[Goya 2019]: 'Campeones' una vez más

'El reino' se corona como la otra triunfadora de la noche con seis estatuillas incluida la de mejor dirección para Rodrigo Sorogoyen
[Goya 2019]: 'Campeones' una vez más
[Goya 2019]: 'Campeones' una vez más
[Goya 2019]: 'Campeones' una vez más

Era el día de la marmota y eso, en principio, no presagiaba nada bueno. ¿Nos esperaba una gala eterna? ¿Los números musicales se repetirían hasta el infinito? ¿Entraríamos en un bucle de desesperación y miseria cinematográfica como en años anteriores? El monólogo inicial de Silvia Abril y Andreu Buenafuente en la 33 edición de los Premios Goya acabó de un plumazo con el mal agüero. ¡Qué química! ¡Qué gracejo! ¡Qué colleja a Pedro Sánchez y su Falcon!¡Y qué chistes! Lo sentimos "Goya al Harvey Weinstein español", nuestro favorito es el del "travelling de Pablo Echenique" que sospechamos –felizmente, todo sea dicho– que sale de la pluma de Antonio Castelo, uno de los guionistas de esta gran noche del cine español cuyo guion, ¡al fin!, fue divertido. ¡Enhorabuena a todos los plumillas desde CINEMANÍA!

El reparto de premios comenzó embalado y con sorpresa. Primeras estatuillas para Carolina Yuste, actriz de reparto por Carmen y Lola, para el montaje de El reino (Alberto del Campo) y la dirección de fotografía para La sombra de la ley. Por si fuera poco, después salió Rosalía a cantar Los chunguitos. Repetimos: ¡Los chunguitos! Eva Llorach se marcó un 'Frances McDormand' pidiéndole al resto de las invitadas que se levantasen por una mayor presencia de las mujeres en el cine. Podrían haberse levantado también los miembros del equipo de Quién te cantará, otros que deberían haber sido más de los que eran. Al cine español, a España en general, le iría sin duda mejor si cuidase de su patrimonio con el mimo con el que Alex de la Iglesia, Vigalondo, Rodrigo Cortés, Amenábar, Bayona, Balagueró o Paco Plaza reivindicaron al gran Chicho Ibáñez Serrador, Goya de Honor y uno de nuestros grandes directores. ¿Se imaginan que esto sirve para que alguien, en su casa, descubra esas dos obras maestras que son La residencia o ¿Quién puede matar a un niño?

El pegamento de los sobres parecía hecho a prueba de Bonnie and Clyde en los Oscar. Jesús Vidal demostró con su Goya por Campeones que la discapacidad no es un obstáculo ni para protagonizar películas ni para recitar emocionantes discursos de agradecimiento. El reino cogía carrerilla –sumó otras dos estatuillas, mejor guion original y mejor sonido–, y concienció de lo difícil que es la conciliación familiar. En el Goya a los mejores efectos especiales, que fue para Superlópez y Berto Romero y David Broncano entregaron colgados del techo, aprovechamos para saquear el catering de la sala de prensa. El chiste era bueno, pero… ¡muy largo! ¡Todavía quedaban 17 premios, incluido el del corto palestino de esta edición! Por no hablar del in memoriam con adagio de James Rhodes featuring Bach, el discurso del presidente de la Academia y, sí, amigos, sí, la tuna. Eso no lo levantaba ni Luis Zahera, nuestro actor de reparto preferido que le dio a El reino su cuarto Goya, ni el grito animal de Arantxa Etxevarría llevándose el premio a mejor dirección novel por Carmen y Lola, su película de "¡gitanas, lesbianas y mujeres!".

Lo del día de la marmota empezaba a ser algo más que un presagio. La gala, un año más, había entrado en barrena por mucho que LG regalase televisores a los premiados de discursos cortos. Si no era culpa de los presentadores ni de los guionistas, ¿qué opinaría la  Academia de recortar las categorías de premios? Mientras Amaia, Rozalén y Judit Neddermann protagonizaban el enésimo número musical y le daban su primer cabezón a Coque Malla, en la sala de prensa revisábamos compulsivamente las diez estatuillas que quedaban por repartir. Hubo para todos, incluidas las cantadas Cold War, El silencio de otros, Roma y ¡hasta uno de los Monty Python! Pero, para qué engañarnos, también Antonio de la Torre (El reino) –¿y si creamos directamente una categoría al mejor Antonio de la Torre?–, que se despidió por Chiquito de la Calzada mientras Susi Sánchez agradecía su merecido cabezón por La enfermedad del domingo. No llegaron las sorpresas que secretamente esperábamos. No pudo ser, Isaki Lacuesta, nuestra secreta esperanza, gran cineasta, el mejor de esta noche. El Goya a mejor dirección recayó en Rodrigo Sorogoyen (El reino) y los Campeones ganaron el premio a mejor película como todo el mundo sospechaba. Eso sí tenía algo del día de la marmota, la verdad.

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