[Festival de San Sebastián 2016] A la deriva

Al otro lado de la alfombra roja de la Sección Oficial y los preestrenos de autor de la temporada otoño-invierno, otro Festival de San Sebastián ofrece sus propuestas.
[Festival de San Sebastián 2016] A la deriva
[Festival de San Sebastián 2016] A la deriva
[Festival de San Sebastián 2016] A la deriva

Cuando se habla de lo que ha dado de sí una jornada del Festival de San Sebastián, lo habitual suele ser centrarse en la competición de la Sección Oficial, alguna que otra proyección especial con fines de promoción o, en el caso concreto del Zinemaldia, ubicado como broche del calendario festivalero anual, dar cuenta de los títulos más potentes procedentes de otros certámenes que se aglutinan en la sección paralela Perlas. En definitiva, aquello a lo que los hiperatareados periodistas tienen acceso a través de pases de prensa.

Así es como el festival traza de forma clara, a través de este y otros mecanismos, el camino recomendado para los cronistas mediáticos. No será posible ver, por ejemplo, los filmes de Jacques Becker de la retrospectiva clásica si se debe atender a las otras obligaciones. O se sudará para cuadrar las propuestas más atrevidas y alternativas de la sección Zabaltegi-Tabakalera, competitiva por primera vez en esta 64ª edición. De ahí que esta crónica desde Donosti ensaye un camino alternativo a los supuestos platos fuertes que la jornada de hoy ofrecía a la prensa —Un monstruo viene a verme, de la que habló aquí mi compañera Andrea G. Bermejo con mucho más acierto de lo que yo podría haber hecho (pero lo que tenéis que leer es su crítica en el número de octubre de la revista, eso sí que es un tsunami de emoción); o Sieranevada, lo nuevo de Cristi Puiu, que en próximos días espero recuperar—. Una deriva sobre apuestas poco seguras y menos memorables, pero aquí hemos venido a jugar, ya sea en el Casino o en las salas.

El siguiente meandro pasará por la sección de Nuev@s Director@s, con pases de prensa habitualmente infracubiertos (que la selección de películas demostrara más garra ayudaría a cambiar un poco esto), y una de las propuestas de Zabaltegi que hemos cazado; la joya de la corona, A Lullaby to the Sorrowful Mystery, del filipino Lav Diaz, es ligeramente más difícil de abarcar, sobre todo por la necesidad de despejar ocho horas de la agenda para poder verla.

Our Love Story es el primer largometraje de la coreana Lee Hyun-ju. Ya que lo nuevo del magnífico Hong Sang-soo es uno de los grandes logros de competición oficial (y mi película más esperada del festival), parecía de recibo comprobar si es posible rastrear su influencia en las nuevas generaciones de realizadores de Corea del Sur. No se puede llegar a tanto al hablar de Our Love Story, pero la debutante Lee hace bien unas cuantas cosas al contar la historia de amor entre una tímida estudiante de Bellas Artes y una camarera temperamental con calles, bares y espacios de Seúl de fondo.

Puede que el resultado final quede más cerca de un k-drama de baja intensidad, pero tanto el trabajo en la construcción dramática de los personajes como la puesta en escena clara y centrada en la experiencia subjetiva de la protagonista toda la historia está filtrada por el penduleo de su estado anímico según la relación atraviesa fases de entusiasmo, desdén o abandono revelan a una cineasta en ciernes intuitiva y con ideas. La ironía del título y la carga simbólica del plano final redondean una película sincera y empática.

Something in Blue, debut del chino Lee Hyun-ju, podría haber funcionado como retrato generacional de un grupo de amigos desorientados en los vaivenes económicos, laborales y sentimentales de la vida adulta, pero acaba enredada en su propia reiteración de temas y situaciones. A través de una narración fragmentaria dividida en multitud de viñetas breves, algunas más cómicas y otras más melancólicas, asistimos a unos meses en la vida de los jóvenes protagonistas, coincidiendo con el paso de 2014 a 2015. Por mucho que la entrada en un nuevo año invite a crearse expectativas y propósitos de cambio, la realidad siempre estará esperando dispuesta a aguarnos la fiesta.

Al menos, queda un consuelo para optimistas: en alguno de todos los universos posibles, puede que las cosas sí que estén saliéndonos como realmente queríamos. La mecánica cuántica es uno de los temas de conversación favorito de uno de los personajes y, en su accidentada relación con una chica a la que conoce en una cita a ciegas, da con la clave de muchos pesares y decepciones vitales: ¿por qué nos empeñamos en abrir la maldita caja del gato de Schrödinger? Con la tranquilidad que da no saber si está vivo o muerto...

De realidades paralelas también podría hablar Sipo Phantasma, del donostiarra Koldo Almandoz, aunque lo suyo es más lo espectral. Presentado dentro de la sección Zabaltegi, este inmersivo filme ensayo comienza como si fuera a plantear una revisión audiovisual del famoso artículo de David Foster Wallace a bordo de un crucero de vacaciones al que se hace jocosa referencia explícita, pero no tarda en transformarse en un relato mucho más misterioso con Drácula, Bram Stoker, Florence Balcombe, Oscar Wilde, Nosferatu y F. W. Murnau de protagonistas.

La relación entre estos nombres y un barco a la deriva en alta mar está expuesta de manera demasiado jugosa como para arruinarla en unas líneas de sinopsis, así que espero que Sipo Phantasma pueda llegar a las salas (aunque lo verdaderamente genial sería que acabara en la oferta de entretenimiento en vídeo de alguna línea de cruceros y futuros espectadores la descubran así; no, ni siquiera sé si en los cruceros se pueden ver películas como en los aviones).

Como Bill Morrison reimaginó Frankenstein con imágenes de archivo y Dave Douglas en la fascinante Spark of Being (2010), Almandoz consigue con sus imágenes propias y ajenas dar una nueva dimensión al relato vampírico por excelencia desde una posición de sugerencia y enigma. Aquí la caja de Schrödinger se queda cerrada; no como el ataúd del que robaron la cabeza del cadáver de Murnau el año pasado.

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