¿Habría valido la pena 'Harry Potter' sin Alan Rickman?

El mejor personaje del serial corrió a cargo del mejor actor de su reparto: rindámosle homenaje al grito de '¡Cuatro puntos menos para Gryffindor!".
¿Habría valido la pena 'Harry Potter' sin Alan Rickman?
¿Habría valido la pena 'Harry Potter' sin Alan Rickman?
¿Habría valido la pena 'Harry Potter' sin Alan Rickman?

Su carrera no fue muy prolífica: empezar tarde es lo que tiene, y además siempre prefirió el teatro. Pese a ello, Alan Rickman tuvo una carrera cinematográfica por la que otros actores hubiesen matado. Su gesto torvo y su voz tenebrosa le dieron el punto a muchas películas magistrales (Jungla de cristal, Sentido y sensibilidad, Héroes fuera de órbita) y supusieron lo mejor de otras que a lo mejor no eran tan estupendas (Robin Hood, príncipe de los ladrones, Guía del autoestopista galáctico). Pero, para qué nos vamos a engañar, una generación entera de espectadores (o varias) le recuerda por un único papel: Severus Snape en las películas de Harry Potter.

Decir que el profesor de Pociones de Hogwarts es el personaje con más matices jamás creado por J. K. Rowling tal vez sea exagerar (¿o no?). Pero lo cierto es que Rickman demostró estar a la altura de un rol muy difícil, y que sin los tormentos a los que sometió a Daniel Radcliffe en cada curso académico, al serial con varita le hubiese faltado algo de magia. Por eso, en el aniversario de su muerte, le rendimos homenaje recordando sus mejores momentos al grito de "¡Cuatro puntos menos para Gryffindor!". 

Ajenjo y asfodelo

El primer encuentro entre Harry y Snape en Harry Potter y la piedra filosofal no fue nada halagüeño, trayendo consigo un posible dislocamiento de hombro para Emma Watson (de tanto levantar la mano) y una pregunta con un mensaje en clave. Porque, como recuerdan los comentaristas en YouTube, el asfodelo es una variedad de lirio (en inglés, "Lily") asociado a la muerte, mientras que el ajenjo es una planta conocida por su sabor amargo. ¿Recuerdas cómo se llamaba la madre de Harry?

Chúpate esa, Kenneth Branagh

Este enfrentamiento entre Rickman y el director de Mucho ruido y pocas nueces es delicioso por muchas razones. Pero se vuelve todavía más gracioso si pensamos que la mejor amiga de Rickman fue Emma Thompson, pareja artística y personal de Branagh hasta que él le puso los cuernos con Helena Bonham-Carter. Seguro que había mucha furia canalizada a través de aquella varita.

La fuerza de su mirada

La dirección de Alfonso Cuarón, los aullidos de David Thewlis y la demencia pura de Gary Oldman convierten a Harry Potter y el prisionero de Azkaban en uno de los mejores capítulos de la saga potteriana, si no el mejor. Algo a lo que Rickman contribuyó, para variar, con escenas como esta clase sobre licantropía (¡con diapositivas!) en la que las palabras "trescientos… noventa… y cuatro" suenan más amenazadoras que nunca en la historia de la humanidad.

Cuando menos te lo esperas

A estas alturas, todavía no hemos mencionado a la otra víctima favorita de Snape: Ron Weasley (Rupert Grint). Valga para remediarlo este momento de Harry Potter y el cáliz de fuego en el que Rickman demuestra que, si vas a ser un profesor salido del infierno, conviene que lo seas con estilo. Observad, por favor, esa forma tan elegante de recogerse las mangas antes de agarrar al 'Chico que vivió' y a su amigo el zanahorio para someterles a su muy necesaria disciplina.

Los malos recuerdos

Llegados a Harry Potter y la orden del Fénix, el peso dramático de Snape fue aumentando en progresión geométrica, así como el desempeño de Rickman en el papel. Gracias a ello tuvimos escenas como estas, en la que el actor medía su talento en un duelo (bastante desparejo) con Daniel Radcliffe. Ojo a cómo van mutando sus expresiones del orgullo a la furia conforme Harry y el público van descubriendo la dolorosa verdad: el tan mitificado James Potter era un macarra y un abusón.

El deber de Judas

¿El giro más diabólico ideado por Rowling en toda su carrera? Posiblemente. Y seguro que, cuando llegó este momento fatídico en el que Snape le daba el pasaporte a Albus Dumbledore, muchísimos espectadores exclamaron "¡Lo sabía!". Pero si hubiéramos estado más atentos, habríamos notado ese temblor en la voz de Rickman al pronunciar "avada kedavra"…

En la boca de la serpiente

Aunque la excursión campestre del trío principal en Harry Potter y las reliquias de la Muerte - Parte I no dejase mucho tiempo para snapeismos, Rickman se marcó en ella una de sus mejores momentos… entrando en una casa. Sin hacer uso de su legendario vozarrón, solo con su planta y su gesto, el personaje al que creíamos el malo malísimo de la saga se dirigía a la mansión de los Malfoy para asistir a una reunión de mortífagos al más alto nivel. Y, una vez más, al revisar la historia tras el estreno del último capítulo descubrimos que esta escena era mucho más de lo que parecía.

"Siempre"

La revelación definitiva. El momentazo. La llave que abría la caja de los misterios, y que nos reveló a Snape como la creación literaria que sustentaba todo el serial potteriano. Cruel, resentido, patético y noble hasta la locura, todo a la vez. Sobre las cosas que Harry descubría en el pensadero tras verter en él las lágrimas de su profesor más odiado podría escribirse mucho (y, de hecho, se ha escrito), y para nosotros suponen la prueba de que, sin el personaje y su interpretación a cargo de Alan Rickman, las películas hubieran tenido muchísima menos gracia.

Pero, por si quedan dudas, dejemos que Harry emita el veredicto final:

¿Habría valido la pena 'Harry Potter' sin Alan Rickman?
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