De 'Arma letal' a 'Dos buenos tipos': la resurrección de Shane Black

Navidad, perdedores a punto de perder la cabeza, referencias a la novela negra… Así son las historias del cineasta que fue Tarantino antes que el propio Tarantino.
De 'Arma letal' a 'Dos buenos tipos': la resurrección de Shane Black
De 'Arma letal' a 'Dos buenos tipos': la resurrección de Shane Black
De 'Arma letal' a 'Dos buenos tipos': la resurrección de Shane Black

La llegada del fenómeno Tarantino a mitad de los 90 provocó una onda expansiva tras la que jóvenes –desde debutantes en el largo a cortometrajistas en MiniDV y barras negras por Adobe Premiere– eran incapaces de resistirse a imitarle. Fue un efecto que dio lugar a algunas películas muy interesantes y que cambió la forma de pensar de muchos estudiantes de cine, pero que también borró de un plumazo un fenómeno similar que había sucedido años antes. Un fenómeno que tenía el nombre más molón de la historia de los guionistas americanos: SHANE BLACK.

Black nació en 1961 y junto a su hermano, el también futuro guionista Terry Black –un loco del cine de terror que acabaría casándose en un cementerio y que sería uno de los padres de los videojuegos Red Steel–, se aficionó muy pronto a la literatura pulp y la novela negra.

Ambos hermanos dieron con sus huesos en una residencia para estudiantes de cine de la Universidad de California (la UCLA), a la que sus huéspedes llamaban The Pad O’Guys y sobre la que lucía un cartel de ABIERTO 24 HORAS que anunciaba juergas sin fin y tertulias hasta entrada la madrugada. Con los años, esa residencia terminaría siendo una factoría increíble de guionistas, saliendo de allí jóvenes promesas como Ethan Wiley (House, una casa alucinante) o Gregory Widen (Los Inmortales), pero en el momento del ingreso de Shane lo de escribir era una moda que todavía no se había extendido por este chalé repleto de aspirantes a director.

Rodeado de los compañeros de la residencia

El pistoletazo de salida lo dio uno de los estudiantes que compartían habitación con Shane, Ed Solomon, que acababa de ser contratado como guionista en la serie Laverne y Shirley (el futuro convertiría a Solomon en un cotizadísimo escritor que ha firmado títulos como Men in Black, Los ángeles de Charlie o Ahora me ves…). A través del agente de Solomon, otro compañero de habitación, Fred Dekker se lanzó a la aventura de escribir y en 1982 (con 23 años) vendió un guion de ciencia ficción nunca producido llamado The Forever Factor.

Tras Solomon y Dekker, los demás estudiantes también empezaron a producir guiones y a colaborar entre ellos. Dekker y Black, convertidos en inseparables, escribirían juntos la segunda película dirigida por Dekker, Una pandilla alucinante, y una a la que el tiempo convirtió en uno de los guiones sin producir más famosos de Hollywood, The Shadow Company, el primer guion firmado por Black –Dekker entraría en la segunda versión– y por el que se interesó gente como Walter Hill o John Carpenter, que vieron en esta historia de un comando "zombi" que volvía de Vietnam la posibilidad de hacer una superproducción repleta de explosiones y casquillos de bala.

Puesto que Black no tenía ninguna experiencia como guionista, en The Shadow Company inventó una forma muy personal de escribir las columnas de acción, consistente en una combinación de humor, alusiones al lector y descaro que con el tiempo se conocería como “blackism” y que, aunque después fuera estudiada e imitada, en el momento seguro que provocó no pocos infartos cerebrales a más de algún gurú de los manuales de guión.

El estilo se depuraría y llegaría a su máximo exponente cuando Black, con todavía 22 años, se encerró a escribir durante seis semanas una historia llamada Arma Letal que Warner Bros. compró por 250.000 dólares y puso al servicio de Richard Donner... El resto es historia del cine.

Arma Letal

Con apenas edad para consumir cerveza, Shane Black se convertía en una de las promesas más importantes de Hollywood y en apenas unos años pasó a abandonar The Pad O’Guys para habitar junto a sus compañeros de juergas la mansión en la que vive Jean Dujardin en The Artist. El trabajo no le faltaba y, puesto que por entonces otra de sus pasiones era la interpretación, el productor Joel Silver le contrató para que hiciera un papel en Depredador… cuentan que con la oscura intención de pedirle que durante el rodaje en México reescribiera el guion de Los Hermanos Thomas.

Depredador animado

En 1991 su leyenda se acrecentaría cuando vendió El último boy scout por 1,75 millones de dólares, la cifra más alta que hasta la fecha se había pagado a un guionista. El éxito hizo que comenzaran a surgir imitadores de su estilo cargado de acción, parejas interraciales e historias contadas en plena Navidad.

El último Boy scout

Dos de esos aspirantes a ocupar el trono de Black fueron Adam Leff y Zak Penn, dos debutantes que se presentaron en Hollywood con una parodia de las películas de acción llamada Extremly Violent. Columbia Pictures compró la historia y debió de pensar que para qué iba a contar con imitadores pudiendo tener al original, puesto que contrató a Black para que reescribiera el proyecto, ya formalmente titulado El último gran héroe. Las aportaciones de Black fueron retocadas por guionistas posteriores pero pervivieron algunas, como una presentación tan maravillosa del protagonista que leerla debería convalidar un año de guion en la ECAM y dos de afiliación a ALMA.

La película fue un fracaso económico de aquí te espero, pero la reputación del creador de Arma letal quedó intacta (obviamente, la culpa no era de Black, sino del cerebro que decidió estrenarla siete días después de que Parque Jurásico llegara a los cines) y su carrera prosiguió hasta que a mediados de los 90 volvió a romper los récords al cobrar 3 millones de dólares por Memoria letal.

Sin embargo, algo estaba cambiando en el horizonte: Hollywood empezaba a ver su estilo como una época superada y él se pasaba la vida en fiestas en las que ahogaba como podía un bloqueo literario fruto de la presión a la que Hollywood le había sometido desde los 22 años.

Su amigo James L. Brooks (que le dio un cameo en Mejor… imposible) [foto de abajo] terminó por recogerle en un punto vital muy bajo y le sentó frente al teclado del ordenador, dándole un despacho en el que trabajar sin pedirle nada a cambio.

Cameo en Mejor Imposible

Tras varias idas y venidas de ideas, el guionista escribió Kiss Kiss, Bang Bang, un alucinante guion con ecos de Raymond Chandler en el que se encontró con un nuevo-viejo problema: Black seguía siendo un residuo de aquel Hollywood ya muerto que había encumbrado a Mel Gibson o Bruce Willis como (anti)héroes de acción y los productores se negaban a recibirle. Afortunadamente, Joel Silver –el mismo productor que había confiado en Black siendo un chaval– decidió producirla.

Nueve años después del estreno de Memoria letal, una nueva película como Kiss Kiss, Bang Bang entraba en marcha con Black debutando como director de su propio guión y con Robert Downey Jr., Val Kilmer y Michelle Monaghan como protagonistas. Sin embargo, aunque hoy sea una película de culto, no sirvió para sacar al guionista (ahora, director) del pozo en el que se había metido y tras su estreno volvió a desaparecer de las listas de talentos cotizados de Hollywood. Desde luego, quedaban muy lejos los tiempos en los que su agente obligaba a los productores a leer los guiones y dar una respuesta en menos de 24 horas.

Kiss Kiss Bang Bang

Habría que saltar hasta esta década para volver a encontrarnos con él. Black, convertido en una suerte de ponente que se pasaba la vida dando charlas en cursos de guión sobre sus años dorados y que ya no conseguía levantar ninguno de sus proyectos, recibió la llamada de su amigo Robert Downey Jr. para que se hiciera cargo de un superproyecto como Iron Man 3. A Black le faltó tiempo para aceptar y, tras hacer una cinta que era al mismo tiempo muy personal –no dejaba de contar la historia de la crisis de ansiedad de Tony Stark y su caída desde lo más alto– y uno de los mayores éxitos de Marvel, vio como su nombre se aupaba a unos niveles de popularidad que no experimentaba desde que las películas se rodaban en celuloide.

El proyecto con Marvel consiguió resucitar su carrera, empezando a surgir proyectos que iban desde crear junto a Dekker uno de los pilotos de la última temporada de Amazon a dirigir Doc Savage. Esa subida fulgurante del STARmeter de su entrada en la IMDb también le llevó a dirigir Dos buenos tipos, un antiguo proyecto de serie de televisión que había reescrito en 2003 como película junto a su ayudante, Anthony Bagarozzi, y que se ponía en marcha una década después de haber sido escrito gracias a que Ryan Gosling le había echado el ojo.

El día 14 llegará a las carteleras Predator, el regreso de Black a la saga Depredador y que pone el punto y final a un proceso tras el que el guionista pasó de niño prodigio a cineasta olvidado y de ahí a estrella de Marvel Studios. Su vuelta además le reúne con Fred Dekker, su viejo compañero universitario y con el que ha resucitado elementos -los personajes se llaman igual- de su guion The Shadow Company para la nueva película.

Viendo el último tráiler queda confirmado que Predator será blackism en estado puro y que tendrá diálogos llenos de ácido y humor a raudales. La resurrección definitiva de uno de los guionistas más famosos de la historia del Hollywood reciente es un hecho.

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