comenzó su andadura por el largometraje y por la incesable fábrica de princesitas con Blancanieves y los siete enanitos, el primer clásico del género y una obra maestra de la animación, décadas antes de que el ordenador mandase al paro o a la reconversión a los ilustradores de la compañía. Los enanitos, ejemplares currelas que parecen disfrutar como nadie de su trabajo, hicieron popular este tema que todavía sigue vigente en nuestros días, no sin cierto cachondeo en ocasiones.

El puente sobre el río Kwai (1957)

La melodía silbada es una constante en el cine bélico clásico. Qué mejor manera de pasar las penurias de los trabajos forzados que juntándote con tus camaradas y silbando al compás, como para decir a tus captores “pues ya ves lo que nos importa”. La Marcha del Coronel Bogey es la popular tonadilla que los soldados británicos entonan al desfilar en El puente sobre el rio Kwai, y contribuyó a que la banda sonora de Malcolm Arnold recibiera el Oscar de la Academia.

La muerte tenía un precio (1965)

Hablamos del cine bélico, pero si alguien ha sido capaz de convertir este recurso en icono ha sido el trío formado por Sergio Leone, Clint Eastwood y Ennio Morricone, los tres imprescindibles del Spaghetti western de mediados de los 60. Morricone creó para la Trilogía del dólar un estilo musical inconfundible en el que el silbido adquiere una personalidad propia. La muerte tenía un precio es sólo un ejemplo, pero el silbido acompañando las profundas arrugas de Eastwood también juega un papel fundamental en las bandas sonoras de El bueno, el feo y el malo y Por un puñado de dólares.

La vida de Brian (1979)

Aunque el Beatle George Harrison fue quien puso el dinero encima de la mesa para llevar La vida de Brian a la gran pantalla ante el miedo de la productora original de ser acusada de blasfemia, no participó en la banda sonora. El Monty Python Eric Idle fue el padre de Always look on the bright side of life, la canción más famosa de los cómicos ingleses y uno de los temas más reconocibles en la historia del cine. Como anécdota, debemos hacer saber que esta canción sirvió para batir el Record Guinness de la mayor orquesta de cocos, reuniendo a más de 5.000 personas en Trafalgar Square [ver vídeo].

Kill Bill (2003)

Comenzamos con asesinos y terminamos también con asesinos, y además por partida doble. Combinando su afición por desempolvar viejos recursos con la de rescatar actores en horas bajas, Quentin Tarantino puso en los labios de Daryl Hannah la remozada melodía de otra película: Twisted nerve [ver vídeo]. Tanto en la historia de venganza protagonizada por Uma Thurman como en el thriller de 1968, la inquietante tonada es silbada por el asesino mientras enfila a su víctima, como quien no quiere la cosa. Tarantino, dándose una vuelta de tuerca más a sí mismo, también utilizó la melodía como tono de llamada del móvil de Rosario Dawson en Death Proof.