'Fortuna': una parábola en blanco y negro para reflexionar sobre los MENAs

Parábola en blanco y negro sobre el drama de los MENAs, 'Fortuna' arrasó en la sección Generation de la Berlinale. Hablamos con su director.
'Fortuna': una parábola en blanco y negro para reflexionar sobre los MENAs
'Fortuna': una parábola en blanco y negro para reflexionar sobre los MENAs
'Fortuna': una parábola en blanco y negro para reflexionar sobre los MENAs

Un pollito y una adolescente de color que lo acaricia suavemente frente a una estufa. Con esta imagen de fragilidad empieza Fortuna, el filme con el que el suizo Germinal Rouax obtuvo el Oso de Cristal y el premio del jurado en la sección Generation de la pasada Berlinale. Una parábola sobre el infortunio de la menor etíope del título que, a los 14 años, se ve obligada a saber de qué va la vida, mientras se acostumbra a despertar cada mañana en el asilo alpino que le ofrecen unos monjes suizos.

Fortuna es Kidist Siyum Beza y Germinal Roaux es su director, al que la historia le toca muy de cerca: “La idea surgió por dos vías: por un lado, por las imágenes constantes de inmigrantes llegando a Europa en condiciones lamentables; por otro, a través de mi novia, que trabaja con menores no acompañados en cursos de alfabetización”.

Fotógrafo de formación y realizador autodidacta, Rouax ha decidido delegar la dirección de su espectacular fotografía en blanco y negro a Colin Lévêque porque “soy capaz de hacerlo, pero me he dado cuenta de que dirigir y ser director de fotografía es demasiado trabajo. Participo en la composición de los planos y opino sobre la fotografía, pero la responsabilidad es de Lévêque”.

La oscura piel de Kidist Siyum Beza, su protagonista, se recorta contra el blanquísimo entorno, en contraste entre el lugar del que Fortuna huye –y que la atormenta en sus pesadillas– y el falso paraíso en el que se encuentra atrapada. “Con Kidist Siyum Beza tenía la sensación de que no tenía que explicarle el personaje, que ella lo entendía a la perfección antes de ponerse delante de la cámara con solo leer el guion”.

En el refugio alpino encontrará la ayuda del Hermano Jean, en lo que constituye una de las últimas interpretaciones de una leyenda europea como Bruno Ganz. “Fue un regalo, claro. Una de las razones por las que decidí convertirme en director fue El cielo sobre Berlín, de Win Wenders, que él protagonizó. Pero no sabía cómo hacerlo, cómo abordarlo y si le gustaría la historia”.

Para Ganz, desaparecido en febrero de 2019, solo tiene palabras amables: “Durante el rodaje, me encontré con un colaborador fabuloso. Estaba muy preocupado, por ejemplo, por cómo sonaba el francés, que no era su lengua materna, y los francófonos captarán la sutileza con la que lo habla. Me empapé todas las entrevistas que había dado para televisiones francesas para trabajar su pronunciación. Y después, claro, uno siempre quiere sacar algo más de los actores, y trabaja mucho con ellos todo el tema de la improvisación, y creo que con Bruno lo conseguí”.

Además del blanco y negro, la película también destaca por su uso del atípico formato 4:3, lo que parece estar muy de moda en Europa para narrar historias de alto contenido espiritual, especialmente tras el éxito de las dos últimas películas del polaco Pawel Pawlikowsky (Ida y Cold War). “Hacía tiempo que había fotografiado el monasterio en el que tiene lugar la acción y lo había hecho en 4:3. Cuando empecé a tomar instantáneas para localización, el formato se impuso de una manera muy natural: lo necesitaba para contar lo que quería, y para dar a la iglesia esa sensación de verticalidad”.

Un aspecto que emparenta al filme con el de los grandes místicos escandinavos, como Ingmar Bergman o Carl Theodor Dreyer: “Me preguntan a menudo por ese tipo de influencia. Debo responder que, humildemente, no conozco la filmografía ni de Bergman ni de Dreyer. Sí que creo que me han influido los fotógrafos que se han inspirado en ellos”.

Nos resta preguntar a Rouax por la recepción de su filme. Suiza no es ajena al debate sobre los MENAs alentado por la ultraderecha, que entre las montañas empezó antes con la formación del partido Unión Democrática. “De momento la recepción ha sido muy positiva. No confío en que cambie el punto de vista de los que la ven, pero sí que aspiro a que sirva para hacerse preguntas y nos ayude a reflexionar sobre el problema”.

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