'Fe de etarras': La película detrás del cartel de Netflix

Así es la comedia de Borja Cobeaga ('Pagafantas', 'Negociador') sobre un comando de ETA en absoluta decadencia
'Fe de etarras': La película detrás del cartel de Netflix
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'Fe de etarras': La película detrás del cartel de Netflix

Empecemos por la semiótica. Un cartel aparece en las afueras de Donosti, Guipúzcoa, a finales de septiembre, días antes del Festival de San Sebastián. La lona de seis pisos dice: “Yo soooy españooool, españoool, españoooool. Fe de etarras. Estreno 12 de octubre. Una película de Netflix”. La polémica no tarda en expandirse en su hábitat natural, es decir, Twitter, donde unos usuarios se ofenden por las víctimas de ETA mientras que otros alaban el derroche de ingenio del marketing de la plataforma, asegurándose siempre titulares como este mismo. Antes de que acabe el Zinemaldia, la Audiencia Nacional archiva la causa considerando que los juegos de palabras no ofenden a las víctimas de ETA, pero para entonces la gente ya tiene su opinión formada sobre si el cartel es de buen o mal gusto. Para más inri, nadie habla de la película.

'Fe de etarras': La película detrás del cartel de Netflix

“No te puede condicionar una polémica sobre algo que no está hecho. Para mí es la definición literal de prejuicio”, explicaba Borja Cobeaga a finales de mayo, muchos meses antes de que sucediese dicha polémica, cuando algunos medios acudimos a cubrir el rodaje de Fe de etarras. “Es que tenemos la sensación de que ya hemos hecho esto y de que además gustó a todo el mundo –seguía el director de No controles o Negociador refiriéndose a Vaya semanita, el programa de sketches de ETB al que recuerda su nueva película–. No solo eso, la situación era más grave. ETA entonces mataba y ahora no. Sin embargo, vivimos en una sociedad más inquisidora. O la piel está más fina o las posiciones están más enfrentadas, o la sociedad tiene unas ganas alucinantes de rasgarse las vestiduras a la primera de cambio”.

'Fe de etarras': La película detrás del cartel de Netflix

En el sótano de los estudios Adisar, en Villaviciosa de Odón, el equipo de arte de Fe de etarras construyó el piso franco en el que viven los cuatro etarras que protagonizan la cinta, interpretados por Javier Cámara, Gorka Otxoa, Miren Ibarguren y Julián López. Allí, entre muebles de caoba, lámparas de techo, visillos y puzles de gatitos, se esconde este comando que son, como dice Cobeaga, “un poco como los últimos de Filipinas”, cuatro terroristas esperando órdenes de ETA cuando esta se encuentra ya en sus postrimerías, sin saber muy bien si la cúpula ha sido detenida o si son el único comando en activo.

'Fe de etarras': La película detrás del cartel de Netflix

“Fe de etarras es una idea que Diego [San José] y yo tenemos desde Vaya semanita. Al principio era una película de episodios, como sketches, y luego evolucionó hacia lo que es hoy”, explica Cobeaga que se convenció de la comicidad del asunto documentándose y leyendo. “Si lees el libro de los que cometieron el asesinato contra Carrero Blanco, Operación Ogro, hay comedia por todos los lados. Intentaban decir que no eran vascos pero les delataba el acento y les hacían bromas los vecinos. Les decían: “¿Tú no serás de la ETA, ¿no?”. De ahí que concentrasen la comedia entre las paredes del piso franco donde los problemas de convivencia y la torpeza de los etarras se llevan los mejores chistes. “Es una mezcla de El ángel exterminador y Esperando a Godot con comedia costumbrista española”, cuenta Javier Cámara, que interpreta al líder riojano de este comando que juega al Trivial y se come las croquetas de la vecina mientras espera la llamada a la acción.

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“Creativamente, para nosotros era un reto. Queríamos un humor más soterrado, más sutil. No es lo mismo hacer esta película que Ocho apellidos vascos o Pagafantas”, explica el coguionista habitual de Borja Cobeaga, Diego San José. “Hemos buscado otro tipo de comedia distinto. Tiene una parte de comedia loca y de comedia realista melancólica brutal. Está entre Ocho apellidos vascos y Negociador. Pero diría que tiene escenas más locas que Ocho apellidos vascos y más tristes que Negociador”, añade Cobeaga. Algo con lo que está de acuerdo Gorka Otxoa, también vinculado al proyecto desde Vaya semanita. “Es una comedia de situación, que es el humor que más me gusta. De hecho, aquí estamos trabajando el antichiste, trabajando desde la verdad”, cuenta el actor que aquí interpreta a un etarra que quiere abandonar la banda e iniciar una nueva vida en Uruguay. Junto al personaje de Miren Ibarguren miran con incredulidad al cuarto componente del comando, un etarra de Chinchilla, Albacete. “Es un tipo de estos que están siempre en la bulla. Anarquista, okupa… lo que quiere es acción, escapar de trabajar en la obra con su padre”, cuenta Julián López sobre su personaje.

“Si esta película le faltara el respeto a alguien yo no estaría en ella –dice Javier Cámara–. La única falta de respeto sería hacerla mal. Porque es una comedia muy divertida con un guion fantástico y un equipo muy bueno. Pero a la gente sólo con el título ya le parece mal. Todo molesta en las redes sociales”. Efectivamente, Fe de etarras es de todo menos irrespetuosa. Y de serlo, lo es con los etarras, nunca con sus víctimas. El de Albacete, la pareja en crisis que no saben si dejarlo o dejar ETA, y un cuarto integrante que es un cobardica. Juntos, no son capaces ni de fregar los platos, como para hablar de atentados. Su decadencia como grupo terrorista se va haciendo tan explícita como las banderas españolas que llenan las calles según España va ganando partidos en el Mundial (de Sudáfrica). De ahí la imposibilidad de cualquier ofensa, pues como explica Diego San José:  “Lo importante no es que alguien se sienta ofendido sino que no haya intención premeditada de ofender. Cualquier chiste, hasta el más inocente, puede ofender a alguien. La cosa es que el chiste no tenga una naturaleza de hacer daño”. Pero para eso, claro, hay que ver la película. No basta con el cartel.

Fe de etarras se estrena el 12 de octubre.

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