Con su política de reestrenos, la gente de Drafthouse Films tiene la virtud de rescatar algunas de las películas más insólitas del cine reciente y devolver sobre ellas la luz de unos muy merecidos focos de atención. Así es el caso de El gran rugido (1982), el único filme escrito y dirigido por Noel Marshall, productor de El exorcista. Se trata de una película familiar, protagonizada por el propio Marshall, su mujer Tippi Hedren, su hijastra Melanie Griffith y sus más de un centenar de leones, leopardos, chitas y tigres salvajes, con los que filmaron en completa libertad. Como adelanta la nueva frase promocional del reestreno de la película, ningún animal sufrió daños durante el rodaje; 70 humanos, sí. Para que te hagas una idea, este ataque es real y sin preparación:
Todo comenzó cuando Marshall y Hedren hicieron un safari por África y quedaron profundamente conmovidos por la fauna salvaje y decidieron llamar la atención sobre las prácticas de caza descontrolada de leones y demás animales. Así nació la idea de rodar El gran rugido, una película sobre la convivencia entre diversas especies y humanos que buscaba aumentar la conciencia mundial para la protección de la fauna africana.
Dada la territorialidad de los felinos, decidieron que la única forma de llevar a cabo su proyecto era criar a las estrellas animales todas juntas, por lo que, en secreto, comenzaron a adoptar y criar leones, leopardos y tigres en su mansión de Beverly Hills. Durante varios años, la pareja, la hija de Hedren, Melanie Griffith, y los tres hijos de Marshall convivieron con un creciente número de grandes felinos salvajes en casa. Cuando llegaron al centenar de ejemplares, se vieron obligados a crear la reserva natural Shambala, a las afueras de Los Ángeles, donde finalmente comenzó el rodaje de El gran rugido.
Al contrario que en esas numerosas películas en las que se maltrató a animales, la intención de la pareja Marshall-Hedren durante la realización de El gran rugido siempre fue de máximo respeto hacia todos los especímenes. Por eso mismo, dada su experiencia con ellos, fue la propia familia la protagonista de la película, en la que, precisamente, se cuenta la historia de la visita de sus familiares a un hombre que vive aislado en una cabaña con sus docenas de felinos salvajes.
El rodaje, que se prolongó durante más de cinco años, estuvo salpicado por incontables y constantes accidentes. Se contabilizaron más de 70 ataques sangrientos de los peligrosos animales, varios de ellos muy cerca de resultar fatales. Como el zarpazo de león en la cabeza que recibió Jan de Bont, el director de fotografía que años después dirigiría Speed (1996), resultante en 220 puntos de sutura. Hedren se fracturó una pierna. Griffith fue atacada salvajemente por un león y necesitó cirugía de reconstrucción facial más 100 puntos. Marshall recibió tantas heridas que acabó hospitalizado con una gangrena. En el alucinante nuevo tráiler de El gran rugido hacen recuento de las distintas lesiones y también puedes ver algunas de las impresionantes imágenes del filme.
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