10 películas que tienes que ver antes de 'I Feel Good'

Voces de ébano, ritmos feroces y filmes muy reivindicables: prepárate para el 'biopic' de James Brown con este menú de cine 'funky'.
10 películas que tienes que ver antes de 'I Feel Good'
10 películas que tienes que ver antes de 'I Feel Good'
10 películas que tienes que ver antes de 'I Feel Good'

Little Richard le tenía pánico. Aunque era su amigo, y fue su mecenas durante los comienzos de su carrera, evitaba compartir escenarios con él ateniéndose a un buen razonamiento: "No puedes llevar de telonero a un hombre que lo tiene todo". Sus músicos también le temían, porque regía su banda con la disciplina de un mariscal de campo. Y, para no meternos en jardines, dejémoslo en que sus parejas sentimentales también le tuvieron siempre un santo terror. James Brown, el 'Padrino del Soul', era una figura mitológica, tanto para lo malo como para lo bueno: como prueba de esto último quedan temazos tales que Sex Machine, Papa's Got A Brand New Bag, Try Me... I Feel Good, la canción cuyo título ha servido para bautizar (en España) al biopic de este cantante y compositor de Georgia, apodado con mucha razón "El hombre más trabajador del show business" durante sus 73 años de vida.

Firmada por Tate Taylor (Criadas y señoras), y contando en su reparto con Viola Davis, Dan Aykroyd Octavia Spencer, I Feel Good ha recibido estupendas críticas en EE UU. Además, la candidatura de su protagonista Chadwick Boseman a Mejor Actor Principal en los Oscar 2015 se da por casi segura. Por ello,  y como nunca está de más un poco de funk en esta vida, nosotros celebramos su estreno en España con una colección de filmes imprescindibles sobre la música afroamericana. De los thrillers a los musicales, y siempre con bandas sonoras de relumbrón, estas cintas no sólo te ayudarán a conocer mejor el contexto en el que se movió James Brown, sino también las razones por las que su legado sigue siendo ciclópeo.

El Padrino de Harlem (Larry Cohen, 1973)

La fiebre blaxploitation (películas con protagonistas afroamericanos) que sacudió al cine de EE UU en los 70 generó un buen número de filmes de diverso pelaje: algunos de ellos (Las noches rojas de Harlem, Coffy) resisten muy bien el paso del tiempo, mientras que otros (Superfly, Trouble Man) resultan hoy bastante difíciles de ver, salvo que tu nombre sea Quentin Tarantino. Ahora bien: este movimiento también nos ha legado una enorme cantidad de bandas sonoras gloriosas, firmadas por los mayores titanes de la música negra y que, en muchas ocasiones, superaban en calidad a las películas que ambientaban. De esta manera, si Las noches rojas de Harlem contó con Isaac Hayes (quien se llevó un Oscar por su Theme From 'Shaft') y Superfly con Curtis Mayfield, este remake con pelo afro del clásico Hampa dorada (1931) tuvo la única BSO firmada por el propio James Brown. ¿Que qué tal está la película en sí? Pues medianamente bien. Y, desde luego, estaría mucho peor de no ser por temazos como Down and Out in New York City, tan musculosos ellos como el protagonista James Williamson.

Granujas a todo ritmo (John Landis, 1980)

Hay bufonadas, y bufonadas. Por ejemplo: una cosa es que, en sus sketches para Saturday Night Live, a John Belushi Dan Aykroyd les diese por satirizar la figura del hipster blanco aficionado a los sonidos de ébano, creando así a los inenarrables Blues Brothers. Y otra que, al llevarse a sus personajes al cine, aprovechasen dicha coyuntura para reunir a las mayores estrellas de la música negra. Además de con multitud de gags supremos y una de las mejores persecuciones de coches de la historia, Granujas a todo ritmo cuenta también con Cab Calloway, una Aretha Franklin tan memorable como cabreada, John Lee Hooker, Ray Charles y el propio James Brown, en un cameo de los que no se olvidan. Transmutado en predicador, el 'Padrino del Soul' transmite una energía gospel de tan alta graduación que, tras recibirla, Belushi se pone a dar saltos mortales y a gritar aquello de "¡Hay que reunir a la banda!". De ahí que, aunque hayamos mantenido al mínimo la presencia de whiteys en nuestro informe, Jake y Elwood Blues se hayan ganado a pulso su puesto.

Purple Rain (Albert Magnoli, 1984)

Aquí sí que no tenemos excusa: dominada de pé a pá por el ego de su protagonista, Purple Rain es un truño sin paliativos, cuya estética ochentera puede provocar espasmos en el público y cuyo guión... en fin, cuanto menos hablemos del guión, mejor. ¿Por qué la hemos incluido, entonces? Pues porque, si James Brown tuvo un heredero durante los 80 en el trono del soul y el rythm'n'blues, ese fue Prince, el músico a quien este filme tan discutible convirtió en superestrella mundial. Por más que las interpretaciones chirríen, y que la historia pinte al protagonista como el héroe que nunca ha sido, Purple Rain nos da la posibilidad de oír al 'Símbolo de Minneapolis' y a su banda The Revolution interpretando gemas como When Doves Cry, Let's Go Crazy y ese tremebundo baladón que da título a la cinta. Además de batir récords de ventas, la música original de la película se llevó un Oscar en la efímera categoría de Mejor Banda Sonora a Base de Canciones (el premio a Mejor Canción Original, por cierto, fue a parar a Stevie Wonder, por I Just Called To Say I Love You). Y, por entonces, ¿donde andaba James Brown? Pues componiendo su Living In America para la BSO de Rocky IV. Dado que ese tema dista de ser su mejor canción, mejor corremos un tupido velo...

El color púrpura (Steven Spielberg, 1985)

Tal vez el megabatacazo de Spielberg en los Oscar se preste a bastantes críticas, tanto desde el punto de vista fílmico como desde el político y el racial. Ahora bien: reconozcamos que el hombre de la gorra abordó con el máximo respeto la adaptación de la novela de Alice Walker. Para empezar, su pericia para escoger repartos nos reveló que una comediante de escenarios (Whoopi Goldberg) sin apenas experiencia en el cine y una presentadora de talk shows (Oprah Winfrey) eran sendas actrices como la copa de un pino. Y, para seguir, le encomendó la banda sonora a Quincy Jones, coloso de las corcheas sin cuya labor la carrera de Michael Jackson nunca hubiera sido la misma. El color púrpura no es sólo una historia de miseria y discriminación racial, sino también un retrato de la dialéctica entre el gospel (la música de Dios) y el 'diabólico' blues. Una dialéctica que habría de dar frutos muy jugosos: antes de lanzarse a cantar odas al sexo, a la farra y a los derechos civiles, tanto James Brown como otros iconos del soul empezaron cantando en el coro de la iglesia.

Haz lo que debas (Spike Lee, 1989)

En 1968, el año del asesinato de Martin Luther King, James Brown firmó una de sus mejores canciones: Say It Loud - I'm Black and I'm Proud. 21 años más tarde, aquel grito de "¡Soy negro, y estoy orgulloso!" tenía dos heraldos excepcionales en el cine y en la música. Desde el celuloide, Spike Lee entregaba una película compleja y llena de (polémicos) matices, en la que un ardiente verano neoyorquino y un malentendido a cuenta de unas fotos en una pizzería sirven como detonantes para las tensiones raciales. Y, en lo sonoro, los Public Enemy prologaban la película con Fight The Power, una canción que serviría como himno contestatario durante los 90 (y más allá) gracias a su incendiaria letra, su contundencia armónica... Y a una batería sampleada de Funky Drummer, ese tema firmado por Brown al que el por entonces ya consolidado hip hop se lo debía casi todo. Al menos 932 canciones (según WhoSampled) han recurrido a dicha canción para construir sus ritmos. Si a eso le añades ese baile pugilístico que se marca Rosie Pérez en los créditos, la revolución está asegurada.

New Jack City (Mario Van Peebles, 1991)

Hijo de Melvin Van Peebles, uno de los pioneros del cine afroamericano, Mario Van Peebles perdió tempranamente la virginidad (¡y frente a una cámara!) durante el rodaje de Sweet Sweetback's Badasssss Song, el muy polémico filme que su padre firmó en 1971. Hecho ya un hombre, y dispuesto a seguir los pasos de papá en el cine, Mario debutó en largo con un debut al que el resto de su carrera no ha hecho justicia: una pena, porque el enfrentamiento entre el traficante Nino Brown (Wesley Snipes) y el policía Stone (Van Peebles) resulta muy reivindicable. ¿Y qué pinta la música en todo esto? Pues mucho: para empezar, New Jack City cuenta en su reparto con Ice-T, la voz más bronca del gangsta rap de los 90. Y, para seguir, la película toma su nombre, y buena parte de su banda sonora, del New Jack Swing, ese género que hibridaba ritmos hip hop con voces soul, y en el cual la influencia de James Brown estaba (para variar) de lo más patente.

Los chicos del barrio (John Singleton, 1991)

El mismo año en el que New Jack City invocaba al fantasma de la blaxploitation, presentándonos a un dealer como protagonista y antihéroe, John Singleton ofrecía en su debut como director una mirada diametralmente opuesta: puede que los gangstas callejeros quisieran ser como Nino Brown, pero sus realidades se parecían más a la de Doughboy, ese matón de Los Ángeles con el rostro del rapero Ice Cube. A James Brown, el hip hop nunca le gustó demasiado ("Le faltan las chicas del coro", decía el muy bandarra) y se embarcó en mil batallas legales para cobrar sus derechos de autor por samples y referencias varias. Pero gracias a filmes como este, nominado a dos Oscar (Mejor Director y Mejor Guión Original) y con Laurence Fishburne Angela Bassett en el reaprto, constatamos que el género hacía honor a su legado como cronista del gueto. Si el visionado de Los chicos del barrio te deja mal sabor de boca, te recomendamos que disfrutes con Los colegas del barrio (1996), el inmisericorde spoof escrito y protagonizado por Marlon Wayans (Scary Movie).

Jackie Brown (Quentin Tarantino, 1997)

¿Tenía que salir, verdad? Pues aquí le tenemos: dos años antes de que el usualmente reposado Jim Jarmusch ofreciera su visión arty de la cultura del rap en Ghost Dog, al genio de la gran mandíbula le dio por pisar el freno, destapar el tarro de las esencias y ofrecer una prueba de amor a las películas blaxploitation y a las novelas policíacas de su maestro Elmore Leonard. El resultado fue su filme menos valorado (o el más infravalorado, según se mire), pero sirvió para devolverle brevemente la fama a Pam Grier, tremendísima actriz que aquí se come con patatas a todo un Robert De Niro. Y también para entregar una banda sonora en la que James Brown no aparece, pero en la que sí se dan cita Bobby Womack (cómo olvidar el comienzo de Across 110th Street), Bill Withers, The Delfonics y otros exponentes de esa edad de oro del soul y el funk presidida por el 'Padrino' durante los 70.

Ray (Taylor Hackford, 2004)

Si James Brown fue el 'Padrino del soul', el padre de la criatura fue, sin discusión, Ray Charles: a aquel señor negro y ciego de Georgia no le apodaban 'The Genius' por cualquier cosa. Así pues, ¿cómo íbamos a omitir esta película en nuestro informe? Con un Jamie Foxx casi sobrehumano en un papel que le valió el Oscar y un Globo de Oro, tal vez Ray encaje demasiado bien en los parámetros del biopic, pero aun así sirve para recordarnos que los músicos afroamericanos las pasaron canutas en su lucha por ganarse el respeto del mainstream. Y también para dejar claro que sin, What'd I Say, I Got A Woman y Hit The Road, Jack, entre otros temazos que combinaban los coros del gospel, las armonías del jazz y otras mil y una influencias, esos sonidos que seguimos escuchando (y disfrutando) hoy en día jamás hubieran existido. ¿Repetirá la jugada Chadwick Boseman, saliendo del Teatro Kodak con una estatuilla en las manos?

Dreamgirls (Bill Condon, 2006)

Nos despedimos con otro ejercicio de revisionismo: adaptando el homónimo musical de Broadway, Dreamgirls no es sino una crónica en clave de la discográfica Tamla Motown, del grupo The Supremes y, sobre todo, de la guerra sorda que mantuvieron Diana Ross Florence Ballard en el seno de dicho trío vocal. Una guerra que, como suele ocurrir, acabó con la guapa liada con el presidente de la discográfica (aquí, de nuevo Jamie Foxx) y triunfando a destajo, mientras que la fea (una oscarizada Jennifer Hudson) se precipitaba en las simas del olvido. Aun así, esta película también sirve para conocer la historia del pop negro más accesible y melódico, ese que pasaba de polémicas para ofrecer estribillos de seda natural, y a cuyo calor se criaron talentos como los de Stevie Wonder, Gladys Knight o Marvin Gaye. Ah, y también para constatar los poderes de Beyoncé Knowles: quienes piensen que la señora esposa de Jay-Z no es una figura al nivel de la propia Ross, de Michael Jackson o de James Brown, que se lo haga mirar.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento