El felpudo rojo de los Goya

Puertas de atrás y alfombrillas caseras. DIEGO SAN JOSÉ, coguionista de 'Ocho apellidos vascos' y 'Ocho apellidos catalanes', nos cuenta cómo vivió la gran noche del cine español
El felpudo rojo de los Goya
El felpudo rojo de los Goya
El felpudo rojo de los Goya

Este año tampoco me han invitado a los Goya. Y no pasa nada, me lo esperaba. No quiero parecer el típico malpensado, pero después de leer las críticas de Ocho apellidos catalanes empecé a sospechar que no me iban a nominar, es más, me conformaba con no ser citado en el Tribunal de La Haya por crímenes de lesa humanidad. En realidad, nunca me han invitado a los Goya y no me lo tomo como algo personal. No me imagino a Antonio Resines abriendo un grupo de WhatsApp con Fernando Colomo, Adrián Lastra y Miriam Díaz Aroca para avisarles de que “el sábado celebramos la gran fiesta del cine español, que nadie invite a Diego San José”. Para eso primero tendrían que saber quién soy, en todo caso dirían “que nadie invite al que sale con Borja Cobeaga en las fotos”.

Precisamente, Borja Cobeaga era mi gran aliciente para ver la gala de este año. Faltaba poco para que empezasen los Goya cuando me entero de que no le dejan entrar por la puerta principal. Y tengo que decir que lo entiendo. Estamos hablando de la gala de los Goya, uno de los mayores espectáculos audiovisuales a escala internacional donde glamour, entretenimiento y espectáculo están tan milimétricamente sincronizados que la aparición de cuatro guionistas por el photocall puede arruinar esta maquinaria perfecta. Porque un guionista español vestido de traje es como ese adolescente que sale en Nochevieja por primera vez y se cree que el smoking de su hermano mayor le queda bien. Pues no, le queda como a Pablo Iglesias. Y eso es porque ningún diseñador nos presta ropa en su showroom. Un inciso por si me están leyendo otros guionistas: un showroom es un lugar donde puedes elegir entre un montón de ropa gratis. Lo más parecido que tenemos los guionistas son los contenedores de Humana.

El felpudo rojo de los Goya

Empieza la gala, y me quedo pensando que si a Borja, que además de escribir la película más taquillera del año ha dirigido la comedia ganadora del premio Feroz, le hacen entrar por la puerta trasera, a mí la Academia me hubiera propuesto directamente entrar con los tamborileros de Calanda tocando la zambomba jerezana. No sé qué es mejor, eso o la puerta de atrás, caminar en vez de por la alfombra roja por el felpudo rojo de los Goya. No dejo de pensar qué tenemos que hacer para pisar el mismo suelo acolchado que otras personas que sí han demostrado ser presente y futuro cine español como Nieves Alvárez, Mario Vaquerizo o Jorge Blass. Y de pronto, sin esperarlo, es la propia gala la que me da la respuesta. No es tan difícil. Todo encaja cuando veo el “In Memoriam”. Para que guionistas, directores de fotografía, vestuario y maquillaje salgamos en la gala del año que viene al mismo nivel que los actores, sólo tenemos que morirnos antes de doce meses. Más fácil no te lo pueden poner.

Pero como siempre puede aparecer el típico tiquismiquis que te dice que su vida le parece un precio demasiado caro por salir en los Goya, la ceremonia vuelve a regalarme otro camino para conseguir el reconocimiento de la Academia. Me doy cuenta al ver a Tim Robbins y Juliette Binoche ponerse en pie para aplaudir a Mariano Ozores. Es posible que no sepan a quién están ovacionando, cierto, que les podían haber puesto delante al asesino de la katana que ellos dos le aplaudirían igual, también, pero la estampa me llena de esperanza. Si eres guionista de comedia y quieres tener tu momento en los Goya, no tires la toalla, puedes elegir entre morirte este año o vivir hasta los noventa y rodar 96 películas.

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Cuando termina la gala me quedo con la tranquilidad de haber descubierto la manera de ser invitado a la gran fiesta del cine español. Unas horas más tarde, me despierto con el dato de que la gala subió de audiencia e inmediatamente me doy cuenta de que los que decidieron que algunos nominados no pisaran el photocall, sabían lo que se hacían. Habrá que seguir explorando esa vía y así, tal vez el año que viene el Goya a mejor guión original se sortee entre todos aquellos que envíen tres códigos de barra de yogur Hacendado. Puede ser mi única oportunidad.

Diego San José es guionista de Ocho apellidos vascos, Ocho apellidos catalanes, Tenemos que hablar y El pregón. Actualmente escribe junto a Borja Cobeaga Superlópez.

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