Cómo incordiar al poder y no morir en el intento

Un repaso a los filmes que hurgaron en la mugre de gobiernos e instituciones varias.

TODOS LOS HOMBRES DEL PRESIDENTE (Alan J. Pakula, 1976)

El mandatario: Richard Nixon, ausente del reparto pero omnipresente gracias a los teletipos y al metraje de archivo.

Los fisgones: Bernstein (Dustin Hoffman) y Woodward (Robert Redford), dos plumillas del Washington Post con vocación de escritores de best sellers. Narrando sus peripecias, el escritor William Goldman (La princesa prometida) ganó el Oscar al Mejor Guión Adaptado.

Los trapos sucios: La investigación real, realizada por los periodistas en 1972, destapó el caso Watergate y forzó a Nixon a dimitir, convirtiéndole en la figura patética que tan bien interpretó Frank Langella en El desafío: Frost contra Nixon (2008). Bernstein y Woodward publicaron su reportaje, convertido en voluminoso libro, en 1974.

EL CANDIDATO (Michael Ritchie, 1972)

El mandatario: Bill Mckay (Robert Redford, antes de reunirse con Hoffman en Todos los hombres del presidente). Abogado pijo de ilustre familia, este rubiales decide presentarse a las elecciones con la firme intención de no ganar. Por desgracia para él, los electores le encontrarán irresistible.

Los fisgones: Una horda de periodistas dispuestos a encumbrar a una cara bonita, sin importarles que ésta esté o no respaldada por un programa sólido de gobierno.

Los trapos sucios: El guionista Jeremy Larner (antiguo periodista político) basó el personaje de Redford en el político estadounidense John V. Tunney. Acabaría ganando el Oscar al Mejor Guión Original.

SYRIANA (Stephen Gahan, 2005)

El mandatario: El príncipe Nasir (Alexander Siddig), heredero al trono de la nación que da título al filme. Syriana es un país muy rico en petróleo y muy, muy parecido a Arabia Saudí.

Los fisgones: Matt Damon, analista financiero con sentido ético, y George Clooney, ejecutor de la CIA con cargos de conciencia. El papel de éste último fue rechazado por Harrison Ford, el cual (según confiesa) no ha dejado de lamentarlo desde entonces.

La investigación: El director Stephen Gaghan (ganador de un Oscar por Traffic) se inspiró en las memorias de un agente de la CIA para su filme. El proceso de documentación para el guión llevó al intrépido cineasta a entrevistarse con uno de los líderes del grupo terrorista Hezbolá.

PODER ABSOLUTO (Clint Eastwood, 1997)

El mandatario: Con el caso Lewinski en pleno apogeo cuando se estrenó este filme, y siendo el amigo Clint Eastwood militante del partido republicano... ¿En qué presidente de la vida real estará basado el mujeriego y corrupto Alan Richmond (Gene Hackman)? Sí. Exacto. En éste.

El fisgón: Luther Whitney (Eastwood), un ladrón de joyas con problemas familiares, culpable de estar en el lugar equivocado en el momento menos apropiado.

Los trapos sucios: La novela de David Baldacci en la que se basa el guión de William Goldman (Todos los hombres del presidente) está aún más cargada políticamente (a la derecha) que el filme. Increíble, pero cierto.

THE QUEEN (Stephen Frears, 2006)

Los mandatarios: Tony Blair (Michael Sheen, espléndido), recién elegido primer ministro de Gran Bretaña, e Isabel II (Helen Mirren, inconmensurable), anciana monarca y cabeza de una tronada familia real.

Los fisgones: El pueblo británico, y sus tabloides. La muerte de Lady Di desencadena una tormenta popular que Blair tratará de aprovechar en su beneficio, y ante la cual la Reina tendrá que aprender nuevas formas de supervivencia.

Los trapos sucios: Stephen Frears y el guionista Peter Morgan (El desafío: Frost contra Nixon) habían puesto ya a Tony Blair en su punto de mira con el telefilme The Deal (rodado en 2003 para la BBC). La última entrega de la Trilogía Blair, titulada The Special Relationship, se estrenará en mayo, con Dennis Quaid en el papel de Bill Clinton.

EL MENSAJERO DEL MIEDO (Jonathan Demme, 2004)

El mandatario: Raymond Shaw (Liev Schreiber), candidato a la presidencia con turbias conexiones internacionales y muy apegado a su madre (Meryl Streep). ¿Te suena de algo la expresión "lavado de cerebro"? A él, mucho.

El fisgón: Bennet Marco (Denzel Washington), veterano de guerra que conoció a Shaw en Kuwait. Por lo visto, según descubre, el futuro presidente hizo amigos muy interesantes en el Golfo Pérsico.

Los trapos sucios: Si el filme original (John Frankenheimer, 1962) era hijo de la Guerra Fría y el terror a los pérfidos chinos comunistas, este remake se lanza de lleno a la paranoia post-11 de Septiembre. Desde una perspectiva más crítica con el propio bando, eso sí.

PRIMARY COLORS (Mike Nichols, 1998)

El mandatario: Jack Stanton (John Travolta), carismático gobernador de un estado de los EE UU. Canoso, voluminoso, mujeriego y con una esposa (Emma Thompson) de armas tomar, el parecido de este personaje con Bill Clinton es más que evidente.

El fisgón: Henry Burton (Adrian Lester), asesor político que aún se cree que las instituciones están para servir al pueblo. Pobre inocente...

Los trapos sucios: Cuando se publicó, en 1996, la novela en la que se basa el filme causó sensación por dos razones: sus poco disimuladas invectivas contra Clinton y su entorno, y el hecho de que su autor permaneciera en el anonimato. Después se reveló que el libro había sido escrito por Joe Klein, veterano periodista político.

W. (Oliver Stone, 2008)

El mandatario: George W. Bush (Josh Brolin), el hombre que reaccionó ante la noticia del 11-S leyendo un cuento para niños.

El fisgón: Oliver Stone. Siguiendo el ejemplo de Stephen Frears en The Queen, el director de Platoon (y amigo de Hugo Chávez) se lanzó a realizar un biopic sobre un presidente aún en el poder. El hecho de que la popularidad de Bush estuviese ya bajo mínimos no tuvo nada que ver en ello. Suponemos.

Los trapos sucios: Si en Nixon (1995), su anterior biopic político, Stone alternaba las bofetadas con la admiración, aquí se suelta la melena ofreciéndonos un relato francamente bufonesco. ¿Para cuando Obama: The Movie?

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