Mia Hansen-Løve: "Intento escapar de la melancolía, pero siempre vuelve a mí"

Entrevista con la directora francesa sobre su sexta película, 'Maya', una historia de amor, reinventarse y, como siempre, mucha melancolía.
Mia Hansen-Love
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Liberado tras un secuestro, Gabriel (Roman Kolinka) viaja a India a reencontrarse a sí mismo. Lo consigue gracias a Maya (Aarshi Banerjee), la joven que da título al último filme casi autobiográfico de Mia Hansen-Løve.

Entrevistamos a la directora en la presentación mundial de su película número seis en el pasado Festival de Toronto. Llegaba directa de terminar el rodaje de su siguiente filme, Bergman Island, con la que esperemos que Cannes, por fin, haga caso a una de las autoras europeas más importantes de la última década.

¿Por qué sitúas la historia de Maya en India y ruedas allí?

Desde mis veintipocos he ido cinco o seis veces. De hecho, escribí parte de El padre de mis hijos allí. Después tuve una hija [con su ya expareja, el director y guionista Olivier Assayas] y no pude ir durante años. Pero cuando acabé El porvenir, que iba sobre la soledad de una mujer (Isabelle Huppert), sentí que tenía que volver a India. Como todo el mundo sabe, todas mis películas están indirectamente conectadas con quién soy y dónde estoy en mi vida. Me quedé inquieta después de El porvenir, siempre me afecta dejar a los personajes, pero había algo más doloroso esta vez: quizá yo era demasiado joven para cargar con esa aceptación de la soledad. Necesitaba volver a cierta juventud y sensualidad. Aunque los personajes de Maya son muy diferentes a mí, su búsqueda es la mía: una búsqueda de sensualidad, de paz interior, de identidad…

¿De ir como turista a India a ir a rodar debió de ser muy distinto?

Mucho. Como me gusta tanto India, quería ir más allá de la superficie. Pensé que hacer una película sería la mejor forma de conocerla bien y adentrarme en distintas capas de su sociedad, porque tienes que trabajar con gente, conocer su realidad. Quería eso, quería conocer mejor India, entrar en la casa de la gente, de compañeros de trabajo. Sin pretender jamás que conozco el país por completo. De hecho, lo más difícil fue encontrar la distancia exacta para que no fuera una mirada turística y, al mismo tiempo, no hacerme pasar por india. Para mí, Maya ha sido un antes y un después. De nuevo, no digo que conozca el país a la perfección, pero sí siento que tengo una noción más completa.

Mia Hansen-Løve: "Intento escapar de la melancolía, pero siempre vuelve a mí"

En la práctica, ¿cómo fue la experiencia? ¿Cuánto tiempo estuviste en India?

Durante dos años fui y volví muchas veces. Escribí la película estando allí, quería sentir el país mientras lo hacía, no escribirla desde París. Para el rodaje me quedé cuatro meses, dos de preparación, dos de rodaje. Que fue difícil porque tengo una hija, quizá fue lo más complicado, vino conmigo como tres semanas… pero siempre sabe a poco. Hubo muchos retos, estar fuera tanto tiempo fue el más duro. Empezamos el rodaje en Jordania para el principio y el final [lo hacen pasar por Siria, donde es secuestrado y donde vuelve Gabriel, como reportero de guerra], y luego los cuatro meses en India, y luego volví a rodar a París y luego volví India para rodar el viaje [que emprende Gabriel de Goa, donde se instala, a Nueva Delhi, donde vive su madre]. Para hacer ese viaje estuvimos en la carretera durante tres semanas con una cámara Super 16 solos Roman (Kolinka), la directora de fotografía (Hélène Louvart), un fixer indio, un productor indio y yo. Fuimos de Calcuta a Jaipur, Nueva Delhi, filmamos todo el viaje. Eso fue lo más único.

Suena a aventura.

Lo fue. Porque la otra parte del rodaje fue muy intenso, con equipo indio y francés. Y, sin embargo, el viaje fue tan emocionante, tuve la sensación de libertad que siempre había querido. Fue casi un proceso impresionista: escribía las escenas según las grabábamos. No sabía por adelantado qué sería lo más interesante de rodar, tenía que ser muy instintivo. Podría hacer un documental de 30 minutos solo de ese viaje, y espero que lo saquemos. Tengo mucho material muy potente de ese viaje.

Tener esa libertad, ¿cambia tu acercamiento a proyectos futuros?

Totalmente. Quizá pueda contestar más adelante, quizá es demasiado pronto para saber exactamente cómo me ha cambiado. Pero creo que no soy la misma persona. Fue muy duro, una razón muy práctica para explicarlo es que tuve algunos problemas de salud durante el rodaje y nunca pude cuidarme del todo, pero era muy complicado porque estábamos en el campo, y cuando volví a París, me operaron. Hice toda la película estando enferma. Estar enferma cuando estás tan lejos de casa y en un país en el que el clima, la cultura, la comida es tan diferente hizo el rodaje físicamente muy extremo. Después tuve que lidiar con el hecho de que culturalmente las películas indias se hacen de otra forma. Quería encontrar el equilibrio entre respetar su manera de trabajar y no dejar de ser libre sobre cómo yo quería hacer esa película.

El mayor reto fue captar la realidad de India, la luz, lo que encuentro bonito es la vida frenética en las calles, quería ser capaz de filmarlo casi como un documental, pero sin tener que poner cámara al hombro, quería ser muy precisa, tener cierto nivel de estilo, de puesta en escena, aunque quería captar la realidad… Teníamos que ser extremadamente discretos, con poco equipo. Si pones una cámara en India cinco minutos después estás rodeado de gente. Si no eres discreto, llamas la atención. Quería que mi personaje pudiera andar por la calle, y quería rodar la calle como es, no quería que estuvieran vacías. Eso fue complicado de entender por parte del equipo indio, que confiaran en mí. Pude hacerlo, pero poco a poco. Cuando se dieron cuenta de que funcionaba, confiaron en mí, pero fue agotador trabajar así. Necesitas más energía. Necesitaba adaptarme a la vida real de India, intentaba ser invisible, y estaba enferma. Por eso para mí hay un antes y un después de esta película, porque tuve que mirar dentro de mí y buscar una fuerza que no sabía que tenía. Ahora me siento preparada para muchas más cosas.

Maya

Técnicamente, ¿cómo te sentiste en India?

Hay una cultura cinematográfica muy fuerte. Por ejemplo, teníamos muy buenos técnicos, no fue difícil encontrar un equipo. Podías pensar que sería fácil y también barato. Pero no lo es, porque tienes que pedir autorización para todo. Los temas administrativos fueron muy pesados. Si no tienes permiso en dos minutos alguien llamará a la policía. Nos pasó un par de veces. Pedimos permisos para cada calle. En Bombay quería ser moverme más libremente, y en dos minutos ya llamaron la policía. Eso me sorprendió. No pensé que sería tan rígido. Y también me sorprendió que fue muy caro. Fue difícil conseguir financiación. Tuvimos que traer todo el equipo de Bombay, y solo podíamos rodar en la época turística porque sino hace mucho calor, o es el monzón. Y todo era más caro. Y luego la corrupción de Goa.

¿Fue difícil encontrar a la actriz que interpretara a Maya?

Fue lo primero que hice. Tenía que encontrar a la chica perfecta o no hacía la película. Durante semanas no encontraba nada, no conectaba con nadie. Buscaba una chica que no hubiera actuado antes, buscaba una frescura que solo podía encontrar en alguien que no fuera muy autoconsciente. De pronto me llegó este video de Aarshi Banerjee, no solo era muy guapa, era muy directa, muy sencilla. Había una alegría y profundidad, una melancolía que me emocionaba. Había una pureza en su forma de actuar. Fue como un amor a primera vista.

Ahora que mencionas la melancolía. Maya es una historia de amor sobre redescubrir la vida y llena de melancolía, como todas tus películas.

Lucho con la melancolía. La paradoja es que creo que haciendo películas escapo de la melancolía, me protegen de ella, pero la melancolía siempre encuentra su camino para volver a mí.

Hay un momento en la película, cuando Gabriel habla con su madre, ella le pregunta por qué quiere volver a una guerra, y él le dice que es importante. ¿La integridad es importante para ti?

Está en el corazón de todo lo que quiero hacer. No digo que sea fácil, porque quieras alcanzar la integridad no la consigues, pero define el tipo de cine que quiero contar. La forma en la que cuento historias, ruedo el mundo, defino los personajes, cómo uso la música para no manipular. Siempre lo hago igual, pero era incluso más importante en esta película, como una persona blanca viviendo en India tienes que preguntarte cómo encajas en un lugar que no es tu mundo. Es una pregunta que siempre tengo en mi mente, no tengo la respuesta, lo que intento es rodar India como la veo. No es India, es mi experiencia de India, es mi relación con India.

Roman Kolinka en Maya

También le dice que en la guerra se siente útil. ¿Sentirte útil como artista es importante?

Es difícil responder a eso, no puedo fingir que soy útil. Es difícil saber si lo eres, tú esperas llegar a la gente, que tus películas tengan sentido para alguna gente. Al menos puedo decir que lo que me motiva es que si yo no hago esto, nadie lo hará. Quizá es una idea muy naif. No es que no hubiera películas en India antes, hay miles y miles y muy buenas, pero tenía el sentimiento de que filmaría una realidad de India que quizá no se hubiera rodado así antes. Hay muchos documentales que muestran distintas partes de India. Tienes grandes películas indias, hay mucha reinvención de India. Muy desconectados de la realidad, hay una escena de cine de autor pero es muy pequeña, no veía una película que mostrara India en la forma en que la había experimentado yo. Tienes que mantener esa ilusión de que vas a mostrarla como nadie lo ha hecho antes.

Has dicho que hacer películas te salvó.

Antes de querer ser cineasta, quería escribir, pero era algo muy solitario. Cuando haces películas tienes que amar la realidad, enfrentarla, lidiar con ella, aceptarla. Hacer películas también implica encontrar el dinero, trabajar con gente, estar con gente. Abrirte a otro mundo, gracias al cine he podido ir a India. Tienes que amar el mundo para poder hacer películas, si solo estás encerrado en ti mismo no puedes hacer películas. A eso me refiero cuando digo que me salvó, gracias al deseo de hacer cine y expresarme a través de ese medio aprendí paso a paso a estar más en paz con el mundo real, en vez de vivir solo en sueños, en el pasado… Eso es la melancolía. En ese sentido, el cine me trajo al presente. El cine trata de eso también. Y creo que la búsqueda de Gabriel es también mi búsqueda. Pero de todas formas creo que en todas mis películas la misión de los personajes también es la mía. Aunque sea un hombre o una mujer. Al final tienes que sentir cierta conexión o empatía con el personaje.

¿Y escribiéndolas y rodándolas encuentras las respuestas para ti?

Sí, creo que Maya, por ejemplo, me ha devuelto la sensualidad de la vida. Quizá soy un poco mística, siempre veo conexiones y paralelos entre mi vida y mis películas. Sí, India, la naturaleza, este encuentro con Maya, me devolvió a un placer de ser, creo que funcionó. No es que estuviera desesperada, pero sí inquieta. El porvenir era muy intelectual de alguna forma, y Maya también, pero de una manera más sensual.

¿Cada una de tus películas es una reacción a la anterior?

Creo que sí. Creo que lo oí a Claire Denis y se me quedó grabado. Cuando haces una película siempre sientes que falta algo y en la siguiente intentas contarlo. Para mí es difícil decir aún qué se me quedó en Maya que he puesto en la siguiente, Bergman Island. Pero sí creo que todas mis películas anteriores conducían a Bergman Island, es el clímax de todo lo que he intentado hacer.

Aarshi Banerjee en Maya

¿Es muy diferente a todo lo anterior entonces?

Va sobre una pareja de cineastas… Todas las cosas que en mis otras películas estaba tratando de una forma muy indirecta, aquí es muy directa. Y no podía haberlo hecho antes, no estaba preparada. Ahora sí. También ha sido diferente rodar en inglés, es una película que se mueve muy libremente entre ficción y realidad. No está terminada, pero intentaré expresar qué es para mí ser una mujer en el cine.

¿Qué es? Como mujer, ¿ha sido más difícil?

Siendo sincera, nunca lo he experimentado así, pero creo que porque fui criada en la idea de que los hombres y mujeres somos iguales. Mis padres se dedican a lo mismo, mi padre, de hecho, trabaja para mi madre. Mi madre es editora y mi padre escribía para ella. Son profesores de filosofía, ellos enseñan igualdad. Les debo mucho, porque me transmitieron que podía hacer el trabajo que quisiera. Y confiaron en mí. No tuve problemas con eso, pero creo que tiene que ver con que yo pensara que era débil por ser mujer.

¿No has encontrado problemas levantando tus películas por ser mujer?

Encuentro problemas para levantar mis películas… pero es una pregunta difícil, necesitaría más tiempo para contestarla. No creo que encuentre problemas porque soy una mujer, no es por que vean mi nombre, es más perverso. Creo que mi sensibilidad es muy femenina, creo que puedes ser una mujer y tener una sensibilidad masculina –y al revés– sobre las historias y cómo las cuentas. Creo que la mía es muy femenina, y creo que por eso es más complicado. También porque no trabajo con grandes estrellas. Con Isabelle (Huppert), sí, pero porque me encanta. Mis películas no son entretenimiento, son delicadas. Lo que las define es que son muy femeninas y creo que en parte es por lo que me resulta complicado encontrar el dinero, pero no porque conscientemente no quieran financiar la película de una mujer, la sensibilidad no encaja en lo que se espera de las películas hoy.

Maya

¿Cuál es la percepción de tu trabajo para tu hija?

Deberías preguntarle a ella. Ahora va a cumplir 9 años, creo que es menos abstracta ahora, creo que lo entiende mejor. Creo que es feliz porque su madre ama su trabajo, eso sí lo entiende. Está orgullosa cuando dice que su madre es directora, y no es solo por el prestigio de hacer películas, sino porque realmente me apasiona. Ahora dice que quiere ser actriz, y es horrible.

¿Por qué?

Porque creo que es un trabajo terrible. Creo que la mayoría de los actores son infelices. Les admiro mucho, pero hay mucho sufrimiento en el trabajo, porque dependes de la percepción de otros, no dependes de ti misma, por eso lo dejé rápidamente cuando empecé. Nunca fui una actriz realmente, pero así empecé y conocí a Godard… En seguida me di cuenta de que no era para mí por la falta de libertad sobre lo que haces. Solo muy pocos actores pueden decidir qué hacen, la mayoría hacen lo que pueden, hay mucha frustración. Es un gran trabajo cuando estás trabajando. Pero es muy difícil, especialmente para las mujeres, porque también cumplir años como actriz es tan trágico para tantas.

Pero en el cine francés hay más espacio para actrices maduras.

Sí, pero aun así… Incluso la más famosa, que crees está en lo más alto… hay algo de infelicidad. En Francia puedes tener una carrera más larga que en Hollywood, quizá, pero creo que es mucho más fácil para los actores. Incluso si ahora intentamos cambiar todo esto, aún hay muchas charlas pendientes sobre el tema.

Una última curiosidad: la música en Maya.

Es curioso porque la gente me pregunta como si hubiera mucha música y, en realidad, comparado con la mayoría de las películas hay muy poca. Como no trabajo con compositores, hay mucho silencio, entonces los pocos momentos con música que hay sorprenden. La música es muy importante para mí, está conmigo en todo el proceso, siempre tengo tres o cuatro canciones que sé que voy a usar y me ayudan a encontrar el tono correcto. Distant Sky, de Nick Cave, estuvo conmigo en el viaje a India. La escuchaba y no sabía dónde la pondría, pero sabía que estaría.

Maya se estrena el 15 de marzo.

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