[Festival San Sebastián 2017] La medida de la intensidad

El amor, la revolución y la violencia; experiencias humanas a las que el cine se acerca por distintos caminos en tres películas fuera de la competición oficial.
[Festival San Sebastián 2017] La medida de la intensidad
[Festival San Sebastián 2017] La medida de la intensidad
[Festival San Sebastián 2017] La medida de la intensidad

¿De qué se habla hoy en San Sebastián? De la visita de Agnès Varda y las anécdotas más cuquis que tiene cada periodista que ha hablado alguna vez con la cineasta belga, que está presentando Caras y lugares (Visages, villages), su última película en colaboración con el artista visual JR, y dentro de unas horas recibirá el Premio Donostia con su candoroso desparpajo de costumbre. No ha venido a San Sebastián solo a dar entrevistas y recibir honores, también se desliza dentro de las salas. Ella, que no se olvida de los viejos amigos, la primera noche asistió a la proyección de Amante por un día (L'amant d'un jour), la nueva película de Philippe Garrel.

¿Qué hemos visto? Amante por un día (L'amant d'un jour), culminación de la última trilogía en blanco y negro de Garrel sobre celos e infidelidad (después de La jalousie y L'ombre des femmes; afortunadamente, esta tercera sí tendrá estreno comercial en nuestro país). La película, donde su hija Esther Garrel debuta dentro de la filmografía familiar, es una vez más una visión delicada y ficcional sobre elementos autobiográficos del cineasta francés, con Caroline Deruas al guion y la colaboración de Jean-Claude Carrière. Cuenta la peculiar convivencia que se forma cuando un profesor universitario emparejado con una de sus alumnas acoge en casa a su hija, de la misma edad, después de que haya sido abandonada por su novio.

La relación que se crea entre los dos personajes femeninos teje el nido donde todos habitan, a pesar de los ataques externos de unos viejos conocidos fantasmas garrelianos: el engaño y el suicidio; esta vez falta la droga. Filmada en 35mm, con el habitual gusto exquisito por los primeros planos, la construcción de espacios y la luz que arropa a los personajes desde grandes ventanales (Garrel repite con Renato Berta a la foto), en la que sin duda es una de las películas más hermosas que se han visto este año en Donosti no faltan llantos sobre la acera, orgasmos contra la pared ni cuerpos pálidos en movimiento continuo, inquieto por igual ante alegrías y equivocaciones.

De cuerpos en movimiento trata también No Intenso Agora, fascinante documental de apropiación del brasileño Joao Moreira Salles donde se ponen en relación imágenes de archivo filmadas en las calles de París durante Mayo del 68, las calles de Praga durante la ocupación soviética del verano de ese mismo año y las películas caseras que la madre del director filmó durante una visita a la China comunista a finales de los 60. El cineasta utiliza filmes amateur realizados por colectivos de estudiantes durante la huelga y manifestaciones del mayo francés, películas caseras, mensajes institucionales de De Gaulle, grabaciones radiofónicas o imágenes más conocidas, pero siempre emocionantes (fragmentos de Grands soirs & petits matins, de Le fond de l'air est rouge, de Mourir à trente ans...), resignificándolas mediante un análisis textual que constantemente termina desembocando en una interpretación íntima y familiar, vinculada al recuerdo (¿construcción?) de las vivencias de su madre.

Es inevitable cierto pesar y desilusión por lo rápido que las promesas e ímpetus de aquel Mayo quedaron diluidas en negociaciones tibias, legislaciones desilusionantes y concesiones disuasorias con las que las relaciones de poder del capitalismo quedaron conformes. No Intenso Agora, además de ser un título estupendo, celebra a la vez que lamenta la efímera intensidad de aquellas experiencias colectivas, de la chispa que mostraban siempre los ojos de Daniel Cohn-Bendit en sus intervenciones de juventud. Una vivacidad que el narrador busca a toda costa relacionar con su madre, pues las imágenes del viaje a China vuelven una y otra vez, mientras de manera sugerente y enriquecedora se fusionan historia social y relato privado de una época donde la intimidad pasó a ser una cuestión política de primer orden. Y después, todos volvimos a la fábrica.

La intensidad de la mirada es una cuestión fundamental en Custodia compartida, primer largo de Xavier Legrand con el que ganó el León de Plata a la mejor dirección del pasado Festival de Venecia. A la vez continuación y ampliación de su corto Antes de perderlo todo (2013), el actor teatral convertido en aplicado director retoma su trabajo previo sobre violencia doméstica con los actores Léa Drucker Denis Ménochet escenificando uno de esos casos brutales que prácticamente suceden cada día en Francia o en España.

La película, que hibrida de manera admirable los registros del retrato social de crudeza europea con el thriller de suspense inclinado hacia el terror absoluto, comienza como un drama judicial sobre la custodia de los hijos de una pareja divorciada para irse convirtiendo poco a poco, y sin dejar de manipular hitchcockianamente la mirada del espectador, en un relato de pesadilla que termina recreando la recta final de El resplandor en un registro realista y, desgraciadamente, cotidiano. Estamos ante una película cruel y programada, pero de una manera tan estilizada (planos cerrados que dan paso a una estremecedora set piece de suspense durante una fiesta, con actuación musical y plano secuencia incluidos) que acaba redimiéndose como pieza de género insertada en la realidad. Una pirueta complicada que, como también expusieron en su momento los hermanos Dardenne con El niño, demuestra que el thriller más terrible puede estar en la puerta de al lado.

¿Qué hemos comido? Chirashi exprés de resurrección en una barra japonesa al lado del Principal. Ni un pintxo he probado todavía. ¿La globalización era esto?

¿Con quién hemos hablado? Con Xavier Legrand, director de Custodia compartida, a quien no he podido evitar preguntar por los (breves) recuerdos de su participación (circunstancial: trabajaba en un grupo de danza que intervino en el rodaje) en Les amants réguliers, la película de Philippe Garrel sobre Mayo del 68.

¿Qué nos hemos perdido? Tres anuncios a las afueras de Ebbing, Misuri, lo último de Martin McDonagh (Escondidos en Brujas), que apunta a ser una de las películas del año. Normal, por otra parte, si están Frances McDormand Sam Rockwell como protagonistas.

¿Qué esperamos de la jornada de mañana? Ver qué cambios ha hecho Lynne Ramsay En realidad, nunca estuviste aquí, su brutal thriller doblemente premiado en Cannes (mejor actor para Joaquin Phoenix y mejor guion para ella). Dado que fue la última proyección de competición en Cannes y aún no tenía títulos de crédito finales quizás solamente se trate de eso y algún retoque mínimo al montaje, pero el resultado era tan bueno que espero que no haya cambiado mucho. Que esa intensidad no se haya diluido con el tiempo.

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