El director de 'El hombre invisible' quiere hincarle el diente a Drácula

Tras convertir al personaje de H. G. Wells en una parábola sobre la violencia machista, Leigh Whannell tiene ideas para emprenderla con Bram Stoker.
El director de 'El hombre invisible' quiere hincarle el diente a Drácula
El director de 'El hombre invisible' quiere hincarle el diente a Drácula
El director de 'El hombre invisible' quiere hincarle el diente a Drácula

Solo por haber ideado Saw Insidious junto a James Wan, Leigh Whannell tiene un lugar garantizado en la historia del cine de terror. Pero, aunque no esté generando muchos titulares, su remake de El hombre invisible para Universal y Blumhouse también está dándole alegrías a este director y guionista. Con 7 millones de dólares de presupuesto, la cinta ha acumulado 49,2 millones en todo el mundo. De modo que Whannell tiene una idea para rescatar a otro monstruo clásico: Drácula, nada menos.

En una entrevista con Bloody Disgusting (vía ScreenRant), Whannell ha hablado sobre sus ideas para sacar al conde transilvano del ataúd. Ideas que comparten premisa con su resurrección del Hombre Invisible, puesto que no aspiran a retratar al monstruo como un antihéroe sino como un depredador.

"Lo que hace que Drácula me dé miedo es su falta de piedad", explica Leigh Whannell. "No es un romántico. Necesita beber sangre", añade, señalando que el personaje de Bram Stoker le parece "un psicópata". Así pues, si se pusiera manos a la obra, el cineasta actuaría en consecuencia: "Devolvería al personaje a esos orígenes y me pondría en plan: 'Voy a hacer la versión psicópata'. Una persona a la que todo le importa un carajo. Tal vez beba sangre, pero, más allá de eso, no hay capas, no hay relámpagos, no hay niebla, no hay lobos. Solo un psicópata que bebe sangre".

Tras verle convertir El hombre invisible en una parábola sobre la violencia machista, resulta intrigante pensar en qué sería de Drácula en manos de Whannell. Ahora bien: sus postulados se parecen muchísimo a los de George A. Romero en Martin, aquella película de 1977 que privaba al vampiro de todos sus mitos románticos para convertirlo… pues sí, en un psicópata que bebe sangre. Al final va a ser verdad que todo está inventado…

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