[Crónica San Sebastián 2013] Sangre y humedades

La sangre y lo que corre por ella unen la asombrosa interpretación de Matthew McConaughey en `Dallas Buyer´s Club y la decepcionante 'Condenado', de Atom Egoyan. Por CARLOS MARAÑÓN
[Crónica San Sebastián 2013] Sangre y humedades
[Crónica San Sebastián 2013] Sangre y humedades
[Crónica San Sebastián 2013] Sangre y humedades

¿De qué se habla hoy en San Sebastián? De ríos de sangre y humedades varias en la programación. Combinadas, eso sí con el Jet Lag: el que ya llevamos en los genes los españoles por el rollo ese de no seguir la hora del Meridiano de Greenwich a la que pretenden que volvamos, y el que impone el ritmo festivalero. Eso de ir a tomar la última para comentar la peli de las 22 combina mal con llegar al cine a las 9 de la mañana, ya saben. Sumémosle a todo ello los rescoldos de la derrota de la Real Sociedad en el Camp Nou de Barcelona. Al equipo txuri-urdin también le ha pillado el desfase horario por culpa del éxito. No corre la sangre aún: de momento esta sigue siendo una ciudad con Festival de cine y Champions League.

¿Qué has visto? Al ritmo de 5 películas al día, es fácil liarse, y más si hay sangre de por medio, pero una interpretación como la de Matthew McConaughey en Dallas Buyer’s Club (nueva película del quebequés Jean-Marc Vallée, director de CRAZY) quedará para los restos. Dejen de echarle en cara Planes de boda, Los fantasmas de mis ex novias y Sahara. Está que se sale: Magic Mike, Mud y ahora esto, que huele a Oscar y de paso nos recuerda lo que hemos mejorado desde la Philadelphia de Tom Hanks (y Antonio Banderas). McConaughey da vida a un heterosexual enfermo de cáncer en la homófoba Texas profunda, uno de los impulsores de las alternativas médicas para la cura del SIDA en los albores de la enfermedad, cuando además del virus, el estigma se cebaba en las víctimas y el gobierno de EE UU se entregaba a las farmacéuticas sin pensar en los pacientes. No es sólo que nunca le hayamos visto tan delgado (la dieta inversa al Robert De Niro de Toro salvaje) es que se sale. La película empieza sensacional y termina en biopic convencional, pero se agradece que Vallée deje algunos celebrados tics de sus anteriores filmes y se entregue a una historia que podía haber hecho aún más sangre… sentimental. La sangre que derrama McConaughey se hace crisis en la película griega Luton, del cineasta Michalis Konstantatos. Festivalera, interesante y oportunista en el buen sentido de la palabra, el filme explica un país en una coyuntura muy determinada que desemboca en una violencia contenida que se desata. Más que un rescate financiero, lo que necesitan sus ciudadanos es un rescate humano. Pero el filme no pasa de marcar cotas coyunturales: la desolación está muy vista ya en el cine alternativo, y no hay nada nuevo bajo el sol de Grecia, al margen de la propia Grecia. Hagamos más sangre: Atom Egoyan se apunta al ‘Basado en hechos reales’ con Condenados (Devil’s Knot) que tiene un reparto extraordinario, pero también un poco raro: Colin Firth es un detective de buena posición social que se permite el lujo humanitario de defender a tres acusados por el asesinato de tres niños en Arkansas, uno de esos casos judiciales llenos de irregularidades y que acaba por condenar a inocentes sin pruebas, con la aquiescencia de los poderes públicos. Resee Witherspoon es la mamá de uno de los chicos, casada con Alessandro Nivola; y por ahí aparecen también otras caras conocidas del cine y las series. Lo que comienza con ecos de El dulce porvenir, una de las grandes obras de Egoyan, termina en docudrama farragoso juicio, entre dudas de qué hace realmente una película tan convencional en la competición. La sangre llega al río con la muerte de los tres niños, y pasa debajo del puente del río Drina, en Bosnia, hasta donde llega con su cámara la directora Jasmila Zbanic para rodar For Those Who Can Tell No Tales. En ese enclave serbio de Bosnia se cometieron horribles crímenes de Guerra en el conflicto de los Balcanes. La protagonista del filme llega allí de vacaciones desde Australia y enfrenta su mirada de turista con el horror de un pasado sobre el que hay mucha oscuridad todavía. Esa dualidad, que va de la comedia al terror se respira en una película cortita, amiga del desconcierto pero interesante, rodada con brío, que te deja dándole vueltas a otros conflictos más íntimos. Hay otras humedades menos sangrientas en Jeune et Jolie (Joven y bonita), esa especie de Belle de Jour sub 21 que François Ozon llevó a Cannes. Aparte del recital de Marine Vacth, una chica de 17 años que descubre el sexo con un amor de verano y a su vuelta al París más burgués se convierte en adicta a los encuentros sexuales en los que vende su cuerpo: prostituta, vamos. Todo eso, claro, mientras en su casa ni se enteran. Lo que me gusta del filme, aparte de la joven y bonita, es que Ozon abandona ese tonito de fábula que impregna casi toda su obra (incluida la última y celebrada En la casa). No es redonda, pero lleva el mito buñueliano por unos derroteros atractivos. ¿Ozon? Soy más de Olivier Assayas, me queda la duda de por dónde habría llevado él una historia así. Seguro que no hubiese desaprovechado a ese hermanito pre púber que todo lo mira y acaba en el olvido del director.

¿Qué te has perdido? Ardo en deseos de ver Gente en sitios, de Juan Cavestany, que está en la sección Made in Spain, pero la dictadura mental de los pases de Prensa (no hay que sacar entrada ni hacer cola) me ha impedido escaparme a verla. Prometo perseverar. O aún mejor: pagar por verla en una sala comercial (cruzo los dedos para que se estrene).

¿Con quién has hablado? Un saludo a David Trueba mientras desayunaba en la terraza del Victoria Eugenia, justo cuando él giraba la cabeza al otro lado. Pero mi fracaso social con el cineasta y escritor se compensó con la tertulia con los críticos Alejandro García Calvo (Sensacine) y Xavi Serra (diario Ara), dos tipos que merecen mucho la pena.

¿Qué has comido? Un menú barato, abundante y de calidad, con lentejas (las primeras de la temporada, pese al sol del Cantábrico) de primero y unos chipirones en su tinta que se fundía el misterio de segundo. A 11 euros, por cierto. Por la noche no hubo tiempo de tomar el preciado tentempié entre la sesión de las 19.30 y la de las 22, así que cayó una buena hamburguesa (a escasos 6 euros) en un clásico que cierra tarde: el Va bene. Las barras donostiarras, templos del pintxo, recogen pronto entre semana.

¿Qué esperas de la jornada de mañana? El viernes es el último día de competición del Festival y suele estar todo el pescado ya vendido, pero le tengo muchas ganas a La herida de Fernando Franco y a alguna sorpresa de última hora que por esa misma razón casi nunca suele entrar en el Palmarés. Y si el tiempo aguanta, habrá que ir a pegarse un baño redentor al Cantábrico, ¿no?

Conchómetro: Empieza a perderse la perspectiva y a los enteros que gana Club Sandwich se le ha unido Kym Vercoe, la protagonista de la bosnia For Those Who Can Tell No Tales. La autoridad de Atom Egoyan como cineasta contrasta con el (mal) recibimiento de su película Condenados, pero a veces los jurados no olvidan un nombre así como así.

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