Ellas montaron tus escenas de acción favoritas

Con ‘Atómica’ en la cartelera, aprovechamos para repasar a las montadoras que han hecho de los clásicos de acción películas imprescindibles en el género.
Ellas montaron tus escenas de acción favoritas
Ellas montaron tus escenas de acción favoritas
Ellas montaron tus escenas de acción favoritas

Cuando a Thelma Schoonmaker [foto de arriba] le preguntaron una vez cómo una señora tan amable podía ser la montadora de las películas de gángsters violentas de Martin Scorsese, respondió: “¡Ah! ¡Pero es que no eran violentas hasta que las monté!”.

Quizá no haya una frase tan reveladora sobre el papel del montador en el proceso creativo de una película, del mismo modo que esa oración de Schoonmaker también es un puñetazo en la mesa en tanto que hartazgo ante quienes creen que una mujer no puede dirigir, o editar en este caso, largometrajes de acción, repletos de persecuciones, hemoglobina y violencia.

Ahora, con el estreno de Atómica, el rol de las montadoras y de aquellas profesionales que prefieren editar el género de acción vuelve a la palestra, porque si hay alguien igual de imprescindible que Charlize Theron en el filme de David Leitch es Elísabet Ronaldsdóttir, la editora de la película.

Ellas montaron tus escenas de acción favoritas

La profesional islandesa es uno de los nombres pujantes de la disciplina después de ser la responsable del montaje de Contraband (Baltasar Kormákur, 2012) y, sobre todo, de John Wick (Otro día para matar) (Chad Stahelski & David Leitch, 2014). Además, es otra mujer que se suma al listado de montadoras en Hollywood, ámbito en el que el porcentaje de féminas es más abundante que en otras profesiones de la industria.

Un dato confirma esta afirmación: desde el nacimiento de los Oscar, hasta 14 películas editadas por mujeres se han llevado la ansiada estatuilla: Mad Max: Furia en la carretera (George Miller, 2015), editada por Margaret Sixel; Infiltrados (Martin Scorsese, 2006), montada por Thelma Schoonmaker; El aviador (Martin Scorsese, 2004), también a cargo de Schoonmaker; El último emperador (Bernardo Bertolucci, 1987), bajo la responsabilidad de Gabriella Cristiani; Platoon (Oliver Stone, 1986), editada por Claire Simpson; Elegidos para la gloria (Philip Kaufman, 1983), trabajo colectivo de Glenn Farr, Lisa Fruchtman, Stephen A. Rotter, Douglas Stewart y Tom Rolf; Toro salvaje (Martin Scorsese, 1980), en el que fue el primer premio para Thelma Schoonmaker; Star Wars: Episodio IV – Una nueva esperanza (George Lucas, 1977), a cargo de Paul Hirsch, Marcia Lucas y Richard Chew; Tiburón (Steven Spielberg, 1975), por Verna Fields; Z (Costa-Gavras, 1969), con el trabajo de Françoise Bonnot; Lawrence de Arabia (David Lean, 1962), montada por Anne V. Coates; Gigi (Vicente Minelli, 1958), editada por Adrienne Fazan; Wilson (Henry King, 1944), editada por Barbara McLean; y Policía montada del Canadá (Cecil B. DeMille, 1940), trabajo de Anne Bauchens.

No son muchas películas, habida cuenta de los 89 años que lleva celebrándose la entrega de estos premios, pero es un porcentaje elevado si comparamos el grueso de esos filmes premiados con el hecho de que solo una mujer ha recibido el Oscar a la mejor dirección: Kathryn Bigelow por En tierra hostil (2009). Otra película de acción, por cierto.

Sea como fuere, no son pocas las voces que de un tiempo a esta parte se preguntan por qué la profesión de montar películas es un ámbito que ofrece más espacio a las mujeres. En 2012, The New York Times reivindicaba a las mujeres editoras al calor del Festival de Cannes –en un año en que otra vez no se incluía ninguna película en la sección oficial dirigida por una fémina–; al año siguiente, The Hollywood Reporter se fijaba en los tándems creativos cineastas-montadoras para tratar de ahondar en esta cuestión; mientras que la revista británica Little White Lies dedicó un amplio reportaje a este tema hace dos años, bajo el suspicaz titular ‘Por qué las mujeres son mejores montadoras de películas’.

Mejores o no, de lo que no hay duda es que desde que Margaret Booth contribuyó a la génesis del lenguaje cinematográfico con su participación en el montaje de El nacimiento de una nación (1916), el clásico de D.W. Griffith, muchas otras han seguido su camino, desde la montadora y directora Dorothy Arzner hasta Sally Menke. Repasamos aquí los nombres clave de mujeres editoras que se han especializado en montar escenas de puñetazos y tiros, y nadie lo ha hecho tan bien como ellas.

Dede Allen  

‘Bonnie & Clyde’ (Arthur Penn, 1967)

Dede Allen (1923-2010) es una de las leyendas de Hollywood en tanto que responsable del montaje de clásicos como El buscavidas (Robert Rossen, 1961), América, América (Elia Kazan, 1963) o Bonnie & Clyde, película que contribuyó a cambiar el tono, el ritmo y la violencia en las cintas de Hollywood al introducir de manera masiva el uso de los saltos de eje en el montaje de una escena. Sólo en la secuencia final de la cinta de Penn hay cerca de 50 cortes de montaje, por poner uno de los ejemplos más meridianos al respecto. Para conocer algunas de sus innovaciones en el bello arte de montar una película, en NPR el editor Craig McKay (El silencio de los corderos, 1990) daba cuenta –tras la muerte de la editora– de los logros de Allen.

Verna Fields

‘Tiburón’ (Steven Spielberg, 1975)

Verna Fields (1918-1982) comenzó su carrera a finales de la década de los 50 como editora de sonido, y no fue hasta entrados los 70 que comenzó a despuntar como montadora gracias a la confianza de Peter Bogdanovich y a su encuentro con George Lucas, quien primero montaría el debut como directora de Fields en el documental Journey to the Pacific (1968) para luego contratarla como montadora en American Graffiti (1973). Conocida en la profesión bajo el apodo de ‘Mother Cutter’, Fields se retiró de la profesión a lo grande, con un Oscar de Hollywood por la que es probablemente una de las grandes obras maestras del montaje cinematográfico: Tiburón, de Spielberg.

Lisa Fruchtman

‘Apocalypse Now’ (Francis Ford Coppola, 1979)

Lisa Fruchtman (1948) conoció a Francis Ford Coppola durante el proceso de montaje de El padrino II (1973), donde trabajó como asistente de los montadores Barry Malkin, Richard Marks y Peter Zinner. Tras ello, formó parte del equipo de varios editores de Apocalypse Now (1979), en un proyecto que les llevó cerca de dos años de trabajo al tener que manejar cerca de 250 horas de filmación. Fue nominada al Oscar por esa película; galardón que finalmente se llevó con Elegidos para la gloria (1983), sobre los astronautas que formaron parte de la tripulación de la Mercury, el primer programa espacial tripulado de EE UU.

Marcia Griffin

‘Star Wars Episodio IV: Una nueva esperanza’ (George Lucas, 1977)

Marcia Griffin (1945) arrancó su carrera como montadora junto a Verna Fields en American Graffiti (1973), logrando su primera nominación al Oscar. Enseguida hizo buenas migas con Martin Scorsese, a quien ayudó en la edición de Alicia ya no vive aquí (1974) y supervisando el montaje final de Taxi Driver (1976), cuando la dupla Scorsese y Thelma Schoonmaker no se había materializado completamente. Sin embargo, su gran aportación a la historia del cine nos lleva a una galaxia muy muy lejana, porque sin el trabajo de edición que la montadora realizó en Star Wars Episodio IV: Una nueva esperanza es probable que hoy no habláramos de Star Wars en los términos en que lo hacemos. Su aportación a la película de su entonces maridos, George Lucas, fue crucial: mandó reordenar los planos de la secuencia final desde el principio con el fin de crear más tensión y dar más importancia al vínculo entre Han Solo y Luke. Se llevó el Oscar ese año y el fervor de los fans de todo el espacio conocido.

Thelma Schoonmaker

‘Toro Salvaje’ (Martin Scorsese, 1980)

Una leyenda y tal vez una de las mejores montadoras del cine americano. Thelma Schoonmaker (1940) se inició en la profesión gracias a un anuncio en The New York Times en el que buscaban a profesionales capaces de ajustar películas europeas a la duración estándar de la televisión americana, y pronto se apuntó a un curso de seis semanas en la New York University (NYU) para mejorar la técnica. Allí conoció a Scorsese comenzando la que es una de las relaciones más fructíferas de Hollywood, que tuvo uno de sus grandes momentos de gloria con Toro salvaje (1980), película por la que la montadora recibió su segunda nominación al Oscar y logró llevarse la estatuilla por primera vez a su casa gracias a su emocionante montaje, nutrido de detalles y de efectos aún hoy difíciles de superar.

Dody Dorn

‘Memento’ (Christopher Nolan, 2000)

Dody Dorn (1955) se fraguó en el campo de la edición de sonido –llegó a ser premiada por su trabajo en Abyss (1989), de James Cameron–, y pudo dar el salto al montaje colaborando en la versión especial de Terminator 2: El juicio final (1991). No obstante, tuvo que esperar a que Christopher Nolan la llamara para ayudarle a resolver el puzle fílmico de Memento, para que su carrera finalmente despegara. Llegó a ser nominada al Oscar por ese largometraje; repitió con el británico en Insomnia (2002); y a partir de ahí se hizo casi inseparable de Ridley Scott –El reino de los cielos (2005)– y de David Ayer –Sin tregua (2012), Sabotage (2014) y Fury (2014)–.

Sally Menke

‘Kill Bill Vol. 1 & Vol. 2’ (Quentin Tarantino, 2004)

Formaba con Quentin Tarantino uno de los tándems más creativos del Hollywood de los últimos 20 años, pero la repentina muerte de Sally Menke (1953-2010) dejó al realizador y a los seguidores de su cine huérfanos de una de las responsables más relevantes a la hora de forjar el estilo del cineasta. Comenzó a colaborar con Tarantino en Reservoir Dogs (1992) y el director confió en ella desde el primer momento. “Los montadores somos los héroes silenciosos de las películas”, dijo en una entrevista en The Guardian, donde también detallaba su modus operandi en la sala de montaje y hablaba sobre cómo convertían su amor por el cine en marca de autor. Para el recuerdo quedan los centenares de ‘Hi Sally’ que Tarantino filmaba en el inicio de cada una de las tomas para hacer sentir a la montadora partícipe en el set de rodaje.

Kelly Matsumoto

‘Fast & Furious 6’ (Justin Lin, 2013)

Fast & Furious 6 es una de las películas de las que se siente más orgullosa como montadora. Y no es para menos, porque Kelly Matsumoto ha ayudado a que la franquicia de coches tuneados se haya convertido en una de las series fílmicas más vibrantes del siglo XXI, después de haber sido la responsable de editar al menos hasta tres películas de la saga. En su currículum encontramos asimismo el montaje de Star Trek: Más allá (2016), G.I. Joe (2009) y Van Helsing (2004); trabajos que demuestran que es capaz de darle forma y ritmo a todo tipo de género cinematográfico.

Lisa Lassek

‘Los Vengadores’ (Joss Whedon, 2012)

Todo fan del toque Whedon en Marvel –Los Vengadores (2012) y Vengadores: La era de Ultron (2015)–, debería conocer que Lisa Lassek es la responsable del ritmo frenético que el cineasta imprimió a las primeras películas de la franquicia. Lassek ha trabajado con Whedon desde que coincidieron en la sexta temporada de Buffy, cazavampiros, y desde entonces han colaborado en otros dos largometrajes, además de las películas de Marvel: Serenity (2005) y La cabaña en el bosque (2012).

Mary Jo Markey y Maryann Brandon

‘Star Wars: El despertar de la Fuerza’ (J.J. Abrams, 2015)

Ya sea juntas o separadas, en cine o en televisión, tanto Mary Jo Markey como Maryann Brandon han editado varias de las producciones de J.J. Abrams desde que ambas conocieron al cineasta durante la producción de la serie Alias. Como tándem, han montado Misión: Imposible III (2006), Star Trek (2009), Star Trek: En la oscuridad (2013), Super 8 (2011) y Star Wars: El despertar de la Fuerza. Gracias a su trabajo en esta última película recibieron una nominación al Oscar en la categoría de mejor montaje del año.

Margaret Sixel

‘Mad Max: Furia en la carretera’ (George Miller, 2015)

Puede resultar difícil de comprender cómo se puede pasar de montar cintas tan tiernas como Happy Feet: Rompiendo el hielo (2006) o Babe, el cerdito en la ciudad (1998) –secuela de Babe, el cerdito valiente (1995)– a ser la responsable del ritmo salvaje de Mad Max: Furia en la carretera (2015), pero sólo Margaret Sixel es capaz de responder a ello. Se llevó el Oscar por su trabajo en la película de su marido, George Miller, y por motivos suficientes, porque Sixel hizo suyo todo el material que se le enviaba diariamente desde el rodaje en Namibia. Así lo explicaba en una entrevista en L.A. Times: “[George] es mi mejor fan. Le gusta todo lo que hago. Pero traté de poner toda mi sensibilidad en Furia en la carretera. No soy una fan Michael Bay. No me gusta el montaje sin sentido. Me irrita”.

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