El primer español que llegó a Twin Peaks

Recordamos el exitoso desembarco en España de la serie de David Lynch en 1990
El primer español que llegó a Twin Peaks
El primer español que llegó a Twin Peaks
El primer español que llegó a Twin Peaks

17 de noviembre de 1990. España se despierta en ascuas. La noche anterior más de dos millones de espectadores han visto los dos primeros capítulos de Twin Peaks en Telecinco. La cadena, recién inaugurada, emitiendo únicamente en Madrid, Barcelona, Valencia y Sevilla, consigue arrancar a los datos de audiencia un 46,9% de share, dato al que hoy sólo se aproximan los partidos de la Champions League. “David Lynch revoluciona la televisión”, dice El País. “El mayor éxito televisivo de los últimos años”, continúa ABC. ¿Por qué?

Una semana antes. 10 de noviembre. Una enigmática noticia aparece en los principales periódicos: “Laura Palmer ha sido asesinada”. “Nadie sabe quién la mató”, añade la información publicitaria del día siguiente. “Sólo hay una pista: sabemos dónde fue encontrado su cadáver. Descúbrelo mañana”, culminan los diarios publicados el 13 de noviembre de 1990. Al día siguiente, por fin, se explica la estratagema: Telecinco, la nueva cadena de Berlusconi, emitirá Twin Peaks, la primera producción de David Lynch para T.V., el 16 de noviembre. “Si se pierde Twin Peaks esta noche, mañana no sabrá de que hablar”, amenaza la noticia.

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“Teníamos claro que queríamos hacer una campaña de expectativa –nos cuenta Manuel Villanueva–. Compramos una campaña en los principales periódicos. Era publicitaria pero tenía aspecto de noticia enigmática”. El actual director general de contenidos de Mediaset era en 1990 el director de programación de Telecinco. Recién incorporado al puesto, su paso por la televisión gallega y la colaboración en periódicos regionales como informador cinematográfico le llevaron a considerar la posibilidad de emitir en el canal la aclamada serie de David Lynch. Por entonces, el director de Twin Peaks había rodado Cabeza borradora (1977), El hombre elefante (1980), Dune (1984), Terciopelo azul (1986) y Corazón salvaje (1990). Suficiente filmografía como para que su salto a la televisión junto al productor Mark Frost generase interés. “Twin Peaks nos sedujo desde el primer episodio –recuerda Villanueva–. Era muy nuevo, desde ese arranque con un agente del FBI hablando con una grabadora, pasando por la forma en la que estaba rodada y acabando en la música de Badalamenti, tan cadenciosa”. El director de contenidos de Mediaset, fan confeso de Lynch desde su época como informador cinematográfico, admite sin embargo que nunca llegó a esperarse un producto tan arriesgado para televisión.

29 de Noviembre de 1990. Telecinco emite el último episodio de la primera temporada de Twin Peaks. La audiencia supera los 2.424.000 espectadores (50,3% de share). Huelga decir que en ningún momento se resuelve el misterioso asesinato planteado a lo largo de la temporada. Cunde el caos. “Se colapsó la centralita, la gente llamaba a Telecinco diciendo que no los podíamos dejar así –recuerda Manuel Villanueva–. Sólo se empezaron a tranquilizar cuando comunicamos que se estaba rodando una segunda entrega”. Al día siguiente la cadena emite un especial presentado por Jose Luis Garci titulado Las claves de Twin Peaks. El colofón llega por fin el 1 de Diciembre de 1990: Rappel vaticina que el asesino de Laura Palmer es Andy Brennan, el poli tontorrón que aprende a disparar gracias al sagaz Agente Cooper. ¿De verdad, Rappel?

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“Recuerdo perfectamente el especial que hicimos con José Luis Garci –recuerda Villanueva–. Lo recogí en su casa y lo llevamos a los estudios. Pasamos todo el camino hablando de la serie, muy entusiasmados”. No eran los únicos emocionados. “Twin Peaks es un modelo de buen ritmo, de secuencia trepidante”, afirma Ángel Fernández Santos en El País. “Estamos ante un Edgar Allan Poe de las imágenes”, comenta Adolfo Prego en ABC. Al parecer el extraño universo de Twin Peaks no le resultaba extraño a nadie. Muy al contrario, querían saber más. La España de 1990 parecía estar a la altura de ese pueblo en el que las señoras hablaban con troncos de madera, las mujeres tuertas se vestían como princesas y las reinas de instituto organizaban extrañas orgías en los bosques. La idea original de David Lynch junto al productor de Canción triste de Hill Street, resultante de un proyecto frustrado sobre los últimos días de Marilyn Monroe antes de su suicidio, había calado en nuestro país.

En EE UU el idilio de David Lynch con los espectadores de la cadena ABC, donde se emitía Twin Peaks, no tardó en desinflarse. Sin embargo, en España la cadena mantuvo buenas audiencias en el estreno de la segunda temporada (46’8% de share). Tras bajar a una audiencia del 25 % en los siguientes episodios, la investigación del asesinato de Laura Palmer remonta a un 32,4% y la banda sonora de Angelo Badalamenti se coloca en el número 1 de la lista de ventas españolas.

TWIN PEAKS EN TELECINCO DIGAME

Los actores de Twin Peaks en Tele 5, ¿dígame?, presentado por Laura Valenzuela.

“Twin Peaks fue un acontecimiento social, se quedó grabado en la memoria de muchos”, dice el entonces responsable de programación de Telecinco que señala a su productor Mark Frost como una de las claves del éxito de Twin Peaks. “Abrió un nuevo camino en el lenguaje narrativo de las series. Marcó futuro y tendencia”, reflexiona. ¿Pero por qué una serie tan extraña, que aplazaba su propia resolución sin dar demasiadas explicaciones, que se sumía en los hechizos viciosos de un pueblo olvidando a la bendita Laura Palmer, gustó tanto en España? El columnista Eduardo Haro Tecglen escribió el 18 de marzo de 1991 en su columna habitual de El País: “Dicen que la causa del abandono de Twin Peaks por la audiencia es que no se entiende. Dicen que aquí, en España, no sucede eso, y las audiencias se mantienen en la 5 que tanto mima esa serie. Es posible. Estamos acostumbrados a no entender mucho las cosas, en la ficción o en la realidad. Nos falta bastante cultura, muchas referencias, bastante información […] Lo de Twin Peaks… Yo no entiendo tampoco: no sé a quién se caza ni exactamente por qué. Pero no importa. La belleza, la ironía, el juego de cada imagen, ciertas frases [...], ciertos rasgos de belleza de los personajes, son suficientes para que nos guste”.

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