¿Es 'Her' una carta de Spike Jonze para Sofia Coppola?

Los matices autobiográficos de la película de Jonze llevan a pensarla como una posible respuesta a la reflexión de 'Lost in Translation' sobre la relación entre ambos.
¿Es 'Her' una carta de Spike Jonze para Sofia Coppola?
¿Es 'Her' una carta de Spike Jonze para Sofia Coppola?
¿Es 'Her' una carta de Spike Jonze para Sofia Coppola?

Hoy llega a los cines españoles Her, la última película de Spike Jonze, con cinco candidaturas a los Oscar de las cuales tres remiten directamente a su persona: Mejor Película, Mejor Guión original y Mejor Canción original (The Moon Song, coescrita con Karen O). Tanta concentración creativa no es casual. Tras más de veinte años de carrera, probablemente estemos ante la película más personal de Jonze, un creador hermético y especializado en enmascarar su sello detrás de otras figuras (Charlie Kaufman, Maurice Sendak), cuando no directamente disfrazarse... y no siempre para montar trastadas con sus colegas de Jackass (¿cuántos lo reconocísteis haciendo una entrevista de trabajo a Leo DiCaprio en El lobo de Wall Street?). Por eso, la disección de los distintos estadios de una relación amorosa que ejecuta en Her, donde el hecho de que una de las partes implicadas no sea humana sino una inteligencia artificial carente de presencia física es lo menos importante, se presta a ser rastreada a la búsqueda de ciertos trazos autobiográficos que el cineasta ha dejado diseminados a lo largo de la narración. El parecido físico, no evidente a primera vista pero presente, entre el bonachón Theodore Twombly que interpreta Joaquin Phoenix con gafas y bigote joaquínreyescos y el propio Jonze de vello facial siempre cambiante puede ser sólo un punto de partida.

Theodore es un hombre solitario, introvertido y en torno a los 40 que vive en una Los Ángeles del futuro inmediato donde trabaja escribiendo cartas personales para otras personas. No vamos a saltar inmediatamente a relacionar esa labor con la del director de videoclips que pone en imágenes las canciones del grupo musical de turno o el cineasta caracterizado por llevar a la gran pantalla guiones potencialmente "imposibles", pero el rasgo de poner la creatividad personal al servicio de los demás está ahí. Sin embargo, lo más importante es fijarse en cómo la situación de desamparo emocional de Theodore parece muy marcada por la separación de su mujer Catherine (Ronney Mara), hasta el punto de que todavía no ha firmado los papeles de divorcio porque sigue siendo un asunto traumático para él.

Spike Jonze y Sofia Coppola se divorciaron en 2003 tras cuatro años de matrimonio y once de relación. En ese mismo año, la cineasta estrenó su segundo largometraje, Lost in Translation, por el que terminaría ganando el Oscar como guionista. En la que quizás sea su película más popular y querida, Coppola exploraba a través del personaje de Scarlett Johansson la soledad e incertidumbre de una chica joven, casada con un fotógrafo de éxito (Giovanni Ribisi con un look marcadamente Jonze) absorbido por su trabajo. Charlotte pasaba las horas muertas sola, paseando con música en los auriculares por Tokio o deambulando por el hotel donde conoce a Bob Harris (Bill Murray), encuentro que desembocará en uno de los finales más enigmáticos del cine reciente. Hay ciertas similitudes visuales en la contemplación vaporosa de los paseos de Charlotte y Theodore (¿los álter egos de cada uno de los cineastas?) por sus respectivas ciudades. La mayor parte de Her también se rodó en Asia, en el barrio Pudóng de Shanghái, lo que potencia tanto la sensación futurista como la extrañeza de urbe homogénea y el vínculo nipón. Las rimas son todavía más curiosas al tratarse de la primera colaboración de Jonze con el director de fotografía Hoyte van Hoytema en vez de con su habitual Lance Acord, que en su día precisamente se ocupó de la foto de... Lost in Translation. ¿Intentó el cineasta que la mímesis no fuera tan probable?

¿Es 'Her' una carta de Spike Jonze para Sofia Coppola?

Ambos personajes están más atentos a lo que suena en sus oídos que al mundo que les rodea, del que se sienten tan desconectados. De hecho, en el oído de Theodore lo que suena es la propia Scarlett Johansson como el Sistema Operativo del que irá poco a poco quedando prendado. Es importante señalar que la llegada de la actriz a Her, donde se podría decir que hace una de las mejores interpretaciones de su carrera sin aparecer ni una milésima de segundo en pantalla, se produjo ya en la etapa de post-producción. Durante el rodaje, fue Samantha Morton la encargada de construir el personaje con Phoenix, pero su labor se eliminó para sustituirla por Johansson (de ahí que el SO se llame Samantha) sin que haya trascendido mucha más información al respecto. Jonze afirma en todas las entrevistas que le dolió el cambio, pero la decisión fue suya y es difícil pensar que tratándose de un filme tan personal esté vacía de significado.

Mientras en Lost in Translation Ribisi hacía de un Jonze fotógrafo, en Her la expareja del protagonista es una escritora de éxito, madura y sensata, con un corte de pelo a media melena idéntico al de Coppola. "Todo lo que haces me hace llorar", le dice en cierto momento Theodore alabando su trabajo. Para Sara Vizcarrondo, que escribió en Fandor sobre los ecos y reflejos entre estas dos películas y la relación Jonze-Coppola, el hecho de que Lost in Translation interiorice el miedo a la desvinculación absoluta de la figura amada y Her se centre en el proceso de pasar página hace de esta última "una disculpa ensangrentada dirigida a una ex que ya pasó por esto hace diez años y ahora es su turno [de Jonze]".

¿Es 'Her' una carta de Spike Jonze para Sofia Coppola?

¿Pero habla Her de alguna otra de las mujeres de la vida de Jonze? Es más difícil establecer paralelismos entre la caracterización de los personajes de Olivia Wilde o Amy Adams y otras exparejas del cineasta posteriores a Coppola, como Michelle Williams, Drew Barrymore, Rinko Kikuchi o la propia Karen O, lo que contribuye a ver la película como una carta muy personalizada para la directora de María Antonieta. Por supuesto, no hace ninguna falta tener en cuenta estas elucubraciones para disfrutarla, y hasta es posible que el propio autor las niegue (igual que Coppola niega las referencias a su relación con Jonze en Lost in Translation o que Anna Faris interprete una exagerada versión satírica de Cameron Diaz en aquella), pero le confieren un grado extra de intimidad y empatía, casi de desnudez emocional, que hacía mucho que no sentíamos en una sala de cine. Quizás desde el plano final de Donde viven los monstruos.

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