[Goya 2015] Alberto Rodríguez: "El éxito es poder hacer otra película"

Con motivo de los Premios Goya 2015 recuperamos del archivo CINEMANÍA las entrevistas que realizamos a los nominados a Mejor Dirección.
[Goya 2015] Alberto Rodríguez: "El éxito es poder hacer otra película"
[Goya 2015] Alberto Rodríguez: "El éxito es poder hacer otra película"
[Goya 2015] Alberto Rodríguez: "El éxito es poder hacer otra película"

Hace cinco meses [número 228 de CINEMANÍA] nos descolgamos con que Alberto Rodríguez era el mejor director español vivo. Hoy, La isla mínima, su sexta película, acumula público, buenas críticas y galardones como para darnos la razón. Recuperamos esta entrevista del director de After y Grupo 7 recientemente premiado en los Feroz como mejor director y lanzamos la pregunta al vuelo: ¿le traerán la misma suerte los Goya?

Todos los directores tenéis una película que os gustaría hacer. ¿Es ésta la tuya?

No sé qué decirte. En realidad es un proyecto que estuvo dormido mucho tiempo y que luego hubo que poner en marcha muy rápido porque cortaban la producción del arroz. Hubo que ponerse a rodar a toda velocidad. Y sí, hay cosas que hay en La isla mínima que yo quería que estuviesen en alguna de mis películas. Y luego hay otras cosas que son mejorables pero eso es algo que pasa en todas las películas. Básicamente, sé que he cometido algunos errores y de los aciertos ya no me acuerdo. Es lo que suele ocurrir.

¿Fue un rodaje muy duro?

Ha sido el rodaje más difícil de mi carrera. No salían las cosas bien. Teníamos problemas continuamente. Fuimos a rodar en una barca y nos quedamos allí encallados porque subió la marea. El día que teníamos que hacer lluvia artificial empezó a llover. Pero llovía tanto que no podíamos rodar. Tanto que vi pasar la silla del maquillador flotando por un río de agua. Me recordó al Don Quijote de Terry Gilliam. Ha sido muy sufrido, hemos pasado de menos 2 grados a 42. Nos hemos puesto enfermos. Nos ha pasado de todo.

La primera vez que viste las Marismas del Guadalquivir fue a través de los ojos del fotógrafo Atín Aya.

Sí. La idea de hacer una película allí se nos ocurrió en una exposición de Atín Aya, a principio de los 2000. Nos quedamos impresionados por la calidad de las fotos y por el sitio que retrataba. Yo había ido otras veces pero nunca lo había visto desde el punto de vista desde el que lo veía él. Luego nos vino muy bien la lectura de Alfonso Grosso y López Salina, que recorrieron en los 60 las Marismas y escribieron un libro de viajes [Por el río abajo] que dura un fin de semana. Hay muchas cosas del libro en la película.

¿Lo que encontrasteis cuando fuisteis a rodar allí era muy distinto de lo que habíais visto en las fotos y leído en el libro?

Las Marismas han cambiado mucho desde aquellas fotos pero sigue siendo un lugar espectacular y, sobre todo, inquietante. Son kilómetros y kilómetros de tierra plana en los que nunca ves el horizonte. Y que se repite infinitamente, además. Y nunca ves a nadie. Aunque la gente de allí te dice que no te preocupes, que aunque tú no veas a nadie ellos saben que estás allí. Te están viendo.

Eso que dices da un poco de miedo, ¿no?

Héctor Garrido, el fotógrafo del CESIC cuyas fotografías utilizamos en los créditos de La isla mínima, nos contó muchas curiosidades de este sitio con una leyenda complicada. Esta zona se habita cuando el arroz, durante la Guerra Civil, se queda en la zona republicana. La gente de allí no son valencianos ni andaluces, pero en el fondo sí que son las dos cosas. Y su hábitat es muy peculiar. El último pueblo es Isla Mayor, que eso es curioso también, allí se acaba la carretera y no hay nada más allá a parte de caminos y campo. Es un paraje bellísimo y difícil de entender y de explicar. Es inabarcable.

Dos policías investigando la desaparición de unas chicas entre humedales sureños. ¿Qué tal llevas las comparaciones con True Detective?

Sigo sin haberla visto. No quiero verla hasta que acabe. Por un lado, porque me puedo deprimir, y por otro, porque no quiero contagiarme. Estaba empezando a montar y me mandaron una foto de True Detective diciendo “oye que nos han copiado”. Busqué más fotos y empecé a ver un poco de la serie y entré en pánico, pero luego pensé “una casualidad, qué le voy a hacer”.

Supongo que el que dos personas en puntos tan alejados del planeta tengan la misma idea, tiene que ver también con que el mundo cada vez es más pequeño.

Claro, yo estoy convencido de que el creador de True Detective habrá visto películas que nos sirvieron de referencia mientras escribíamos el guión. Una fue Memories of Murder.  Y también El cebo, Zodiac, y más películas de este corte. Lo más interesante de Memories of Murder es que está hablando de una cosa y de otra al mismo tiempo. Eso es lo que nosotros pretendíamos. Zodiac me parece maravillosa y una locura, porque hay veces que no sabes qué genero es. De todas formas, nos inspiramos en más referencias. Por ejemplo, 2066. Y el mundo de Bolaño estaba también ahí. A mí esas películas me encantan como espectador, me las trago encantado. Y lo que pretendía era no defraudar al espectador porque yo me siento muy mal cuando estoy viendo una peli y digo “ah, esto no me lo creo”. Y por ahí creo que la peli sí que se sostiene, y que es lo suficientemente fuerte para aguantar el guión. Lo que ocurre es que la película habla de otra cosa que es más importante que la propia trama de la investigación. Y es todo ese mar de fondo político.

¿Por qué querías contar ese trasfondo político?

Fueron una serie de cosas que empezaron a confluir. El guión lo escribimos [Alberto Rodríguez escribe los guiones con Rafael López Cobos desde Grupo 7] muy deprisa, en apenas cuatro meses. Primero estuvimos dos meses escribiéndolo, lo paramos. En ese primer guión había un solo personaje, un poli local que asistía a esta serie de asesinatos, un poli corrupto que desde su ignorancia conseguía solucionarlo todo. Era una peli interesante pero acabó ganando ésta porque el desarrollo de dos personajes nos parecía más interesante y porque vimos dos documentales que nos estimularon mucho (Atado y bien atado y No se os puede dejar solos, de los hermanos Bartolomé), dos documentales que son la cara b de la Transición. Sobre todo hablaban del año 80, un año muy tenso pero con muchas analogías con 2014: la polémica del aborto, la tensión entre izquierda y derecha, la cuestión de las autonomías. Nos pareció tan interesante que decidimos ordenarlo de alguna manera. La más fácil era con el esquema clásico y tangible del género.

¿Cómo construisteis los personajes?

La historia del personaje de Raúl [Arévalo] es real. Vamos, hubo un policía que publicó una carta en el periódico y lo expedientaron y le quitaron su puesto en Madrid. Él lo único que había hecho era adherirse a un titular de El País que decía que era intolerable que hubiese militares como Milán del Bosh que anduviesen diciendo abiertamente que iba a haber un golpe de estado en el país. Seis meses después Milán del Bosch dio el golpe de estado. También nos documentamos para el personaje de Javier Gutiérrez. La peli habla de un régimen que acaba y otro que empieza y cómo ambos tienen que pactar para seguir adelante. Esto se ve en los arcos de los personajes, Raúl representa a ese régimen que viene y Javi al que se va. Ambos tienen miedo pero al mismo tiempo tienen que colaborar para resolver el crimen que están investigando.

¿Cómo fue trabajar con Raúl Arévalo y Javier Gutiérrez?

Procuramos ensayar todo lo que pudimos. Ensayamos con ellos y con casi todos los actores episódicos que aparecen en la película. Porque los planes de rodaje cada vez son más exigentes. Esta película estaba llena de retos técnicos. Por ejemplo [SPOILER], la secuencia en la que aparece uno de los cadáveres, mientras la ensayábamos nos dimos cuenta de que no teníamos dónde escondernos. Mientras estábamos rodando nos tiramos en el suelo al lado de un coche. Empleamos el día entero para rodar esa secuencia. El resto de las secuencias, desmontábamos y nos íbamos a otra parte de las marismas a rodar la siguiente. Si no lo llevábamos todo muy preparado no nos daba tiempo. Y en el caso de Raúl y Javier, se pasaron un mes viendo a policías. Les enseñaron a coger la pistola y lo que pensaban en aquel momento, cosas que luego nunca hicieron pero que les servían de background. Fue un desastre que Javi no fumase pero eran los 70, todo el mundo fumaba. Le tuvimos que dar unos cigarros de hierba que echaban un humo espantoso.

Esa secuencia de la que hablabas me pareció espectacular.

Ésa estaba bastante planificada, a Álex Catalán y a mí nos dio tiempo a ir, estudiar la localización y poder sacar los planos con una cámara. De hecho, eran tres secuencias que se convirtieron en una. Durante los ensayos me di cuenta de que la información que se daba se podía reunir. Creo que luce más, y eso que tenía sus retos. Por ejemplo, la secuencia empieza con una chica en el agua que es una chica real. No era un muñeco, así que es una chica que aprendió a respirar con un tubo. Como el plano era secuencia había que tener mucho cuidado. Afortunadamente, la chica de atrezzo tenía el PADI de buceo.

Eres de los de llegar con los deberes hechos al set de rodaje…

Es que cuanto más hechos tienes los deberes, más fácil es llegar y mandarlo todo a la mierda y empezar de cero. Si no tienes los deberes hechos estás más inseguro y menos capacidad de reacción tienes. Te agarras a lo seguro. Esto es lo que he aprendido a base de rodar.

¿Dirías que has cambiado mucho durante estos años?

Supongo que sí. Por otro lado, pienso que no. Lo que me importa todavía es la historia que estoy contando. No sé si me he vuelto un poco más exigente. Quizás también tenga peor humor. Pero es verdad que me pasé la mitad del rodaje de esta película con fiebre. Un día me levanté con cuarenta de fiebre y me fui a rodar. De hecho, la secuencia que rodé no está en la película [se ríe].

Además sigues trabajando con la gente con la que empezaste…

Son un equipazo. He tenido la suerte de encontrarme un grupo así alrededor.  Hemos crecido juntos. También es verdad que ellos se van, trabajan con gente muy buena y yo puedo aprender de lo que aprenden por ahí. Álex [Catalán] rueda León de Aranoa, con Icíar Bollaín, con Medem, es probablemente uno de los directores de foto más en forma que hay en este país. Cuento con Dani de Zayas y Pelayo [Gutiérrez] en el sonido, Fernando [García] de vestuario o Yolanda [Piña] de maquillaje o Manuela [Ocón], que hace la dirección de producción, y es mi pareja además, pero aparte de soportarme nos saca mucho partido… Es un gustazo. Por ejemplo, la gran alegría de los Goya con 7 vírgenes fue ver que estábamos todos. Era como decirnos que apreciaban que fuésemos un equipo compacto y que hacíamos las películas entre todos, que en realidad es lo que ocurre. Yo lo único que hago es decir sí o no.

¿Cómo se aprende a dirigir películas?

Se aprende haciendo películas, rodando. En mi formación tuvo que ver la universidad pero buena parte fue la televisión. Me tiré seis años haciendo un reportaje diario de tres minutos, por cuatro provincias distintas de Andalucía. Cada día grababa uno y el viernes montaba los cuatro. Era muy narrativo. Desde concursos, hasta buscar famosos, temas paranormales… Conocí a gente muy curiosa. La televisión me enseñó a dirigir actores, porque a toda esa gente a la que entrevisté tenía que hacerla interpretar. Aprendí mucho sobre la comunicación.

¿Es lo más importante en el trabajo de director?

Es fundamental. Con todo. Con los actores, con la fotografía, con todos los miembros del equipo. Yo a lo mejor soy el que pilota, pero la nave se mueve porque vamos todos dentro. Y además tenemos que ir en la misma dirección.

Hay un runrún de que eres el mejor director de cine español.

¿Y qué hacemos con todos los maestros… los matamos? ¿Qué hacemos con Erice, Saura, Trueba?¡No hombre! Eso, entre tú y yo, son tonterías. No sé, el otro día, por ejemplo, vi la película de Borja [Cobeaga: Negociador] y me pareció una película maravillosa. Y yo no podría hacer una película como ésa. Es que no creo que haya directores mejores y peores. Puede que una película te salga bien. Tampoco pensé que esta película iba a gustar más. La he hecho con el mismo cariño que las otras pero no sentía nada especial por ésta. Esto es como si tuvieses hijos, tú los quieres querer a todos por igual. Pero de pronto hay una que le cae bien a todo el mundo y otro al que tú quieres más no lo quiere nadie. Yo sigo pensando que After es una de las mejores películas que he hecho. No la vio nadie. Interesó muy poco. La isla mínima ha gustado a la gente, no sé… Peor respecto a lo de mejor y peor, yo creo que la mayor parte de nosotros hacemos lo que podemos. Hay directores brillantísimos en este país ahora mismo. Además de los maestros. Ojalá algún día haga yo una película como Saura o como Trueba o como Almodóvar. Yo estoy aprendiendo pero creo que tengo todavía margen para aprender mucho. El éxito siempre es que puedas hacer la siguiente peli. Y en este caso, corrimos mucho con La isla mínima para poder hacer Paesa. No quiero que me ocurra lo que me ocurrió entre 7 vírgenes y After, que tardé 5 años en hacer una película. Intento cada dos años rodar, porque si no llegas exhausto a la siguiente película, desanimado. Esto del cine y de rodar tiene mucho que ver con el músculo, que no pares de hacer ejercicio y de moverte.

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