El ataque aéreo de 'Apocalypse Now' al detalle

El piloto Doug Claybourne cuenta cómo se rodó una de las más colosales secuencias del cine bélico siguiendo los ‘story-boards’ de Coppola y Dean Tavoularis. Por CINEMANÍA
El ataque aéreo de 'Apocalypse Now' al detalle
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El ataque aéreo de 'Apocalypse Now' al detalle

Son 12 minutos que hicieron historia. Y elevaron unos cuantos metros el listón en cuanto a cine bélico se refiere. Años después, sólo Spielberg y su desembarco en Normandía de Salvar al soldado Ryan se han atrevido a mirar de frente al apoteósico bombardeo aéreo de la aldea Viet Cong a ritmo de Wagner de Apocalypse Now. Enciende bien los altavoces si no lo tienes fresco:

Coppola colocó este portentoso maelstrom aéreo en el punto central de la película, como aperitivo al viaje al corazón de las tinieblas que vendría después. La revista Empire ha publicado detalles del minucioso story-board que el propio director y Dean Tavoularis dibujaron para preparar la escena, junto a una entrevista con el colega de Coppola Doug Claybourne. Un piloto de helicópteros y veterano de Vietnam que, con 29 años, de repente se encontró en la filipina isla de Luzon, al noreste de Manila, sentado en una silla que ponía ‘Asistente de Producción’ y sin ninguna perspectiva de cobrar un duro por su contribución a una de las secuencias más famosas de la historia del cine.

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Cuando aterrizó, la ambiciosa escena ya estaba estancada (y la producción muy por encima de su presupuesto, y el protagonista, Harvey Keitel, recién reemplazado por Martin Sheen; pero eso no era nada comparado con los tifones que estaban por llegar). El por aquel entonces Subsecretario de Defensa del Ejército Estadounidense, un tal Donald Rumsfeld, se había negado a ceder material y personal militar a un melenudo como Coppola, por lo que los helicópteros eran de las Fuerzas Armadas filipinas. Había un pequeño problema: Filipinas estaba luchando su propia guerra civil. “No podíamos saber exactamente de cuántos helicópteros íbamos a disponer”, recuerda Claybourne. “Si decían que mandaban cinco, llegaban tres. Y si les llamaban por radio se marchaban a luchar contra la insurrección. Muchas veces se marchaban sin que nos diera tiempo a borrarles las pinturas del ejército norteamericano”.

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Claybourne se encargaba de dar instrucciones a los pilotos en tierra y se comunicaba por radio con Dick White, el asesor militar, que estaba en el aire. Los pilotos también eran locales. “Buena gente, pero no estaban acostumbrados a ser filmados. Era muy difícil que se mantuvieran en el plano. Teníamos que hacerles aterrizar, decirles que volaran más “en panorámico” y vuelta a empezar”. Molestias de una época pre-CGI: “si ves 14 helicópteros, esos son los que había. No es como Pearl Harbor de Michael Bay”.

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De hecho, todo era tan real que el propio White estuvo a punto de no contarlo cuando una piedra casi entra en las hélices de cola de su Hughes 500. “Aunque no utilizábamos balas de verdad, era realmente peligroso.” Para el ataque de napalm que tanto excitaba al Teniente Coronel Kilgore se emplearon casi 5.500 litros de gasolina. “Diez años antes había estado en Vietnam intentando matar a esa gente y ahora estaba allí cerca grabándoles”, concluye Claybourne. “Nunca soñé que haría una película sobre aquello en ese tiempo. Lloré cuando la vi en un cine de Nueva York. Habíamos trabajado tanto y todo era enormemente emocional. Debía haber sido extraordinario para Francis. El no se dio cuenta de que estaba haciendo una gran película. No paraba de decir: “Estoy haciendo una mierda””.

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