El ocaso de los videoclubes

En 2004, había 7.000 negocios de alquiler de películas en España. Hoy sólo quedan 1.500. ¿Logrará el sector levantar cabeza? Por YAGO GARCÍA
El ocaso de los videoclubes
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El ocaso de los videoclubes

Es viernes por la tarde, y te apetece quedarte en casa, pero también ver una película. Por eso rebuscas entre las estanterías hasta encontrar el título que te gusta. Tras escoger, te acercas al mostrador y comentas al dependiente que te has olvidado el carnet de socio. No importa, te responde, porque se sabe tu número de memoria. Te marchas, pensando en devolver las películas a tiempo, por si las multas... Y vuelves a la realidad, porque si recuerdas una escena como esta, es que conoces el mundo de los videoclubes, un sector que fue piedra angular del ocio de muchos españoles, y que ahora se enfrenta a un panorama oscuro.

Los formatos de vídeo doméstico comenzaron a llegar al gran público a principios de los 80. Y, dado el reducido catálogo y elevado precio de venta de una cinta VHS o Beta (los dos formatos imperantes entonces), la mejor opción para el consumidor era buscar locales donde estas se alquilaran a buen precio. Rafa Roldán (44 años) lo sabe muy bien: desde 1985, su familia regenta Video Roldán, un local cercano a la Plaza Mayor de Madrid que podría pasar por el videoclub más longevo de la capital. "Somos unos supervivientes", bromea.

Oferta a la baja"Empezamos con un taller de reparaciones, y los clientes nos pedían películas en alquiler, así que mi padre renovó el negocio", explica Rafa, señalando que, en sus comienzos VideoRoldán tenía en su catálogo "unos 20 títulos", la mayoría en formato Beta. "Muchas eran películas españolas, de Pajares y Esteso", comenta. A través de los años, su negocio ha aguantado tres cambios de formato: primero, del Beta al VHS, después, del VHS al DVD ("Fue como empezar de cero") y, actualmente, del dvd al Blu-ray y los formatos digitales. "Con cada cambio, las distribuidoras se desentendieron", comenta el gerente, "pero aún seguimos teniendo 600 títulos en VHS, muchos de ellos no disponibles en otros formatos".

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Hoy, VideoRoldán sigue abierto, con 7.600 socios en sus archivos y unos 40 o 50 alquileres diarios: "Un 50% menos que antes", reconoce Rafa. Por ello, han diversificado sus actividades: "Nos reconvertimos al sector digital. Hacemos trabajos de vídeo y audio, revelamos fotos... Esto es un negocio familiar, así que todo es por encargo". Además, VideoRoldán incluye en su web una sección de reservas online, y permite ver algunos de sus títulos en streaming. Gracias a esta diversificación, y a otras actividades como el alquiler de videojuegos o los servicios de cibercafé, algunos videoclubes han superado los baches de un sector en crisis casi perpetua. Según datos de la asociación de profesionales ANEMSEVI, la cifra de videoclubes en España ha descendido en los últimos años desde alrededor de 7.000 (cifras de 2004) a aproximadamente 1.500 en todo el territorio nacional. Un descenso de más del 70% en sólo siete años.

"La cosa lleva decayendo desde 2002 o 2003: si por esas fechas teníamos 1.200 o 1.300 clientes, ahora nos compran 400 o 500", comenta el gerente de la empresa mayorista DAS del Vídeo, Jonás García. Tras 15 años de experiencia como distribuidor, en una actividad que ahora también abarca los videojuegos de alquiler Jonás sabe que "esto va por ciclos", pero reconoce que el sector atraviesa una época de vacas flacas, con un persistente "goteo de cierres". ¿Por qué?

Piratería, impuestos y negocios fácilesSegún Carlos Grande, gerente de ANEMSEVI, "el verdadero problema del sector del vídeo es la piratería: si se acabara, la gente volvería a alquilar". Porque, indica, esta crisis no sólo afecta a los pequeños negocios, sino también a los mayoristas y, por supuesto, a las majors: "Universal ha cerrado su departamento doméstico en España, Warner está liquidando su catálogo y Sony ha dejado de distribuir". Jonás García, de DAS del Vídeo, comparte esta opinión, pero tiene esperanzas: "A partir de septiembre la 'Ley Sinde' comenzará a aplicarse en todo su rigor, y se cerrarán webs de descargas", afirma.

Si la llamada 'Ley Sinde' cumple su función y acaba con los piratas, el mayorista afirma que esta quedaría como una más de las muchas bajadas del negocio. La primera de ellas, según nuestras fuentes, tuvo lugar en 1990, cuando comenzaron a emitir las televisiones privadas, en especial Canal + con sus películas de estreno. "Recuerda que un estreno grande, como E. T., podía tardar dos años en llegar al vídeo, y de forma muy restringida", apunta Rafa, de VídeoRoldán. Claro que, antes de esa fecha, "se alquilaban películas hasta en las droguerías". En opinión de Jonás García, el auge de los videoclubes en la España de los 80 tuvo un inesperado responsable: el aumento del paro.

"Había mucha gente que se quedaba sin empleo, e invertía su indemnización en fundar un videoclub", apunta el mayorista. Y Rafa Roldán añade: "Lo veían como un negocio fácil: sólo era necesario un local, estar pendiente del catálogo y contratar a un dependiente o dos". Según comenta este veterano del sector, "muchos de estos propietarios no trabajaban, y ni siquiera les importaba el cine".

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Pero esta actitud no podía durar. A la irrupción de las privadas (que reemplazaron a los vídeos comunitarios, según nos explica, como enemigo número 1) siguieron una presión fiscal en aumento ("Como no se nos considera negocio cultural, pagamos un IVA del 18%") y la presencia cada vez mayor de películas en los quioscos, otra competencia muy significativa: "A nosotros, una copia para alquiler nos sale por 50 euros, mientras que un quiosquero compra títulos mucho más baratos y, si no los vende, puede devolverlos, cosa que a los videoclubes nos es imposible". Por otra parte, señalemos que la SGAE cobra a todos los videoclubes de España una cuota trimestral según los metros cuadrados del local. Esta, nos indica Rafa, suele oscilar en torno a los 150€. A lo cual hay que sumar inspecciones periódicas para asegurarse de que el catálogo está en regla.

La ventana indiscretaIrónicamente, el paso del VHS al dvd a comienzos de este siglo supuso un soplo de aire fresco para muchos videoclubes: el nuevo formato no necesitaba rebobinado, permitía aumentar el número de copias en stock y no era excesivamente caro. Algunos negocios no lo llevaron tan bien: el gigante americano Blockbuster Video cerró sus sucursales españolas en 2006, cuando el negocio comenzó su último descenso (la cadena, con sede en Texas, se declaró en bancarrota en 2010), mientras que otras empresas nacionales como Galaxia Vídeo se imponían en zonas como Levante gracias a sus bajos precios, múltiples servicios, y un catálogo de éxitos de Hollywood. Algo imposible, señala Jonás García, en ciudades como Madrid, "donde los alquileres de los locales son mucho más altos, y los de las películas también"

Pero, con los años, la proliferación de formatos trajo consigo otros problemas: "En principio, una película recién lanzada en alquiler tiene una ventana de exclusividad de 45 días, pero existe también el 'Day & Date', un sistema que inició Warner Bros. hace siete años y que permite poner las copias simultáneamente en alquiler y en venta", explican fuentes de ANENSEVI. ¿Dónde está el problema? "Si la gente puede elegir entre alquilar Gran Torino o comprarla a bajo precio en MediaMarkt, por ejemplo, la comprará sin dudarlo". Por otra parte, el sistema de producción de los dvd (fabricados en masa, generalmente en Holanda y con pistas de audio en varios idiomas), supone otro problema: "Si una película sale un mes antes en Italia que en España, pero lleva incorporado el doblaje al español... Echa cuentas".

Guillermo Arieu, fundador de la cadena de videoclubes Séptimo Arte, también se ha visto afectado por este problema. Y eso que las tiendas que él y su esposa comenzaron a abrir en 2002 ("Empecé prestando películas a mis amigos, y la cosa llegó a tal nivel que tuve que tomar nota de los préstamos") se dedica al cine de autor y cuenta con un target de alto nivel adquisitivo. "En el marco legal de la UE no hay una política conjunta contra la piratería y los alquileres fraudulentos", explica. Y añade: "Con el tiempo, los negocios pequeños cerrarán, las grandes distribuidoras acapararán el mercado e impondrán su política".

¿Hay futuro?Fernando Alfonso (30 años) hace un hueco en su apretada actividad para atendernos. Una actividad que no sólo incluye reponer los estantes y tomar nota de los alquileres, sino también revisar comandas y hacer cafés. Fernando es uno de los encargados del videoclub Diurno, localizado en la madrileña zona de Chueca, y que simultanea el préstamo de películas con las funciones de una cafetería. "Diversificar ha sido vital: la mayor parte de nuestra competencia ha cerrado", nos explica, "ahora tenemos unos 8.000 socios y 7.000 películas en catálogo". En el Diurno, junto a la barra y tras un lineal refrigerador lleno de bebidas, el visitante encuentra los estantes con las películas. Elevada en la pared, una pizarra recomienda las mejores cintas de 2010 en catálogo, con Toy Story 3 en cabeza. "Esto no habría prosperado en una zona de Madrid fuera de Chueca", afirma Fernando: "Suena a mito, pero el público gay tiene más dinero para gastar".

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Cine de autor, servicios de internet, hostelería, videojuegos... Con tantas actividades adicionales para salvar el negocio, ¿tienen futuro los videoclubes tal y como los habíamos conocido hasta ahora? Desde su veteranía, Rafa Roldán cree que sí: "Habrá muchos menos, pero cada día contarán con mejores clientes, gente del barrio que saben que les van a atender bien: al final, saldrán a flote, como las librerías". Por otra parte, los profesionales del sector confían en que la implantación del Blu-ray traiga nuevos aires, aunque reconocen que se trata de "un proceso lento. Todo subirá cuando aumente el parque de las Playstation 3", confía Jonás García de DAS Del Vídeo. "Estas navidades circularán mucho como regalo, y con el tiempo la gente se dará cuenta de que no tiene sólo una videoconsola en casa, sino también un reproductor de alta definición".

Eso sí: hay un rasgo de los videoclubes del que nos tenemos que ir despidiendo para siempre. Hablamos de esa mítica 'parte de atrás' en la que muchos negocios del ramo custodiaban las películas X, y donde muchos (y muchas) echaron un primer vistazo a la genitalia del sexo opuesto. "Eso sí que va de capa caída: la gente prefiere adquirir las películas para adultos en internet, y no hay vuelta de hoja", comenta Rafa Roldán. Y remacha: "Es que es más discreto".

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