[Crónica TIFF 2011]Reírse de la muerte

Impresionantes dos últimas películas en Toronto. Alexander Payne ('Election', 'Entre copas'), demuestra que es un autor como la copa de un pino. Werner Herzog consigue hacernos reír con su alegato anti pena de muerte.
[Crónica TIFF 2011]Reírse de la muerte
[Crónica TIFF 2011]Reírse de la muerte
[Crónica TIFF 2011]Reírse de la muerte

Cuando ha acabado la proyección de The Descendants no había lacrimal seco en la platea. Todo eran sorber de mucosidades y ojos enrojecidos. Lloros de emoción, de placer, por ver una gran película. Tengan en cuenta que una cuarta parte de la misma sucede entre las cuatro parades de una habitación de hospital, donde una mujer va a morir. Ser capaz de mezclar el drama familiar con el humor de esa manera tan elegante solo está a la altura de los elgidos, y Alexander Payne lo es. Incluso ha conseguido convencer a George Clooney para que aparente la edad que tiene, hacer de cornudo (lo dice el tráiler, no revelamos nada), ponerlo fondón y enfundarlo en unas camisas hawaianas que no se atrevería a ponerse ni John Lassetter. Es poco probable que a Hollywood le dé igual esta maravilla o que, si le reconoce algo, sea el mejor guión adaptado en los Óscar. Da igual. No es una película que marca época, pero es de las que deja una muesca en el corazón de los espectadores.

Gozos y lloros también en Into The Abyss, la inmersión de Werner Herzog en un tema tan manido como es el del testimonio de los que sufren y padecen esa lacra que es la pena de muerte. Manida, pero necesaria ética y, en el caso que nos ocupa, estéticamente. Tiene Herzog un don natural para, en su faceta como documentalista, encontrarse con personajes realmente cinematográficos. Vemos cada día más documentales y confundimos unos con otros, de tan estereotipados como están los protagonistas. Con Herzog, eso nunca pasa: tienen una personalidad arrolladora y se vuelven indelebles. Aquí, parece haberse transmutado en el Capote de A sangre fría.

Herzog no engaña a los entrevistados ni a los espectadores: dice desde el principio que está en contra de la medida, pero no por ello deja de ser ecuánime. Los familiares de los asesinados tienen su tiempo para hablar y para defender su postura. Pese a lo dramático del tema, con ejecución de uno de los reos incluida, tiene momentos realmente hilarantes, como el de un palurdo escupiendo al suelo en medio de la entrevista, o el de una mujer narrando cómo se ha quedado embarazada de su novio con el que no puede tener contacto carnal. Tan grande como sencillo, casi desbanca de mi altar a la, en mi modesta opinión, obra maestra del tema, The Thin Blue Line, de Errol Morris.

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