Grafiti y ciudad, nueva vida en común

  • El grafiti se encuentra asociado a lo ilegal en el imaginario colectivo algo que ha cambiado en los últimos años.
  • Barrios comerciantes y empresarios les rinden ahora pleitesía existiendo incluso servicios a demanda que han proliferado en nuestro país.
  • Pinta Malasaña es una iniciativa que volverá el 17 de abril dejando escaparantes, muros y bolardos en manos de grafiteros.
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Puerta decorada en un restaurante de Lavapiés.
Puerta decorada en un restaurante de Lavapiés.
ASOCIACIÓN DE COMERCIANTES DE LAVAPIÉS
Puerta decorada en un restaurante de Lavapiés.

El grafiti se encuentra asociado a lo ilegal en el imaginario colectivo. Ese es su origen: firmas, mensajes o dibujos que toman la ciudad como un lienzo en blanco.

Sin embargo, los artistas han visto cómo, en los últimos años, barrios, comerciantes y empresarios les rinden pleitesía.

"Fiesta del arte" o "espacio de disfrute" son definiciones que los entrevistados para este reportaje utilizan a la hora de referirse a una nueva comunión entre ciudad y grafiti que en Madrid ya ha atrapado a dos de sus barrios más carismáticos, Malasaña y Lavapiés.Y desde Portugal, la ONG Lata 65 envía al mundo un mensaje diferente: los sprays no entienden de edad.

En 2011, el periódico Somos Malasaña trasladó a su barrio la iniciativa que el colectivo barcelonés Persianes Lliures había llevado a cabo en Guinardó. Persianas Libres Malasaña brindó 140 cierres comerciales a casi 100 artistas.

Pese al éxito, la falta de patrocinadores suspendió durante cuatro años un evento que vuelve el domingo 17 de abril gracias a dos marcas.

La asociación Madrid Street Art Project selecciona a los participantes, asegurando que "la calidad de las obras sea algo mayor que en 2011 y que haya variedad de estilos", indica el periodista Antonio Pérez.

Con temática libre, espacio para amateurs, 100 cierres, "algún escaparate", un muro grande y 80 bolardos, Pinta Malasaña, la cita de este año, promete "mejorar la ciudad", al tiempo que los artistas "demostrarán con calma su arte".

Sergio Martín, presidente de la asociación de comerciantes Vive Malasaña, recuerda los "dos murales, muy bonitos", que una artista plasmó en su persiana.

Habla de aquellas intervenciones como "auténticas joyas" y espera que el 17 de abril "haya más gente pintando".

Tras la estela de Lavapiés

Pinta Malasaña quiere recuperar el tiempo perdido y convertirse en una cita anual, algo que han logrado en Lavapiés desde 2014.

Su evento CALLE (Convocatoria Artística Libre Lavapiés Emergente) amplía el lienzo urbano a fachadas, permite instalaciones y, a diferencia de la cita malasañera, nació con vocación de arte efímero y se desarrolla durante varias jornadas (abril-mayo).

Alrededor de 60 comerciantes participarán este año en una iniciativa que surgió de uno de sus miembros con el ánimo de "proyectar la mejor imagen posible de Lavapiés" y aprovechar la presencia de "muchísimos artistas que viven aquí".

Madrid Street Art Project (MSAP) colaborará también con este proyecto, que, al igual que el anterior, reúne a creadores nacionales e internacionales.

Guillermo de la Madrid, de MSAP, resalta de ambos eventos que hacen del arte algo "más popular y accesible" y ayudan a "crear nuevos espacios fuera de los canales habituales", reconceptualizando el espacio urbano como un lugar "no solo de tránsito, sino de encuentro y disfrute".

De la Madrid admite que, pese a que en otros países la conexión entre ciudad y arte urbano se ha consolidado antes que en España, la capital va "a buen ritmo y en poco tiempo puede convertirse en referente".

Acercando el arte urbano a los mayores

Además de democratizar el acceso al arte, la promoción del envejecimiento activo y la solidaridad entre generaciones guiaron a la arquitecta Lara Seixo para crear LATA 65.

Se trata de una ONG nacida en Lisboa en 2012 que propone acercar a los mayores al arte urbano con sesiones que aúnan teoría y práctica.

Casi 200 mujeres y hombres (ellas son el 95% del alumnado) de entre 60 y 102 años ya han pintado en muros de diversas localidades portuguesas (Lisboa, Porto, Covilhã…) y también en São Paulo (Brasil).

Seixo destaca que la mayor satisfacción es comprobar "la alegría y la manera distinta" en la que se reconocen los participantes cuando acaban el taller.

"Aquí no pienso en los días que me faltan para morir" o "He descubierto algo por lo que vivir" son algunas de las emotivas reflexiones que los alumnos han compartido con el equipo de LATA 65.

Aunque estarían "encantados" de traer la iniciativa a España, por el momento no ha surgido la oportunidad de que vengan a demostrarnos que el arte urbano no tiene edad.

Grafitis por encargo

Los empresarios también empiezan a ver el grafiti con otros ojos. La prueba son los servicios a demanda que han proliferado en nuestro país como Graffiti Company.

Sergio Jiménez y Pablo Sánchez comprobaron en Inglaterra el éxito de esta práctica entre las grandes marcas. Además de fachadas e interiores, han pintado cruceros, camiones e incluso una Virgen en una parroquia.

Ninguna petición les sorprende aunque, por lo complicado del proyecto, destacan el avión A330 de Evelop Airlines que pintan desde hace dos años condicionados por la temperatura del material y sus tiempos de secado.

Sus tarifas dependen de la superficie a pintar, oscilando el m2 entre 30 y 55 euros.

El cliente interviene en el proceso del diseño, aseguran, pero, una vez que los sprays entran en acción, deben esperar al resultado final para hacer observaciones.

"Es fácil que se asusten; por ejemplo, en los realismos se parte de los oscuros a los claros, y hasta el último momento no ven cómo será la tonalidad final", explica Jiménez.

Opinan que el estatus del grafiti como expresión artística es aún una asignatura pendiente para España, y distinguen unas ciudades mejor posicionadas (Bilbao, Granada y Vitoria) que otras.

David Rodríguez puso en marcha Graffiti Madrid en 2011. Atribuye el auge de esta técnica a que ahora se considera "moderna" y a las ventajas de internet para difundir los trabajos.

Licenciado en Bellas Artes y diseñador gráfico, no quiere que se le identifique como un grafitero que trabaja para empresas, y matiza que ofrece "decoración artística o imagen corporativa".

"El spray es solo una herramienta más, y tampoco lo que pinte con él será siempre un grafiti", explica. En su opinión, esta expresión artística solo puede estar ligada a su carácter ilegal.

Rodríguez también aclara que su trabajo no se dirige a "solucionar el vandalismo", sino que implica un proyecto realizado con "conocimientos en diseño, imagen corporativa y arte".

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