Guía de cine para evitar la resaca

Da igual que sea sábado noche, domingo por la tarde, vuestro cumpleaños, la boda de vuestra prima o nochevieja…

Os gusta salir por la noche. Os gusta beber. Os gusta el sonido de los hielos en el vaso, el licor deslizándose por las rocas, la sensación que os transmite el primer trago y también el último, la seguridad en vosotros mismos, el amor desinteresado que de repente sentís por todos los seres de la tierra, lo divertido que parece todo y lo bello que se ha puesto el mundo. La felicidad era esto, pensáis cada noche de jarana cuando os dan las cinco de la mañana en un tugurio…

Y de repente ya es el día siguiente y la cabeza os pesa como si llevarais encima todas las botellas que os bebisteis la noche anterior. Además sufrís pinchazos en vuestra cabeza tan afilados como cuchillas de afeitar. Estáis cansados, con la boca espesa, las piernas os duelen como aquella vez que hicisteis una maratón sin entrenar, solo el café y el sofá os calma. Pero no lo suficiente como para calmar vuestras ganas de tiraros por la ventana. Esto amigos, se llama resaca y por culpa de ella pondréis a Dios por testigo para prometeros que nunca jamás os volveréis a pasar con el alcohol. Un propósito, como los de año nuevo, que aún no habéis conseguido cumplir…

Pero para eso está CINEMANIA, la mejor revista de cine que además sirve como guía (siempre cinematográfica) de autoayuda, para ayudarte a evitar la resaca en noches tan señaladas como la de hoy.

Empecemos.

Estás contento y de celebración y por eso te da igual ocho que ochenta y pones la copa debajo de cualquier botella de la que caiga líquido. Error. ¡Nunca sabes que te pueden poner en la copa! Desde veneno hasta la cerveza artesanal de tu cuñado. Así que haz como Logan Marshall-Green en La invitación que nunca, nunca se termina de fiar del vino que sirven en esa fiesta. Vale, es cierto que la amenaza que se cierne sobre él está secundada por unas cuantas señales claras de que su ex mujer y su nuevo novio están un poco metidos en una secta donde la gente se suicida pero está claro que a él no se la van a colar, el actor que es hermano gemelo de Tom Hardy (no, no lo es… ¿pero no os parece alucinante su parecido físico) mira la copa de vino como vosotros deberíais mirar la vuestra esta noche.

Y es que no os podéis fiar ni del gazpacho, o que se lo digan a Ángel de Andrés Lopez interpretando a ese policía que aparece en el lugar equivocado en el momento equivocado en una de las más deliciosas comedias de Pedro Almodóvar, Mujeres al borde de un ataque de nervios.

No cenar y beber es un absoluto pecado. Vale, es cierto que sin comer nada la borrachera te va a salir mucho más barata, pero ya sabéis lo que se dice, lo barato sale caro y al día siguiente cuando suenen truenos en vuestra cabeza os arrepentiréis de haber tomado esa fatídica decisión.

Así que come por encima de tus posibilidades, quizá no tanto como Marcello Mastroianni, Ugo Tognazzi, Philippe Noiret y Michel Piccoli en La gran comilona de Marco Ferreri, en la que cuatro amigos hartos del hedonismo y del aburrimiento de sus vidas de ricos deciden  suicidarse comiendo sin tregua. Pero sí lo suficiente, quizá Toni Soprano sería un buen ejemplo, para crear una buena película en el estómago que te impida hacer el ridículo por la noche e ir a urgencias por la mañana.

El buen bebedor bebe el alcohol solo o con hielo. Pero asumámoslo, nosotros tenemos que mezclar, no somos tan valientes. Whisky con limón, Ron con cocacola, ginebra con tónica… Y parece fácil, pero no lo es en absoluto, la mezcla ha de ser coherente y equilibrada ¿A qué nos referimos? A no caer en el error, por ejemplo, de Santos Trinidad, el personaje que se marca José Coronado en No habrá paz para los malvados se bebe casi de un trago unos vasos de tubo casi repletos de ron con dos dedos de coca-cola… Así acaba como acaba, con unas cogorzas monumentales que le empujan a meterse en líos que le quedan demasiado grandes. Que sí, que luego salva el mundo, pero eso ya es otra historia.

Hay que combinar con coherencia como por ejemplo hace James Bond en casi todas sus películas cuando pide al barman Martini con vozka mezclado, no agitado.

Queda terminantemente prohibido quedarse parado en la barra al estilo cowboy mientras los demás bailan y tú te regodeas en el fondo de tu vaso.

Sal a bailar, que tú lo haces fenomenal (cómo dice la canción). Si bailas no bebes. Si bailas sudas y si sudas expulsas el alcohol. Si bailas además tienes la posibilidad de ligar, quién sabe. Y por si te falta confianza  aquí te traemos unos cuantos pasos de cine para que no lo dudes ni un momento y salgas a conquistar la pista.

El clásico baile de John Travolta en Fiebre Sábado Noche:

El romántico e imposible paso de Dirty Dancing en versión actualizada con Ryan Gosling y Emma Stone:

El adorable baile de la pequeña de Little Miss Sunshine:

El baile más asequible si vas con amigos, el de los parados de Full Monty:

Y si te vienes muy arriba aprende del mejor, Channing Tatum en Magic Mike:

Ya has tenido suficiente… Está amaneciendo y has emprendido tu camino a casa. Estás cansado pero como has seguido nuestros consejos vas con la mente totalmente despejada y tienes por delante un domingo soleado y libre de resaca para disfrutar. De repente al girar una esquina te encuentras con ese amigo o amiga que siempre te lía para tomar la penúltima y está claro que esta vez no va a dejarte escapar tan fácilmente.

Se fuerte. SÉ FUERTE. Y dile que no, invéntate una excusa, hazte el sueco o sal corriendo. No hagas como Miguel de Lira en A Esmorga, una de las cintas más bestias y hermosas sobre el alcoholismo y la amistad que se hayan hecho nunca en nuestro país y que cuenta cómo tres amigos de juerga se dejan llevar por la autodestrucción hasta buscar la verdadera perdición… Y todo comienza con un tipo yendo al trabajo al que convencen para tomarse una insignificante copa.