'Escape From Tomorrow': Rodando en Disney World sin permiso

Una película se salta la prohibición de grabar dentro del parque de atracciones de Disney y rueda sin permiso con cámaras ocultas una opresiva bajada a los infiernos. Por DANIEL DE PARTEARROYO
'Escape From Tomorrow': Rodando en Disney World sin permiso
'Escape From Tomorrow': Rodando en Disney World sin permiso
'Escape From Tomorrow': Rodando en Disney World sin permiso

Ahora que la película que Brad Bird y Damon Lindelof están preparando para Disney ha desvelado que su título será Tomorrowland y eso la relaciona con una zona de atracciones de Disneyland inaugurada en 1955, parece un buen momento para llamar la atención sobre una de las propuestas más peculiares de las que se proyectaron durante la edición del Festival de Sundance que acaba de terminar. Se trata de Escape From Tomorrow, opera prima del realizador Randy Moore, presentada en la sección Next del certamen celebrado en Utah.

Si Escape From Tomorrow ha llamado la atención no es tanto por su aspecto formal, en blanco y negro y con cortes de montaje bruscos, o por su argumento, que, aunque atractivo, no destaca por una gran originalidad: un hombre a quien acaban de despedir decide llevar a su mujer e hijas a Disney World para tener un último día de felicidad familiar antes de darles la mala noticia; pero, una vez allí, entra en una paranoica espiral de alucinaciones en las que están implicadas un par de jóvenes y enigmáticas turistas francesas e incluso una escena de sexo bondage (el crítico de The Guardian Damon Wise invoca a David Lynch y Guy Maddin al hablar de ciertos momentos del filme; William Goss a Polanski). Lo que hace de Escape From Tomorrow una película única es que fue rodada dentro de las instalaciones del parque Disney World sin permiso de Disney, por lo que se tuvo que recurrir a técnicas de cámara oculta y cine de guerrilla.

Se utilizaron pequeñas cámaras de mano y micros ocultos, todos los figurantes que aparecen en las escenas exteriores grabadas en el parque son turistas auténticos de visita, la mayoría de los planos son alejados o desde lugares donde no se llamara la atención de los vigilantes de seguridad, cada escena no podía ser realizada en más de dos o tres tomas... ¿Por qué todas esas complicaciones? Porque si por algo es famosa Disney como empresa es por el celo con el que protege su(s) propiedad(es) y nunca ha autorizado grabaciones profesionales dentro de sus parques si no están relacionadas con su propia división cinematográfica, televisiva o de promoción. De ahí que la gesta de Moore sea más llamativa y que, según opinan los críticos antes citados y otros que vieron el filme en Sundance, el aspecto documental sobre la realización de la película que se filtra entre las imágenes sea más interesante que el desarrollo de la historia o unas actuaciones que se siente extrañas ante lo inusual del rodaje.

Lo malo es que el clip promocional de arriba sea posiblemente lo máximo que podamos ver de Escape From Tomorrow en bastante tiempo, pues la comercialización del filme en formatos domésticos u online (ya no digamos atrevernos a soñar con un estreno en España) se adivina muy complicada una vez que termine su recorrido por el circuito festivalero. Obviamente es algo que a Disney no le va a hacer mucha gracia que exista sin haber contado con su aprobación, que no habría existido para una cinta de opresión psicológica entre atracciones de Blancanieves, Buzz Lightyear o animadores disfrazados de Mickey, Goofy y Donald. Así que, aunque Moore ha tomado algunas precauciones para limitar sus infracciones de copyright (por ejemplo, sustituyendo las piezas de ambiente musical de algunas atracciones por composiciones similares), lo va a tener muy difícil para que su película se vea. Y, maldita sea, nosotros nos morimos de ganas por echarle un vistazo.

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