Inundaciones, asesinatos y una pandemia: las otras veces que los Oscar tuvieron que aplazarse

La crisis del coronavirus ha terminado por provocar que la ceremonia se posponga, pero no es la primera vez que ocurre algo así.
Inundaciones, asesinatos y una pandemia: las otras veces que los Oscar tuvieron que aplazarse
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Inundaciones, asesinatos y una pandemia: las otras veces que los Oscar tuvieron que aplazarse

Se veía venir: como era costumbre, la ceremonia de entrega de los próximos Oscar iba a tener lugar a principios del año que viene (concretamente el 28 de febrero), pero los premios más icónicos de la industria del cine también han acabado siendo afectados por la crisis del COVID-19. De esta forma, tal y como sabíamos ayer, la 93ª edición de los galardones se celebrará el 25 de abril de 2021.

Con este cambio de fecha se ampliará el periodo para que se estrenen films elegibles, y de este modo los estudios puedan estrenar sus películas luego de las suspensiones de rodajes, los aplazamientos de estrenos y los cierres de salas de cine que hemos venido sufriendo estos meses. Las nominaciones serán anunciadas el 15 de marzo y en ellas podrán incurrir por primera vez títulos de plataformas de streaming que no hayan pasado antes por la gran pantalla.

Es una situación extraordinaria como tantas otras a las que nos está abocando este agotador 2020, pero la historia de los Oscar de la Academia es tan amplia que tampoco podemos considerar esta decisión como un movimiento sin precedentes. En el pasado la directiva ya se ha visto obligada a aplazar su fecha de celebración por emergencias de muy variada índole aunque, eso sí, el margen de tiempo nunca había sido tan holgado como el que veremos en 2021, de cerca de dos meses.

A continuación, un pequeño repaso de estas emergencias.

La inundación de Los Ángeles

La primera edición de los Oscar tuvo lugar el 16 de mayo de 1929, consistiendo en una ceremonia que duró 15 minutos y cuyos ganadores (entre los que se encontraba Alas de William A. Wellman como Mejor Película) se conocían desde hace tres meses. El formato fue cambiando a gran velocidad en las siguientes citas, y una década después ya era un evento social con todas las de la ley en la ciudad de Los Ángeles (aunque los ganadores se conocían horas antes del desarrollo de la gala).

La 10ª edición de los Oscar estaba programada para el 3 de marzo de 1938, y la cosecha que competía había precipitado la cobertura mediática más que en ninguna otra ocasión previa. La vida de Émile Zola había obtenido un récord de 10 nominaciones, mientras que Ha nacido una estrella era la primera obra en color en ser nominada a Mejor película, y un hito como Blancanieves y los siete enanitos había acaparado la mayor taquilla del año (y de la historia).

No obstante, la directiva decidió posponer la gala 7 días, celebrándose el 10 de marzo y saliendo victoriosa La vida de Émile Zola como Mejor película. ¿El motivo? Nada menos que uno de los peores desastres de la historia californiana: la inundación de Los Ángeles. En las semanas anteriores se habían dado dos enormes tormentas al sur de California, que acabaron por conducir al desbordamiento del río Los Ángeles junto al San Gabriel y el Santa Ana.

Como resultado, el 2 de marzo el río Los Ángeles se desbordó y anegó la cuenca que ocupa la ciudad, además de los condados de Riverside y Orange. Extendida durante cinco días, la inundación provocó la muerte de 115 personas, la destrucción de 5.000 hogares y 78 millones de dólares en daños.

El Cuerpo de Ingenieros del Ejército de EE.UU. construyó varios diques de hormigón, quedando ramificado el río en una serie de canales, y normalizando la situación para permitir que la gala de los Oscar tuviera lugar pocos días después. Esta, tal y como se había previsto, se celebró en el Baltimore Hotel.

El asesinato de Martin Luther King Jr.

En 1953 los Oscar empezaron a ser televisados año a año, y de forma alternativa por NBC y ABC hasta que la segunda cadena firmó un acuerdo en 1976 que le ha permitido seguir emitiendo la gala hasta nuestros días. A finales de la década anterior EE.UU. había sufrido una serie de acontecimientos de enorme importancia sociocultural, y el cine que estaba representado en la 40ª edición de los Oscar había conseguido absorber parte de estas inquietudes.

De este modo, en la cosecha de 1968 encontrábamos títulos como El graduado, La leyenda del indomable, Bonnie y Clyde, Adivina quién viene esta noche y la final ganadora a Mejor película, En el calor de la noche. Los dos últimos films defendían un discurso antirracista que se correspondía con los movimientos por los derechos civiles que venía experimentando la nación, y la idea era que compitieran el 8 de abril, con Bob Hope ejerciendo de presentador.

Sin embargo, el 4 de abril Martin Luther King Jr. era asesinado en Memphis, Tennessee, y hubo un cambio de planes. El icónico activista y líder religioso se había desplazado a la ciudad el mes anterior para apoyar a los trabajadores afroamericanos en huelga, y su muerte a manos de un francotirador (luego identificado por la policía como James Earl Ray) motivó una serie de disturbios que asolaron los EE.UU. en los días siguientes, llevándose la vida de 50 personas.

Varias salas de Chicago y Washington fueron cerradas ante la virulencia de las protestas, y la Academia también fue afectada. La fecha prevista coincidía con la noche anterior al funeral de Luther King, de modo que en los días previos Sidney Poitier (designado como presentador del Oscar a Mejor actriz), Diahann Carroll (presentadora de Mejor Cortometraje) y los músicos Sammy Davis Jr. y Louis Armstrong (que iban a interpretar canciones de El extravagante Doctor Dolittle El libro de la selva, respectivamente) anunciaron que no acudirían al evento en señal de luto.

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La Academia llegó a plantear la posibilidad de que Poitier (protagonista de En el calor de la noche) y Davis Jr. fueran sustituidos por Jack Lemmon y Shirley Jones, pero finalmente se optó por aplazar el evento y las cuatro celebridades afroamericanas accedieron a asistir. Los Oscar se acabaron celebrando dos días después de lo planeado, el 10 de abril, en el Santa Monica Civic Aditorium, y en señal de respeto se decidió cancelar el tradicional Baile del Gobernador.

En ellos, por cierto, compitió en calidad de nominado y de forma póstuma (había fallecido pocos meses antes) Spencer Tracy, quien ganara el Oscar por su actuación en Capitanes intrépidos durante la única ceremonia que había sido aplazada anteriormente, en 1938.

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El atentado contra Ronald Reagan

El marco del tercer retraso de los Oscar también fue bastante turbulento, aunque esta vez no hubo que lamentar víctimas mortales. El 30 de marzo, a 69 días de haber sido elegido Presidente de los EE.UU., Ronald Reagan sufrió un intento de asesinato a las puertas del Washington Hilton Hotel, que también provocó heridas de gravedad en el secretario de prensa James Brady, el policía Thomas Delahanty, y el agente del servicio secreto Timothy McCarthy.

Ese mismo día estaba programada la celebración de la 53ª edición de los Oscar en el pabellón Dorothy Chandler, y hasta cuatro horas antes de que comenzara la directiva no resolvió aplazar la ceremonia para el día siguiente. La decisión se tomó para no obstaculizar la cobertura informativa, y una vez ABC emitió la gala el día 31, esta comenzó con un mensaje que el mismo Reagan (recuperándose de sus heridas entonces) había grabado una semana antes.

En esta edición Gente corriente ganó el Oscar a Mejor Película junto al de Mejor Director para Robert Redford y, al igual que ocurrió en 1968, la crisis que sufría en ese momento EE.UU. estaba muy relacionada con el cine que la Academia se proponía recompensar. Se daba el caso de que el atacante de Reagan era John Hinckley Jr., y que sus actos se debían a la obsesión por la actriz Jodie Foster.

El "enamoramiento" de Hinckley Jr. había nacido a partir de verla interpretar a una joven prostituta en Taxi Driver, y de cara a ganarse su admiración quiso emular a Travis Bickle y eliminar a un político de renombre, tal y como intentaba hacer el protagonista del film de 1976. Meses antes de atacar a Reagan, Hinckley Jr. había estado acechando a Jimmy Carter, y una vez fue arrestado también llegó a asociar su comportamiento a la lectura de El guardián entre el centeno.

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Un año antes John Lennon había asesinado por Mark Chapman atendiendo a una motivación similar, pero en lo tocante a los Oscar eso no era lo más incómodo; en la cita de 1981 el director de Taxi Driver, Martin Scorsese, competía con su última película, y precisamente por Toro salvaje Robert De Niro acabaría ganando el Oscar a Mejor actor. El mismo cuyo trabajo había inspirado a Hinckley Jr., y la causa por la que los Oscar habían tenido que celebrarse un día después de lo planeado.

Hasta 2021, estas tres habían sido las únicas ocasiones en las que la Academia tuvo que aplazar la ceremonia, aunque estuvo a punto de volver a hacerlo en 2003. El 20 de marzo de ese año EE.UU. invadía Irak, y tres días después estaba programada la 75ª entrega. Ante esta situación se intentó cambiar la fecha, pero la falta de disponibilidad del teatro Kodak provocó que mantuvieran el día y se desarrollara una de las galas más incómodas que se recuerdan.

Aunque ni siquiera un conflicto como la II Guerra Mundial llegó a provocar nunca un aplazamiento de la gala, en 2003 la decisión de la Academia fue acusada de frívola, y hubo varias celebridades que cancelaron su asistencia ante el reciente inicio de la contienda bélica. Estas fueron Jim Carrey, Will Smith, Cate Blanchett y nada menos que Hayao Miyazaki, que se negó a acudir en protesta por la guerra pese a la nominación (y posterior victoria) de El viaje de Chihiro como Mejor película animada.

Esta ceremonia, mediada por Steve Martin, también fue aquélla en la que Michael Moore ganó el Oscar a Mejor documental por Bowling for Columbine, aprovechando para lanzar un encendido discurso en contra de George Bush y de la guerra de Irak mientras recogía el premio. Más de quince años después, los Oscar vuelven a asistir a un drástico cambio de planes que, gracias a la inclusión de requisitos de diversidad, podría determinar su desarrollo posterior para siempre.

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